Cayó el telón de los Juegos Panamericanos en su modalidad de atletas con capacidades especiales, allá en la hermosa "Perla de Occidente", y la verdad, la delegación mexicana cumplió con un destacado papel, trepándose hasta el tercer lugar del medallero.
Vivir con una discapacidad en nuestro país es una constante agonía, fruto principalmente de la ignorancia, la discriminación, la falta de leyes y reglamentos que protejan a estos vulnerables grupos y la indiferencia, sin embargo, miles de estos conciudadanos, hombres, mujeres y niños, se esfuerzan todos los días por salir adelante.
No son atletas de alto rendimiento, pero son obligados a vivir como si lo fueran. La mayoría de los edificios, públicos y privados, carecen de accesos y elevadores y cuando llegan a contar con rampas, están tan mal hechas que su inclinación haría que cualquiera de nosotros, los mal llamados "normales", fuéramos a dar contra el piso, rompiéndonos toda la m....
De igual manera en las calles, los canales para circular con silla de ruedas son frecuentemente obstruidos por nacos al volante, a quienes la "prisa" los manda a estacionar su auto justo en esos lugares.
Muchas veces he visto, en los estacionamientos de las tiendas de autoservicio, a señoras encopetadas a bordo de inmensas camionetas, que las hacen parecer canica en bacinica, aparcar sus monstruosas unidades en el sitio destinado y señalado para discapacitados, con el peregrino argumento de "si no me voy a tardar".
El tema laboral no es asunto menor para estos amigos. Normalmente son rechazados y cuando obtienen una actividad son menos remunerados que el resto de sus compañeros y sus patrones lo ven más como un acto de caridad que de solidaridad, independientemente del justo aprovechamiento de su fuerza de trabajo.
Aplaudo lo hecho por nuestros competidores y, como dijo mi brother el "Perro" Bermúdez, "Me paro de pie", pero me indigna el hecho de que sólo nos acordemos que somos un país con un alto índice de personas con algún tipo de discapacidad cuando hay juegos olímpicos o con las campañas Teletón. Estoy convencido de que no se vale.
También me molestan aquellos que hacen de su disminución física causa de chantaje o que pretenden vivir de la caridad ajena, aunque felizmente son los menos. La inmensa mayoría son personas que han logrado aceptar su condición y que le han peleado a la vida un lugar dentro de la sociedad.
A las 165 medallas obtenidas por el contingente azteca en Guadalajara, tendríamos que sumar la más grande, como es iniciar una campaña permanente de concientización ciudadana para entender y colaborar con estos miles de gloriosos guerreros que viven a nuestro alrededor.
No es un tema de caridad o ayuda mal entendida, es simplemente un asunto de dignidad.
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