A mí francamente me tiene hasta el copete (de hueso) los que se burlan y minimizan hasta llegar a la broma cruel a la Copa Oro. Ya dejen de repetir hasta la saciedad que es un torneo de escasa calidad, eso ya lo sabemos. Que se tiene que competir en nuestra área sí o sí, también lo sabemos. Si nuestro equipo gana (y depende cómo) era una obligación, si empata o pierde se hace el ridículo automático, no hay otra salida. No se sabe, o no se quiere ver, que nuestra Selección siempre enfrenta en su mejor momento a Honduras, El Salvador o Guatemala, por mencionar algunos ejemplos. ¿A qué me refiero? ¿Cuál es el principal problema de nuestra área? La falta de mentalidad ganadora, la actitud de querer ganar a toda costa. Los equipos antes mencionados cuentan al menos con tres o cuatro jugadores dotados de buena técnica e incluso algunos juegan en Europa o en otras ligas, si a estas características le agregas una disposición ejemplar de entrega sin límites cuando juegan contra México. Juegan con una intensidad y coraje, dejan literalmente la piel en la cancha, luchan, meten, muerden, marcan, incansablemente, son los vecinos pobres que cuando juegan contra el niño popis del barrio lo hacen a muerte.
Algunos técnicos centroamericanos, como el "Chelato" Herrera, cuando perdían un partido sorpresivamente y en medio de la frustración le grita a sus jugadores: ¡carajo! Imagínense que era contra México. La gran mayoría de las ocasiones nuestro representativo se encierra en una cancha contra once obsesionados, con un rencor guardado por mucho tiempo, rencor cocinado por una combinación de envidia y complejo de inferioridad, ven la oportunidad de vencer esos sentimientos y salen con todo a protagonizar batallas nada exquisitas, llenas de balones divididos y batallas cuerpo a cuerpo, el que quiera ver un futbol armónico y bello que le cambie a "Utilísima" o a otro canal delicado, esto es bronca de barrio, de callejón sin salida, los mexicanos lo saben y se olvidan del glamour de Europa y tienen que recurrir a las mismas armas de cuando se abrían camino llenos de hambre de gloria en los llanos de nuestra República. Yo lo entiendo y lo acepto, respeto a nuestro equipo y al rival, que no paran de luchar en medio de la refriega, me ubico en el torneo que se juega y si se gana al final del combate reconozco y aprecio el logro porque entiendo el entorno, trato de no caer en el típico periodista que no ve mérito alguno el ganar en esta competencia. Reconocer y darle mérito a México en Copa Oro significa, según una ala radical del periodismo nacional, dar méritos a los directivos ¡y eso nunca, faltaba más! A ellos sólo el odio y el destierro.
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