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La de Guinea

GILBERTO SERNA

No sabía que allá también se hacen tornillos cuadrados. Tonto de mí, pensé que esos casos eran únicos de la administración de justicia de estos lares. Lo peor es que incurrieran en asuntos tan escandalosos que a querer o no sabían que tendría repercusiones en todo el mundo, especialmente en Francia. Mire que uno estaba convencido de que la justicia de Estados Unidos de América no sólo era perfecta sino que además estaba enmarcada como la principal defensora de los derechos humanos. El caso Strauss-Kahn tan severamente investigado por la Policía de Nueva York, estaba hecho de copos de nieve recién caída, a los que apenas les pegó un rayito de Sol, se deshicieron. Esa claridad no llegó hasta que aun detenido, al que le colocaron esposas en ambas muñecas, como lo hacen con cualquier torvo delincuente, se supo que la mucama de 32 años, presumiblemente oriunda de Nueva Guinea, presunta víctima de los apetitos sexuales de su agresor, estaba mintiendo cuando dijo que fue atacada en un cuarto de hotel. Lo que descubre que allá también se cuecen habas, deteniendo a las personas para investigar y no se investiga a fondo antes de proceder a la detención.

Es claro que en tratándose de un delito tan grave como lo es el de violación el dicho de la víctima es sumamente relevante. La Policía neoyorquina recibió la denuncia y ni tarda ni perezosa, salió presurosa bajando de un avión al presunto violador que, por lo pronto, recibió una condena social, en que lo mínimo que se dijo es: viejo pecaminoso, a su edad y con esa conducta. A partir de aquel entonces la noticia le dio la vuelta al mundo. Él era, nada menos, el director del Fondo Monetario Internacional, francés de origen, no era un oscuro burócrata. Fue expuesto a la morbosidad pública, como si se tratara de un protervo criminal. Hasta donde ahora se sabe es inocente del cargo. Se dice que la mucama ha mentido. Se han descubierto posibles nexos de la guineana con actividades criminales, incluyendo narcotráfico y "lavado" de dinero. El haber encontrado grandes agujeros de credibilidad, en el testimonio de la recamarera, ha dado lugar a que las acusaciones ahora se consideren en la cuerda floja. Aunque debemos tomar en cuenta que Dominique Strauss-Kahn se vio obligado a renunciar a su cargo en el FMI, cabe pensar (uno que es mal pensado) que a alguien le estorbaba y tenía el poder para tamaño despropósito.

Se daba el caso de que también es aspirante a suceder a Nicolás Sarcozy, actual presidente de Francia, quien cuando supo del asunto en que se había visto involucrado Dominique, debió respirar satisfecho sin poder reprimir su alegría. Pues Strauss-Kahn constituía un obstáculo para su reelección, al estar considerado como el más viable candidato a sucederlo. Ahora que las cosas han dado un vuelco, lo han subido al pódium del martirio. Había estado, desde un principio, obligado a llevar una pulsera electrónica, a guardias armados vigilándole las 24 horas del día, y un sistema de televisión que le seguía permanentemente. Todo con un costo, increíble ¿no?, que tenía que cubrir de su propio bolsillo, que ascendía a 20 mil dólares mensuales. El exdirector del FMI tuvo que pagar un millón de dólares en efectivo, para obtener que le levantaran el arresto además de un aval bancario por 5 millones de dólares. Por la casa donde estuvo recluido mientras duró el arresto, pagaba un alquiler de más de 50 mil dólares mensuales.

Alguien logró su cometido: sacarlo de donde seguramente le estorbaba, el FMI. Es probable que ahora siga su descalificación para que juegue en las elecciones primarias por la Presidencia de Francia, si es que no está liquidado para entonces. Sus aliados políticos en Francia hablan el suceso como una trampa orquestada. Por lo pronto no le han devuelto su pasaporte ni tampoco el millón de dólares. (Siguen necios queriendo culparlo de algo. No sé. Esto me huele mal. Huele a zorrillo atropellado en una carretera). Lo que habría que saber si a los detractores les gusta el baño diario. Lo pregunto por que en mi juventud corría el rumor de que eran renuentes a asearse los miembros de la realeza francesa, de lo que hay testimonios históricos. En fin, el clima glacial que azota esas latitudes es riguroso. Un último comentario, a menos que los encargados de emplear el servicio en el hotel Manhattan, hayan sido obligados, no es posible, con los precios exorbitantes que cobran, contraten personal de esa ralea. La ralea del halcón son las palomas, la del azor son las perdices; la del gavilán, los pájaros pequeños. Y la de ese hotel, las mucamas que gustan de colchones mullidos.

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