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La desaceleración

Situación económica en México

La desaceleración

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Sergio Sarmiento

Si bien la recesión de 2009 fue realmente brutal con una caída de 6.1 por ciento en el producto interno bruto, la mayor desde 1932, en 2010 la economía nacional pudo vivir una recuperación. De hecho el crecimiento el año pasado fue de 5.5 por ciento, el mayor avance desde el año 2000, el último en el gobierno de Ernesto Zedillo.

La esperanza de que esta tasa de crecimiento pudiera mantenerse durante un tiempo razonable, no obstante, ha quedado atrás. Lo que ocurrió en el 2010 fue en buena medida producto de un rebote. Resultó tan fuerte la caída del 2009, con el consecuente temor entre los inversionistas, que cuando la actividad económica se normalizó se llevaron a cabo inversiones que se habían pospuesto el año anterior.

Una golondrina, sin embargo, no hace verano, como un rebote no genera una tendencia de largo plazo. Ya en este 2011 estamos viviendo una desaceleración. El crecimiento anual fue de 4.6 por ciento en el primer trimestre y de 3.3 por ciento en el segundo. Para todo el 2011 la Secretaría de Hacienda está previendo una expansión de cuatro por ciento, Quizá no es mala la cifra, si la comparamos con las que hemos tenido en los últimos 25 años en el país, pero es una caída muy importante frente al 5.5 por ciento del año anterior.

Lo peor de todo es que para el 2012 se prevé una cifra de 3.5 por ciento, otra disminución en la tasa de crecimiento, y no hay perspectivas claras de que se pueda alcanzar una expansión más rápida en los años venideros.

La verdad es que México parece enfilado a tener tasas de crecimiento de tres por ciento al año en el mediano plazo. Si no tenemos otra crisis como la de 2009, éste será un promedio ligeramente superior al que hemos tenido en las últimas tres décadas. Pero tal expansión es insuficiente para lograr una rápida disminución de la pobreza en nuestro país y es inferior también a lo que están obteniendo nuestros principales rivales comerciales, como China y Brasil, o naciones como Chile que han tomado medidas en el pasado para ser más competitivas.

Si México lograra una tasa de crecimiento de cinco por ciento podría duplicar el tamaño de la economía y disminuir a la mitad la tasa de pobreza en el país en unos 30 años. Si crecemos a un ritmo de tres por ciento al año y mantenemos una tasa de expansión de la población cercana al dos por ciento, podríamos tardarnos unos 70 años en lograr los mismos objetivos. Es un tiempo demasiado largo.

Lo peor de todo es que con unas cuantas reformas podríamos detonar un crecimiento más acelerado. Necesitamos para ello hacer una reforma fiscal que promueva la inversión antes que la recaudación, una reforma energética que abra la electricidad y el petróleo a la competencia, una reforma laboral que permita aumentar la generación de empleos, una reforma educativa que haga que los estudiantes salgan mejor preparados, y una reforma de seguridad para realmente proteger a los mexicanos de robos, extorsiones, secuestros y homicidios.

No necesitamos descubrir el hilo negro. Estas reformas podrían duplicar la tasa de crecimiento del país. Desafortunadamente nuestra clase política no ha mostrado hasta ahora ningún interés en realizarlas.

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