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La estridencia de la deuda

Periférico

LUIS GUILLERMO HERNÁNDEZ ARANDA

Fue el 18 de julio de 2008 cuando el entonces gobernador de Coahuila, Humberto Moreira Valdés, entregó a Javier Villarreal Hernández el nombramiento como Secretario de Finanzas en sustitución de Jorge Torres López.

Tres años después Jorge Torres despacha como gobernador interino y Javier Villarreal es el villano favorito de panistas y medios de comunicación, después de que se revelara que el Estado tiene una deuda de 33.8 mil millones de pesos de Coahuila.

Hay que recordar que Villarreal Hernández llegó a Coahuila en el sexenio de Enrique Martínez procedente de Tamaulipas y se convirtió en la actual administración primero en subsecretario, después en secretario de Finanzas, para enseguida ser nombrado Secretario Ejecutivo del SATEC. Cargo que dejó la semana pasada, tras presentar su renuncia, y que ahora ocupa Ismael Ramos hombre de todas las confianzas del gobernador electo, Rubén Moreira.

Javier Villarreal deja tras de si una enorme deuda, un escándalo mediático y politización del tema, todo esto acompañado de voces que piden un castigo ejemplar al ex funcionario estatal. Al respecto el pasado viernes el secretario de Gobierno, David Aguillón, declaró a un periódico de Saltillo que el ex titular del SATEC tendrá que enfrentar dos acusaciones en su contra, una ante la PGR y otra ante la Fiscalía de Coahuila por presunta falsificación de documentos, porque el Gobierno del Estado aún no lo exenta de responsabilidad en el manejo de las finanzas públicas.

"Él está sujeto a lo que estamos todos los funcionarios públicos, todos tenemos responsabilidades cuando ejercemos un cargo y tenemos responsabilidades que incluso trascienden el tiempo en que estuviste en la administración.

"El Gobierno del Estado actúa siempre de manera legal. Acatando la Ley como es, y en estos momentos Ismael Ramos está recibiendo la institución, lo que es el SATEC, y él revisará la dependencia y en su momento él dará un diagnóstico, dará información de cómo recibió la dependencia, de la que se está haciendo cargo, y en base a eso se podría derivar cualquier situación", afirmó Aguillón en dicha entrevista publicada en Saltillo.

El tema de la deuda de Coahuila acaparó la semana pasada la atención no sólo de medios locales sino también nacionales, lo cual es de llamar la atención porque otros estados del país como Veracruz, Michoacán, Hidalgo, Oaxaca, Aguascalientes, Zacatecas y Quintana Roo, contrajeron más deuda que Coahuila según la propia Secretaría de Hacienda, sin embargo estas entidades no son tan atractivas para el golpeteo político debido a que el presidente del PRI, Humberto Moreira, hasta hace poco dirigía los destinos de nuestra entidad.

Pensar que la coyuntura no es aprovechada por el secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, para subir sus bonos como parte de su campaña a la Presidencia de la República sería ingenuo. Porque en todo el mundo los políticos actúan de acuerdo a sus intereses personales y de partido.

Nuevamente estamos viendo un conflicto entre priistas y panistas donde todos se desgarran las vestiduras y mucho se ha escrito de que si la deuda fue para abatir la pobreza, que si hubo irresponsabilidad en el manejo de las finanzas, que si hay tintes políticos electorales en las descalificaciones. Todos esgrimen sus argumentos y lo único cierto es que existe una deuda que obligará a Rubén Moreira, gobernador electo, a recortar los gastos de la burocracia y a ser más eficientes en la captación de los recursos vía impuestos.

En medio de la estridencia propia del tema, se está dejando de lado la necesidad de obligar a las entidades a ser más transparentes. Mientras los gobiernos locales no sean fiscalizados como las instituciones federales, los estados seguirán haciendo mal uso de los recursos públicos.

Hay que recordar que la Ley de Transparencia fue impulsada en el 2002 por el entonces presidente Vicente Fox y en ese entonces muchos analistas creyeron entonces que así como el país estuvo listo para dejar a un lado al PRI gobierno, los nuevos gobernantes estaban listos para cambiar el modo de gobernar al país -por lo menos en un punto clave que es la rendición de cuentas ya hemos visto que no ha sido así.

Independientemente del partido a que pertenezcan, la opacidad ha sido la característica principal de los gobernadores tras la desaparición del presidencialismo, hoy esa nula rendición de cuentas tiene a los estados sumidos en grandes deudas donde los únicos afectados como siempre somos los ciudadanos.

lharanda@elsiglodetorreon.com.mx

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