Foto: CRISTAL BARRIENTOS
Alrededor de la tumba de doña Lucinda Espino Coronado, hubo música, flores, y una comida sencilla para celebrar el 10 de mayo.
Resignación
Hace tres años que murió pero sus hijos no se resignan a vivir sin ella.
A Ricardo le parece que fue ayer cuando su madre murió. Dice que el dolor no se aleja a pesar de que han pasado tres años.
Cada diez de mayo casi 70 integrantes de la familia Espino se reúne en la tumba de doña Lucinda: hijos, nueras, nietos, y bisnietos.
Hasta los más pequeños guardan recuerdos de ella o han aprendido a quererla como si la hubieran conocido, pues sus padres nunca dejan de hablar de la gran madre que fue.
Llegan antes de las diez de la mañana y se van después de las cuatro de la tarde, y en estas horas reviven los mejores momentos que pasaron junto a su madre.
Jacinto, el hijo mayor de doña Lucinda, ni siquiera puede hablar. Las palabras se le atoran en la garganta cuando intenta hablar de su madre. "Era una gran mujer", alcanza a decir antes de comenzar a llorar.
Ricardo comenta que no sólo visitan la tumba de su madre el 10 de mayo, también el 2 de noviembre y el día de su cumpleaños, el 24 de julio.
"Mi madre tenía 73 años cuando murió. Siempre le cantamos un rato, y la acompañamos. Tal vez se fue físicamente pero sentimos que ella sigue entre nosotros", dice Ricardo.
Ricardo y Jacinto siempre llevan sus guitarras para cantarle las canciones de Juan Gabriel.
Recuerdos
"Extraño sus regaños, sus risas. Ya nada vuelve a ser igual después de que se pierde a la madre, es muy difícil pero la vida sigue".
Por eso Ricardo aconseja a todos los hijos que aún tienen vivas a sus madres, que las cuiden mucho.
"Porque ya nada más no están y uno se empieza a dar de topes en la cabeza. Hay que valorarlas cuando están vivas".
Fumigación
Después de la visita de los deudos a los panteones, la Jurisdicción Sanitaria VI realizará acciones de fumigación y abatización para impedir la reproducción del mosquito transmisor del dengue Aedes Aegypti. Esto, aunque no se compara para con el 2 de noviembre, cuando miles de deudos acuden a los cementerios.