Señoras y señores: la Universidad de México es una de las de mayor prestigio en América Latina, su sede ha sido declarada recientemente Patrimonio de la Humanidad, es una institución con un alumnado de más de 250 mil estudiantes, con una destacada plantilla de catedráticos, investigadores, científicos, de donde han surgido filósofos, médicos, abogados, ingenieros, arquitectos, de todo ha dado la Universidad al país.
De esta Alma Máter ha surgido el equipo Pumas y por eso cuando se habla de la Universidad, los Pumas están más allá del futbol, porque defienden los colores de una institución muy importante y trascendental para la vida académica y política del país.
Pumas consigue su séptimo título a base de lucha, esfuerzo, espíritu, garra azul y oro, colores que con tanta gallardía defienden sus jugadores. Por eso Pumas es diferente, por eso Pumas tiene que escoger muy bien a sus jugadores y a sus entrenadores, por eso Pumas trabaja con la cantera, por eso Pumas en muchas ocasiones ha sido la base de la Selección Nacional, por eso fabrica y prepara a sus propios técnicos, gente que trabaja con dedicación y sigue la huella de grandes entrenadores y jugadores, y por eso Pumas es orgullo de todo aquel que ha sido universitario.
Recorrer la historia de Pumas desde que fue campeón por primera ocasión en la 76-77, hasta la final del domingo, es recordar a Marik, Bora Milutinovic, Mejía Barón, Hugo Sánchez, que ganó un bicampeonato, Ferretti y hoy, un hombre joven, surgido de esa cantera y cuyo padre jugó en Pumas y trabaja en la cantera, Guillermo Vázquez.
La mezcla de esa juventud con veteranos que corren tanto como los jóvenes -Palencia es un ejemplo- y algunos extranjeros, tres, que usó el equipo constantemente, ha logrado que este equipo cuaje una temporada muy buena, muy equilibrada, consiguió 35 puntos, igual que el líder Tigres; luego dejó en el camino al campeón Monterrey y a otra gran cantera, Chivas.
Da gusto cuando un equipo que produce sus jugadores llega a la final, la juega, la gana y la gana bien, y además como se deben ganar las finales, de forma emocionante, angustiosa y sobre todo coronada con un gran gol, un gol de final, como el que hizo Javier Cortés, que por cierto durante la temporada marcó varios de ese calibre, que muestran el fruto y el esfuerzo de un canterano.
Hay que aprovechar la oportunidad y qué mejor que una final, Pumas lo hizo, demostró ser el mejor, merecido campeón y la gallardía con la que portan el escudo universitario y los colores azul y oro, es más que suficiente para estar a gusto con un equipo que trabaja en bien del futbol y defiende con orgullo el lema de la Universidad: Por mi raza hablará el espíritu. Y como dijeran los Pumas, ¡cómo no te voy a querer!, ¡cómo no te voy a querer!
Jrfernandez@reforma.com
