Señoras y señores: empezó la Copa Oro, lo mejor hasta ahora, el estadio de Dallas, de los Vaqueros, es espectacular, moderno, impresionante para cualquier deporte. Con decirles que se ve mejor el futbol en la pantalla que en la cancha.
Y en ese estadio, donde podrían jugar los mejores equipos del mundo, juega El Salvador, que es una caricatura de equipo y México, que en la segunda parte mejoró, de acuerdo con una primera mitad para el olvido.
Chepo debuta en la Copa con un triunfo fácil, ante un equipo que aguantó el primer tiempo cobijado atrás, con 4 en la defensa, 4 en la media y atacando con Zelaya, un poco Quintanilla y nada más. México, equivocando mucho los pases, tocando mal la pelota, con poca paciencia, a final de cuentas ganó caminando; uno atrás de otro empezaron a caer los goles producto de la gran movilidad del Chicharito, que es notoria ante todos los jugadores mexicanos, que muestra su calidad por el equipo en el que juega, la Liga en la que juega y por sus dotes de gran goleador. Metió 3, que podían haber sido más y la goleada fue de 5-0 que podía haber sido histórica. En el segundo tiempo el Chepo quitó un contención que estorbaba, entró De Nigris y se abrió rápido la cuenta de los goles.
Y por cierto la rechifla en el estadio fue para La Volpe cuando apareció en la pantalla en el momento en que jugaban Costa Rica y Cuba; también caminando, el equipo tico goleó a los cubanos.
Lo que es increíble es el cinismo de la gente de Concacaf y de los directivos de la FMF. En conferencia, Blazer dijo que no pasa absolutamente nada, que no hay crisis, que la Concacaf es maravillosa, que la respuesta está en el boletaje vendido en el estadio. Únicamente le interesa a este Santa Claus moderno, que apenas puede caminar, el dinero. Warner desapareció, aunque no sería raro que al rato diga que no dijo nada y no pasa nada. Justino Compeán no quiso hablar ni de Concacaf ni menos de Tijuana. El único que habló fue el Chepo que dijo "funcionaron los cambios".
Y por cierto, ya que hablamos de la Concacaf, el sábado en Boston, Estados Unidos se enfrentó a España. Fue tal la actuación de La Roja frente a los estadounidenses que fue uno de los bailes históricos en el futbol internacional el que le ha dado el campeón del mundo, España, a una Selección fuerte del área como EU.
La diferencia es abismal, unos juegan futbol de calidad, de altura, de inteligencia, con una técnica depurada con gran velocidad y los otros juegan a la potencia, a la lucha. Ésa es la diferencia que existe entre un campeón del mundo y el área de Concacaf.
Así empieza nuestra querida Copa Oro, obligatorio por el tipo de futbol que vimos en Dallas, que México sea el campeón.
Jrfernandez@reforma.com