El límite al que puede llegar el nivel de un equipo depende de varios factores y el propio desarrollo de la competencia es el que va ofreciendo las respuestas.
La Selección Sub 20 mostró por fin un buen esbozo -lo sigue siendo- del juego que es capaz de desempeñar en el decisivo segundo tiempo contra Colombia, amargada por dejarle las llaves de la casa a los demás para que continúe la fiesta.
El Tricolor, que se supo sobreponer a un error de su arquero -de muy buen nivel pero no infalible- manifestó que sí puede practicar futbol colectivo, que sabe apretar los dientes para defenderse cuando la aprietan, y de saber resolver en los momentos en que la exigencia se lo marca.
Los tres goles anotados a Colombia después de haber vencido en penales a Camerún en los octavos de final manifiestan que a falta de ciertos entramados que hagan más sólido su juego, el Tri tiene una determinación y ciertos elementos con cualidades individuales tan importantes que le permiten resolver.
Juan Carlos Chávez ha hecho pequeños ajustes en su alineación y en el complemento frente a los colombianos parece haber encontrado su cuadro ideal.
Por momentos uno quisiera que el equipo fuera tan intenso como lo hizo en ese tramo, que encontrara la contundencia manifestada en esa parte del duelo y que soltara su futbol como también lo hizo cuando se le borró la amnesia que padeció en la mayoría de sus presentaciones en Colombia.
La sensación que dejó ahora fue diferente. No es que haya llenado los ojos, pero sí se aproximó mucho más a ello.
A diferencia de los resultados contra Corea del Norte, Inglaterra o el mismo Camerún, equipos sorprendentemente limitados técnica y colectivamente, anuló a Colombia que si bien había trastabillado en los octavos frente a Costa Rica, había mantenido un nivel de buen equipo que lo hacía favorito.
El oponente del miércoles, Brasil, goza de muy buenas cualidades. Entre otras, el prestigio logrado a través del tiempo y la etiqueta de favorito que por la mentalidad mexicana no debería pesar en lo absoluto en el terreno emocional. La presión la tiene el de enfrente.
Posiblemente México soltó ya la presión de los partidos anteriores, reencontrará mas fácilmente una manera de jugar que domina desde hace tiempo e intente con los mejores hombres posibles de acuerdo a las características del rival.
Para el miércoles en Pereira, el Tri no luce en gran desventaja. Estar en las semifinales le permite soñar con cualquier cosa.
Jugando diferente, nos despertó la misma sensación que la Sub 17: batalló en la fase de grupos y se fue haciendo más fuerte cada vez.
¡Qué agradable es estar a punto de hacer historia una vez más!
