Los ibéricos nada pudieron hacer ante la marca implementada por el técnico del equipo inglés, el italiano Fabio Capello, quien neutralizó todas las variantes de los españoles, que tuvieron que resignarse con la derrota. (EFE)
La selección española volvió a tropezar en un amistoso de enjundia, el día que Íker Casillas igualó los 126 partidos de Andoni Zubizarreta, y como ocurrió ante Argentina y Portugal, salió derrotada del mágico Wembley, frente a una defensiva Inglaterra que sacó oro de un gol de Frank Lampard (1-0).
Wembley, el modelo de estadio del futbol moderno. Con la magia del antiguo en una atmósfera única. En la cuna del futbol. Donde un minuto de silencio pone los pelos de punta por el respeto al unísono de 87.000 aficionados. Donde los futbolistas son héroes que luchan hasta la extenuación. En el escenario que nunca olvidan los protagonistas que pisan el césped, España realizó un ejercicio de personalidad que acabó como castigo a instantes de relajación.
El sello de la Roja. Un aspecto tan complicado de adquirir por cualquier selección. Una identidad. En el presente, España la muestra ante cualquier rival que se ponga enfrente. En el estadio que toque. En Wembley al primer minuto ya se había instalado en terreno de juego rival. El toque amansa a las fieras. La salida con fuerza de Inglaterra no llegó. No tenían el balón.
Apostó Fabio Capello, buen conocedor y gran admirador del futbol español, por juntar línea defensiva y media. Dos líneas de jugadores unidos, en un 4-5-1 en el que la última prioridad era atacar. Para eso ya engancharían algún contraataque. Alguna acción a balón parado. El objetivo era eliminar espacios. Rebajar la imaginación española.
Por eso, España con Sergio Ramos instalado de central, Jordi Alba echando su instancia a la Eurocopa en el lateral izquierdo y David Silva como falso nueve, dominó de inicio a fin pero sin peligro. Ser dueño de un partido en Wembley sería elogiado en un pasado reciente.
Ahora se queda corto. Si falta el gol, la máxima esencia del futbol, nadie está contento.
Las diabluras de Iniesta o Silva no se culminaban por falta de acierto en el pase final. La imagen era de superioridad pero hasta el minuto 32 no llegó el primer disparo. Fue de Silva, con poco espacio, a las manos de Joe Hart.
Respondía al primer intento de los ingleses, cuando Lampard armó con rapidez el disparo a las manos de Íker Casillas. Inglaterra busca un estilo, fiel imagen de su técnico, Capello. Sin su referencia, Wayne Rooney, castigado por una expulsión que le impedirá jugar la primera fase de la Eurocopa. Las pocas dosis de calidad las puso un futbolista de otra época. Scott Parker es un centrocampista que no desentonaría en los años 60, en el futbol de blanco y negro. Puso el orden en su selección con mucha clase.
Un intento de Busquets, que remató alto a pase picado de Xabi Alonso, cerró el primer acto. Wembley se silenció por admiración y rugió con la velocidad del contragolpe inglés o en la queja cuando interpretó una exageración de Busquets tras una entrada.
Del Bosque se había marchado con desasosiego segundos antes de que el colegiado señalase el descanso. Su arenga parecía tener efecto, Villa chutó nada más comenzar la reanudación, pero recibió un castigo inesperado. Una falta lateral la remató con potencia Bent, ganando la partida por alto a la defensa española, y el balón se estrelló en el poste para caer en bandeja a Lampard que marcó a puerta vacía.
El gol desató minutos de duda en la Roja. Los cambios no ayudaron y se entremezclaron posiciones. El partido se embarulló por momentos hasta que España encontró el camino de llegar a la portería rival.