"La pregunta relevante para los ciudadanos no es quién es el bueno y quién es el malo, o cuál es el más malo de todos, sino cómo podemos salir beneficiados de esta guerra de titanes".
Ana Laura Magaloni
Aveces me da la impresión de que en la "guerra de titanes" en las telecomunicaciones todas las acusaciones tienen algo de razón. Tenemos una industria con enormes concentraciones y serias barreras a la competencia. Una de las funciones del Estado es disminuir esta concentración para beneficio de los consumidores pero también para hacer más competitivo al país.
La Comisión Federal de Competencia (Cofeco) tuvo una acción decisiva hace unos días al decretar una multa de 11,989 millones de pesos en contra de Telcel. Este próximo 2 de mayo la guerra llega por primera vez al pleno de la Suprema Corte de Justicia.
El asunto que tratarán los ministros es bastante técnico: ¿pueden los jueces de amparo ordenar la suspensión de tarifas de interconexión fijadas por la Comisión Federal de Comunicaciones (Cofetel) cuando los operadores no se ponen de acuerdo en una tarifa? El ministro ponente, Fernando Franco, plantea que sí porque "los efectos económicos" sólo atañen a los concesionarios "y no necesariamente trascienden a los usuarios del servicio de telefonía".
En este tema coincido con la Cofetel y rechazo la propuesta del ministro Franco. Me parece obvio que las tarifas de interconexión sí "trascienden" a los usuarios. Considero así que, mientras se resuelve el fondo de un juicio de amparo, los precios de interconexión que la Cofetel fije en beneficio de los usuarios no deben ser suspendidos por los jueces federales.
Ahora bien, éste es el primero de muchos juicios que tendrán que resolverse en los próximos tiempos. Los fallos serán fundamentales, no sólo porque incidirán sobre los precios y la calidad de los servicios de telecomunicaciones sino porque definirán la competitividad y la prosperidad de nuestro país durante décadas.
Como en otras ocasiones, quiero hacer una aclaración de interés: colaboro con Grupo Salinas y Grupo Radio Centro, dos empresas con intereses relevantes en las telecomunicaciones. Mis posiciones, sin embargo, no necesariamente reflejan las de estas empresas.
Estoy convencido de que las autoridades y los tribunales deben promover la creación de un mercado más competitivo. Estoy a favor, por ejemplo, de que Telmex pueda ofrecer televisión de paga y competir con las empresas de Televisa, como Sky y Cablevisión, y los miembros de la Cámara Nacional de la Industria de las Telecomunicaciones (Canitec). También respaldé en su momento, sin embargo, que las empresas de televisión por cable ofrecieran servicios de Internet y telefonía, cosa que ya hacen.
En los cobros por interconexión, éstos deben ser a mi juicio los mínimos posibles que promuevan mayores inversiones pero no deben ser discriminatorios. No es correcto que se cobre una tarifa baja o nula a una empresa propia y una mayor a las competidoras. Esta práctica, que es la que castigó la Cofetel con su multa de mil millones de dólares a Telcel (monto que, a propósito, me parece exagerado), es inaceptable en un mercado con reglas equitativas.
Hay soluciones fáciles en el mercado de las telecomunicaciones. La ley misma hace muy difícil para las autoridades (SCT, Cofetel, Cofeco) cumplir con su función. Pero los tribunales deben ayudar en lugar de obstaculizar el beneficio a los consumidores. Por lo pronto, la Corte debería rechazar una posición tan absurda como la que supone que las tarifas de interconexión no afectan a los consumidores.
Hoy se inaugura en Brasil la reunión regional del Foro Económico Mundial. La nueva presidenta brasileña, Dilma Roussef, buscará proyectar a los más de 700 empresarios reunidos en Río de Janeiro (un récord) que, como su predecesor Luiz Inázio Lula da Silva, se puede ser de izquierda y promover al mismo tiempo la inversión y la creación de empleos en un país.
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