Ya nada es igual. Kevin Wolford asegura que la vida en Nueva York quedó marcada con el atentado del 11 de septiembre.
Para Kevin Wolford, la última década ha sido una caída desde la seguridad a la pérdida. Alguna vez con un empleo estable donde ponía techos en una floreciente área de la Florida, ahora sus cheques por desocupación dejaron de llegar y ha usado la mayoría de los ahorros que tenía para el retiro.
Está separado de su esposa, en parte por sus finanzas.
El culpa de sus problemas a la economía. Sin embargo, viendo hacia atrás la década pasada, Wolford siente que ha atestiguado un declive nacional que empezó con el ataque terrorista del 11 de septiembre de 2001.
A más de 1,600 kilómetros de distancia, desde su punto de vista en el terreno en construcción donde se encontraban las Torres Gemelas en Nueva York, José Bonilla ve las cosas de manera diferente. En la década pasada ayudó a librar una guerra, tuvo dos hijos y se mantuvo con empleo, ya que se unió al equipo que construye el rascacielos que se erige donde estaban las torres.
Cuando mira hacia atrás a la transformación de la que ha sido testigo desde el 11 de septiembre, él ha visto renacimiento. Como el ave Fénix resurgiendo de las cenizas, dice.
Para algunos, especialmente en las partes del país más golpeadas por los pasados años de guerra, pérdida y dificultades económicas, el 11 de septiembre de 2001 parece el momento en que todo comenzó a ir mal. Esa mañana soleada de martes se arraigó como un miedo persistente: ¿Qué tal que haya sido el comienzo de una larga caída? ¿Estamos siendo testigos del declive de un imperio?
Sin embargo, al hablar con neoyorquinos sobre el 11 de septiembre, muchos darán una perspectiva distinta. En Nueva York, la memoria de la devastación continúa viva, pero el momento apocalíptico llegó y se fue. Aunque la década pasada incluyó su parte de burocracia y retos económicos, los oscuros temores que ensombrecieron la ciudad después de los ataques al parecer nunca se materializaron. Las cenizas y los escombros ya no están, lo mismo que la mayoría de los hombres uniformados armados con metralletas.
Cuando los neoyorquinos miran hacia atrás ahora, muchos ven fuerza y perseverancia. Es el fuego que atravesaron y sobrevivieron.
"Hay incluso más orgullo en ello, que lograste atravesar tiempo oscuro, esa nube", dijo Bonilla. "Esa es una de las razones que por las que nos derriban, para aprender a ponernos de pie otra vez".
UNA NUBE DE CENIZA
En los días siguientes al 11 de septiembre de 2011, la zona sur de Manhattan se cubrió con una ceniza gris que salió de las torres demolidas mientras la gente aturdida colocaba afiches en busca de sus familiares por toda la ciudad.
El resto de Estados Unidos veía el horror en la televisión, sin poder hacer nada. No había mucho que hacer; se organizaron donaciones masivas de sangre en todo el país y la gente se formaba para donar. Sin embargo, poca gente salió con vida de los escombros del Centro Mundial de Comercio, por lo que no se necesitó sangre.
Una década después los neoyorquinos ya no están aturdidos, dijo John Baick, profesor de historia en la Universidad del Occidente de Nueva Inglaterra en Springfield, Massachusetts.
"Nueva York superó el 11 de septiembre mucho más rápido de lo que cualquiera hubiera esperado", dijo Baick, que además es historiador de la ciudad. "Los neoyorquinos son mejores a la hora de aislar los problemas. En ninguna otra parte del mundo existe este tipo de diversidad, tensión y novedad. Los neoyorquinos se adaptan y ajustan con velocidad notable".
Mientras que la ciudad de Nueva York se recuperaba, el resto del país seguía en duelo, y luego continuó de luto por los soldados en las guerras de Afganistán e Irak. Y volvió al duelo cuando el mercado inmobiliario se desplomó y al empezar la Gran Recesión.
"Quizá en Nueva York pueden ver un ave fénix resurgir de las cenizas", dijo Tony Brunello, profesor de ciencias políticas en la Universidad de Eckerd, en St. Petersburg, Florida. "Pero para la gente de por aquí, es un mundo lleno de temor, sin evidencia de una recuperación".
Los neoyorquinos no se escaparon de las penurias de la recesión y las guerras. Pero su ánimo quizá es mayor una década después del 11 de septiembre de 2001 porque ven evidencia del progreso y los logros en la zona donde estaban las Torres Gemelas, dijeron Brunello y Baick, mientras que la gente en lugares como Florida, Arizona y Nevada ha sentido una cadena de eventos cada vez peores durante los últimos 10 años que no tiene final a la vista.
"El resto del país sigue tratando de entender el significado de estas cosas, intentando hallarles algún sentido", dijo Baick. "El resto del país, que no resultó tan afectado por el 11 de septiembre de 2001, sigue tratando de entenderlo".
EL DESEMPLEO UNA REALIDAD
Wolford está percatándose que volver a ponerse de pie no siempre es tan fácil. Sin empleo otra vez, el trabajador de la construcción de 54 años en Fort Myers, Florida, está de nuevo en la oficina donde se atiende a los desempleados, tratando de descifrar el nuevo proceso para solicitar en línea su asistencia por desocupación.
Cuando se enteró por primera vez del 11 de septiembre, Wolford estaba en un mundo diferente. Llevaba trabajando más de 10 años en la misma empresa dedicada a poner techos. El condado Lee, entre Tampa y Miami, estaba en auge. Se construían viviendas en todos lados donde alguna vez hubo naranjales. El desempleo alcanzó una cifra récord a la baja ese año con 2,1%.
Al ver las Torres Gemelas arder desde la televisión de un hospital durante un receso en su trabajo, Wolford quedó horrorizado, triste, pero no impactado en lo personal. El supuso que la mayoría de la gente afuera de la ciudad de Nueva York se sentía de igual manera.
Al ver hacia atrás ahora, parece que el 11 de septiembre anunció un cambio. No es el mismo país en que creció, dijo. Hay menos confianza, menos oportunidades, especialmente para las personas como él. Tiene la sensación de que las mejores épocas de Estados Unidos ya pasaron.
Ap