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La hora del voto

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LUIS FERNANDO SALAZAR WOOLFOLK

Las campañas para elegir gobernador y diputados en el Estado de Coahuila llegan a su fin y se abre un período de reflexión previo al domingo tres de julio próximo, en el que los ciudadanos coahuilenses tendrán la oportunidad de decidir su futuro político mediante la emisión del voto.

Es lugar común el escuchar que la democracia mexicana adolece de múltiples defectos, que privan a la participación ciudadana de la eficacia que en teoría esperamos de la emisión del voto.

También son frecuentes y muchas veces justificadas, las críticas hechas a los políticos, a los partidos, a los encuestadores profesionales y a los medios de comunicación, como los responsables del accidentado camino por el que discurre la transición a la democracia plena en nuestro país, hasta el extremo de que el mal desempeño de los actores sociales y políticos de referencia, más que convocar a la participación, provocan la decepción y el alejamiento de los ciudadanos.

En el entorno específico de las elecciones de Coahuila se agrega el factor miedo en dos vertientes. Una que deriva de la presencia de la delincuencia organizada que asuela a la vida cotidiana de nuestras ciudades, y otra que tiene su origen en un gobierno empeñado en conducir una elección de Estado, a través de la presión ejercida sobre las personas a través de las estructuras burocráticas y directamente sobre los ciudadanos, que son atenazados entre la necesidad extrema y los programas sociales condicionados del gobierno.

El panorama no es alentador, pero por lo mismo es necesario que el voto libre, secreto e informado de los ciudadanos sea la excepción al mal desempeño descrito y encienda la luz de la esperanza para un futuro mejor. En ese sentido, corresponde a los electores el concurrir en abundancia a sufragar, con la seguridad de que a golpe de votos, es como se irá modelando el tipo de instituciones y políticas públicas que deseamos como coahuilenses y como mexicanos.

Es cierto que las opciones en juego dejan mucho que desear, pero sin duda alguna, los cuatro candidatos a gobernador postulados por sendas opciones de partidos o alianzas de partidos, representan el conjunto de alternativas representativas que ofrece nuestra múltiple y plural identidad política a nivel local y nacional y como tal, de entre esas opciones nos corresponde elegir en el aquí y ahora, sin que tenga sentido esperar una solución mesiánica o externa.

No valen por tanto ni la abstención evasiva ni la cobarde neutralidad. El Dante en su Divina Comedia, reserva el peor de los infiernos para quienes en las grandes crisis se instalan en la cómoda tibieza.

El domingo próximo habrá votaciones y de lo que se decida, dependerá el futuro de Coahuila y de cada una de las ciudades de nuestro estado, al menos para los próximos seis años o tal vez más, si el continuismo y la imposición se consolidan y adquieren carta de sucesión entre nosotros.

El riesgo de una regresión autoritaria en nuestro país amenaza en el horizonte inmediato y si no hacemos valer nuestro voto hoy que todavía es tiempo, tal vez mañana el derecho al sufragio se vuelva nugatorio, como en la época todavía reciente del sistema de partido de Estado, en la que la democracia se reducía a mero formulismo y letra muerta.

Salgamos a votar los coahuilenses a pesar del desempeño en algunas ocasiones cuestionable y en otras francamente malo de nuestros políticos, para que se diga de nosotros como se dijo del Cid cuando cabalgaba por los campos de Burgos: ¡Qué buen vasallo, si hubiera buen Señor!

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