EFE
La única amenaza que debe temer la Iglesia católica son los pecados de sus propios miembros, aseguró hoy el Papa Benedicto XVI, quien rezó a la Virgen por el momento difícil que atraviesa Italia y Europa.
La tarde de este jueves el pontífice rindió homenaje a la estatua de María colocada en la parte más alta de una columna en la Plaza de España, en el centro de Roma, con motivo de la fiesta de la Inmaculada Concepción.
'El pueblo de Dios peregrinante en el tiempo se dirige a su madre celeste para que ella acompañe el camino de la fe, anime el empeño de vida cristiana y ofrezca sostén a la esperanza', dijo el pontífice ante miles de personas que abarrotaron el lugar.
En una reflexión, pronunciada en italiano, repasó el pasaje bíblico del Apocalipsis, en el cual un dragón intenta devorar el hijo que está por nacer de una mujer embarazada, pero que es derrotado por la espada de un ángel.
Aseguró que la Virgen hizo posible el nacimiento de Jesús, el salvador, vencedor del demonio el cual entonces- decidió dirigir sus ataques contra la Iglesia, en el desierto del mundo.
'Y así en toda tribulación, a través de todas las pruebas que encuentra en el curso de los tiempos y en las diversas partes del mundo, la Iglesia sufre persecución pero resulta vencedora', apuntó.
Advirtió que Satanás es un 'feroz adversario', pero aclaró que 'la única insidia de la cual la Iglesia puede y debe tener miedo es de los pecados de sus miembros'.
'Mientras María es inmaculada, libre de cada mancha de pecado, la Iglesia es santa, pero al mismo tiempo está marcada por nuestros pecados. El amor de Dios es garantía contra todas las ideologías del odio y el egoísmo', ponderó.
El Papa, quien llegó a bordo del 'papamóvil' y depositó una ofrenda floral en la columna, pidió que 'en este momento tan difícil para Italia, para Europa y para varias partes del mundo, debemos ver que existe una luz más allá de la capa de niebla que parece envolver la realidad'.