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LA ILUSIÓN DE LA FLOTACIÓN

POR SALVADOR KALIFA

Una de las peculiaridades de la naturaleza humana es que cuando se repiten mucho las mismas mentiras es posible que las personas acaben por concluir que son verdad. Este parece ser el caso con el denominado régimen de flotación del peso mexicano.

Funcionarios públicos y analistas hablan de él como si en realidad no hubiera intervención alguna de las autoridades en la operación del mercado cambiario en México.

Lo mismo hacen diferentes columnistas, que al comentar sobre la cotización actual del peso concluyen que es resultado del libre juego de la oferta y la demanda de los particulares, sin la injerencia del gobierno.

En teoría, en un régimen de flotación libre los agentes económicos determinan la paridad de las divisas, sin intervención alguna de las autoridades. Hay, es cierto, situaciones extraordinarias donde en los diferentes países cuyas monedas flotan, sus bancos centrales intervienen para contrarrestar lo que consideran tendencias inadecuadas en la evolución de las mismas.

Sin embargo, para considerar a un régimen de flotación libre, es importante que esas intervenciones sean muy esporádicas y que el resto del tiempo se deje al mercado determinar la valuación de las divisas. Eso hacen, por ejemplo, las autoridades de Estados Unidos, Canadá, Inglaterra y la Eurozona.

Las autoridades mexicanas son, por naturaleza, intervencionistas. En la práctica, meten su cuchara en todos los asuntos de los particulares. El mercado cambiario no es la excepción.

El régimen de flotación nació en nuestro país a finales de 1994 no por falta de ganas de intervenir, sino por falta de divisas. Sin embargo, el gusto por la flotación libre duró muy poco.

El Banco de México (Banxico), tan pronto pudo (en noviembre y diciembre de 1995), volvió a intervenir en el mercado cambiario y lo ha seguido haciendo desde entonces, casi a diario, con diferentes esquemas de compra y venta de dólares.

Nuestras autoridades dicen que, no obstante esas intervenciones, Banxico no tiene una meta para el tipo de cambio del peso con el dólar. Eso, en principio, es cierto. No hay un número específico para la paridad de nuestra moneda con el dólar. Pero de ahí a que exista una flotación libre, es otra historia.

La realidad muestra que vivimos la ilusión de un régimen de flotación libre, pero en la práctica nos movemos dentro de una banda de flotación, eso sí, sin cotas fijas y bastante más amplia y elástica que las aplicadas antes de 1995.

Por ejemplo, pareciera que la banda anterior a octubre de 2008 para la cotización del dólar era de 10 a 12 pesos. La crisis financiera de ese año contribuyó a que esa banda se desplazara hacia arriba, pero en un lapso de doce meses Banxico vendió más de 30 mil millones de dólares para evitar que la cotización de la divisa estadounidense se quedara por encima de los 14 pesos.

Desde entonces, la reacción de nuestras autoridades ante los distintos episodios de depreciación y apreciación del peso, nos dan una idea de los intervalos de la banda actual.

Por un lado, vendieron dólares cuando el precio de esa divisa superó los 14 pesos, mientras que, por el otro, cuando la cotización del dólar se fue acercando a los 12 pesos, primero anunciaron opciones de compra de hasta 600 millones de dólares mensuales y, luego, la suspensión de la subasta diaria para vender dólares a partir del 12 de abril de 2010.

El Gobierno de Calderón insiste, sin embargo, que México no seguirá a otras economías emergentes adoptando controles de cambio o interviniendo directamente en el mercado del peso.

No sé entonces cómo llamar a la participación diaria de Banxico en el mercado que acabo de describir. ¿Será acaso una intervención "indirecta"?

Por si quedara alguna duda en cuanto a la intervención del Gobierno en el mercado de divisas y sobre el piso no anunciado de 12 pesos por dólar de la nueva banda, basta con repasar las declaraciones del secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, el 11 de febrero de este año en una entrevista en las oficinas principales de Bloomberg en Nueva York.

En esa ocasión señaló que una de las alternativas que el Gobierno mexicano estaba explorando para enfrentar los efectos de los flujos de capital sobre el tipo de cambio y el peligro de una reversión repentina de los mismos, era la de aumentar el monto de las subastas mensuales de compra de dólares.

En un régimen de flotación libre ¿Cuál es el propósito de comprar dólares y elevar las reservas? ¿Cuál el de anunciar una Línea Flexible de Crédito con el Fondo Monetario Internacional?

Estas acciones sólo tienen sentido en una flotación sucia, como mecanismos de acumulación de dólares mientras sean "baratos", para luego venderlos, cuando su precio se salga de la zona de confort, que por ahora parece ser el intervalo de 12 a 14 pesos por dólar.

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