Temores. Especialistas temen que el caro precio del crudo provoque una elevada inflación en la economía mundial y baje el crecimiento.
La incertidumbre económica que galopa por el mundo nos recuerda que las causas y efectos de la recesión de 2009 siguen presentes. La caída de los principales indicadores bursátiles sintetiza el nerviosismo que los inversionistas y especuladores tienen respecto a la evolución del sistema financiero global.
Una situación similar se tiene en la evolución del precio del petróleo, el cual sigue incrementándose de manera sistemática. Ante la negativa de la OPEP para aumentar su producción, y con ello restringir la elevación de precios del también conocido como oro negro, Estados Unidos ha comenzado a manejar su reserva estratégica. El objetivo de los norteamericanos es inundar el mercado para contener el precio de los hidrocarburos. En el fondo se tiene el temor del impacto que un petróleo caro puede tener en otras variables económicas, como por ejemplo la inflación. Es conocido que en un entorno de menor crecimiento, un aumento en los precios al productor y consumidor podría obligar a que la Reserva Federal incrementará sus tasas de referencia, limitando aún más el ya de por sí precario desempeño del aparato productivo de Estados Unidos.
Los recelos de las instituciones encargadas de la economía en la principal potencia mundial están bien fundamentados. Debe recordarse que en los últimos dos meses la Reserva Federal disminuyó su expectativa de crecimiento sobre el PIB en un punto porcentual, dejándolo en 2.9%.
En apariencia lo anterior aún refleja un escenario positivo, sin embargo lo que más llama la atención es la tendencia a la baja en la prospectiva de la Reserva Federal. Independientemente de que en las últimas semanas los principales indicadores bursátiles norteamericanos han disminuido sensiblemente, en la economía real también existen signos claros de que se encamina hacia una etapa de crecimiento modesto.
Hace unos días Paul Krugman, el renombrado premio Nobel de economía y una de las mentes más críticas sobre el manejo que se ha hecho del sistema económico y financiero mundial, citaba que Estados Unidos podría estar enfrentando su década perdida. Dicha frase fue aplicada a la etapa de los años ochenta, en donde los países de América Latina, entre ellos México, vivieron un estancamiento económico, y en donde los costos de la misma se siguen pagando. La revisión de cifras como el desempleo, la mermada venta de casas y el escaso gasto en construcción, permiten entender parte del argumento de Krugman. En realidad la debilidad del mercado interno norteamericano será el lastre por el cual difícilmente podrá observarse una reactivación económica sostenida y vigorosa.
En dicho escenario también se tiene el problema de la tragedia griega. Un país que requiere crecientes recursos financieros internacionales para enfrentar su crisis, pero que a cambio de ello deberá realizar severos ajustes sociales. Lo anterior implica que la población verá disminuir de manera significativa su nivel de vida. La cuestión es que en la Unión Europea existen otros países que viven un entorno igualmente adverso, los casos de España y Portugal son claros en ese sentido.
Recisión sigue presente
Hay temores fundadores de una recesión mundial:
⇒ Un indicador es el aumento del precio del petróleo en el mundo.
⇒ Ante un crudo caro se teme un impacto en la inflación de las economías en el mundo.
⇒ Lo anterior podría obligar a la FED a incrementar sus tasas de referencia, afectando el aparato productivo lento que reporta la economía de Estados Unidos.
⇒ La FED hace poco baja su expectativa de crecimiento.