¿Cuál es el caso de denigrar al Presidente de la República? ¿Hasta dónde llevaremos las cosas? La manta que se colocó por varios diputados en la tribuna de la Cámara de Diputados con una leyenda que ofende la figura de nuestro mandatario, no se entiende. No estamos viviendo tiempos fáciles en que faltándole al respeto a él, lograremos corregir el rumbo del país. Nuestra ley suprema establece que el ejercicio del Poder Ejecutivo de la Unión se deposita en un solo individuo. ¿Qué estaremos logrando con agraviarlo? Le disminuiremos sus facultades; y si así fuera ¿para qué nos serviría una figura decorativa que estuviera con las manos atadas? Lo que es o pueda ser el ejecutivo, lo seremos el resto de los mexicanos. Si acaso se quiere denostarlo, por un hecho cierto o falso hay caminos constitucionales que pueden llevar a arrojarlo legalmente de su puesto.
Miembros de un partido opositor subieron a la tribuna y procedieron a extender la malhadada tela en la que aparentemente se formula una pregunta que consideran será contestada como si todos en este país nos constara el planteamiento que ahí se hace. Se tilda de dipsómano al Ejecutivo Federal, con una agudeza que apunta se dieron cuenta de que estaban actuando indebidamente, no obstante a un Presidente, sea como sea, no se le ultraja. No diré que como Benito Juárez, guardando las distancias, un Presidente de la República, por el solo hecho de serlo, es la encarnación misma de la Patria. No es así y sin embargo, pese a cualquier error que pudiera haber cometido el actual, es el que lleva la banda tricolor cruzada al pecho. Debemos respetarlo para empezar a respetarnos a nosotros mismos.
La mentada manta puede ser un síntoma de disconformidad, pero no todos los mexicanos aparecen aceptando su contenido. Tal como fue concebida no tendríamos que exprimirnos los sesos para encontrar el leit motive que llevó a unos pocos diputados a subirse a la tribuna para desplegarla. Uno a uno, son reconocidos militantes de un partido contrario al del Presidente, por lo que no tenemos que batallar para saber que es un ataque eminentemente de corte político. Es obvio que con su maniobra mediática dañan al mandatario, pero también están abriendo la Caja de Pandora para que haya un enfrentamiento entre mexicanos. No se puede insultar la investidura presidencial sin que haya una respuesta del tamaño de su atrevimiento.
Un Presidente puede que no sea venerado, puede que se deje llevar por placeres mundanos, puede ser que esté equivocado, mas, mientras no sea revocado su mandato, siguiendo pautas legales, merece la consideración de los mexicanos. No hay de otra. Somos un pueblo civilizado. La diatriba, la invectiva y el escándalo, solamente beneficia a los que sin motivo ni razón esgrimen sus catilinarias en busca de un beneficio personal. No es de extrañar que esas conductas aparezcan cuando la nación lucha por prevalecer. Que el Primer Mandatario se tome unas copas, empine el codo y se ponga hasta las chanclas, no es motivo de crítica, puesto que no es un dios griego, al contrario es un hombre como cualquiera, común y bien mientras no descuide el tabarete a su cargo. En fin, las fuertes presiones a que está sujeto no dejan lugar a dudas de que nosotros, en su lugar, no dudaríamos en hacer lo mismo.