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La muerte de Blake impacta severamente al gobierno de Calderón

JESÚS CANTÚ

 L A muerte del secretario de Gobernación, José Francisco Blake Mora, impacta al gobierno del presidente Felipe Calderón en dos sentidos: primero, por las especulaciones que alimenta el que sea el segundo secretario de Gobernación del actual sexenio que fallece en un accidente de aviación y el tercer miembro del gabinete de seguridad en situaciones similares, en los últimos seis años; y, segundo, por el hueco que deja en un puesto central para la gobernabilidad nacional en momentos críticos para el país.

Respecto al primer asunto, únicamente con el ánimo de recordar las reacciones presidenciales ante los acontecimientos anteriores: el 21 de septiembre de 2005, el entonces presidente Vicente Fox Quesada, al dar a conocer el fallecimiento de Ramón Martín Huerta, secretario de Seguridad Pública, no mencionó la palabra accidente en ningún momento de su mensaje y dio pie a que surgieran las especulaciones al señalar explícitamente que los funcionarios públicos fueron "héroes que perdieron la vida en el ejercicio de la grave tarea que les encomendó la sociedad".

Inmediatamente después el entonces vocero Rubén Aguilar llamaba a evitar las especulaciones y a los dos días el entonces procurador Daniel Cabeza de Vaca, al asistir a la misa de cuerpo presente de Martín Huerta, en León, Guanajuato, declaró que "no hay un solo indicio de proyectil y tampoco hay pólvora", que haga presumir un atentado. El mismo día, desde Villahermosa, Tabasco, Fox declaró que hasta ese momento todo indicaba que fue "un fatal y desafortunado accidente" y puntualizó que se continuará con la investigación, pero aclaró "no particularmente buscando cosas raras, sino las razones reales de lo que sucedió para aprendizaje y para hacer mejor las cosas en el futuro".

Poco más de tres años después, el 4 de noviembre de 2008, al dar a conocer oficialmente el fallecimiento de Juan Camilo Mouriño, entonces Secretario de Gobernación, Felipe Calderón, tampoco pronunció en ningún momento la palabra accidente y en su mensaje incluyó varias afirmaciones que alentaban la idea de que se trataba de un atentado. En una primera alusión señaló: "El gobierno federal a mi cargo, en coordinación con las instancias competentes, realizará todas las investigaciones necesarias a fin de averiguar a fondo las causas que originaron esta tragedia. Mientras tanto, nos atendremos a la información que vaya surgiendo de las pesquisas correspondientes."

Más adelante al referirse específicamente a Mouriño recordó como compartieron las luchas por construir un México donde brillara la seguridad, para enfatizar que "Su muerte...es para mí un motivo poderoso para pelear sin descanso y ahora más que nunca, por los ideales que compartimos." Y concluir con una convocatoria a todos los mexicanos a que "ningún acontecimiento, por doloroso o difícil que sea...nos haga desfallecer en nuestro anhelo de tener un México mejor."

El 2 de diciembre de ese mismo año, en entrevista con Joaquín López Dóriga, reconoció: "Yo honestamente Joaquín, en el primer momento como muchos mexicanos pensé que pudo haberse tratado de un atentado, era inevitable tener esa hipótesis en la cabeza..." Así las especulaciones que su mensaje desató, tenían fundamento.

Sin embargo, como en el anterior accidente, al día siguiente el entonces Secretario de Comunicaciones y Transportes, Luis Téllez, responsable de las investigaciones, salió muy temprano a aclarar que todo indicaba que había sido un accidente.

En esta ocasión ni Calderón ni su vocera quisieron abrir ningún espacio para la especulación. Primero Alejandra Sota, al informar oficialmente sobre los hechos, pidió esperar el resultado de las investigaciones y posteriormente, Calderón señaló, desde el primer párrafo de su mensaje: "Con profunda pena, con muchísimo dolor, he tenido conocimiento esta mañana del fatal accidente..."

Y más adelante, tras informar que había girado instrucciones al secretario de Comunicaciones, Dionisio Pérez Jácome, para que investigue las causas del mismo, aclaró: "Es mi deber decir... [que] las condiciones de nubosidad que prevalecían...hacen pensar, ciertamente, en la probabilidad de un accidente."

Las diferencias en el manejo de la información son evidentes: en los dos primeros casos, los mismos mensajes presidenciales daban pie a las especulaciones; en éste, todo lo contrario, pretendieron cerrar dicha posibilidad. En los siguientes días se podrá evaluar si lo consiguieron o, al contrario, al ser el tercer evento similar en seis años, cuando arrecia la guerra contra la delincuencia organizada y hacer tan evidente el cambio de estrategia de comunicación, alienta las especulaciones.

Pero controlar las especulaciones y el clima de inseguridad que de ello se derive no es el único desafío que enfrenta Calderón, que tiene que llenar cuanto antes el hueco dejado en la Secretaría de Gobernación con la muerte de Blake, especialmente porque los últimos cambios en el gabinete, apenas en septiembre de este año, evidenciaron que ya no le quedan amigos para incorporar a su equipo de trabajo y, por lo mismo, ahora tiene que rotarlos.

Todo indica que sus compañeros, más allegados, en la bancada panista del 2000 al 2003 (de donde salieron precisamente los dos secretarios de Gobernación fallecidos) o en su maestría en Harvard, a finales de la década pasada (Salomón Chertorivski), ya ocupan puestos en el actual gabinete. Si a esto se le agrega que algunos de sus posibles candidatos para dicha posición tienen otras aspiraciones políticas, Calderón no tiene opciones claras, al menos, entre sus círculo más cercano.

Esto sin considerar que las circunstancias actuales (estructurales y coyunturales, incluyendo esta tragedia) exigen la presencia de una figura política inteligente, hábil y respetada. El reto es mayor.

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