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La mujer que da todo por ayudar

Ayuda. En el albergue Jesús el Buen Pastor del Pobre y el Migrante, la activista enseña a los migrantes a ser útiles pese a haber sufrido una amputación.

Ayuda. En el albergue Jesús el Buen Pastor del Pobre y el Migrante, la activista enseña a los migrantes a ser útiles pese a haber sufrido una amputación.

EL UNIVERSAL

Olga Sánchez Martínez sobrevive cada día a la muerte. Ella lucha por la vida de los inmigrantes que fueron destrozados entre las mandíbulas de "La Bestia" o que se accidentaron durante su viaje a Estados Unidos, acciones que realiza como pago a Dios por permitirle vivir.

La samaritana, de 45 tanto años, nativa del pequeño municipio fronterizo de Cacahoatán, Chiapas, como fantasma -vestida de blanco- recorre todos los días hospitales y postas migratorias, en busca de personas a las que pueda ayudar.

Hace 21 años Sánchez Martínez inició con su labor altruista y estima que ha ayudado a más de 15 mil personas, en su mayoría adolescentes de entre 13 y 17 años, y adultos de 19 y 30 años de edad; algunas mujeres, en su mayoría inmigrantes de Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua, que sufrieron la amputación de sus miembros por el ferrocarril y lesionados en accidentes o durante asaltos, así como a personas enfermas y de la tercera edad abandonados por sus familiares.

La mujer, quien porta en su cuello un rosario, recuerda que en 1990 le pronosticaron pocos años de vida estando embarazada de su último hijo, por lo que se refugió en la iglesia donde la invitaron a visitar enfermos en el Hospital de Tapachula para llevarles palabras de aliento.

"Al estar ahí me di cuenta que habían muchas personas de otras nacionalidades que se encontraban solas y que lo primordial era apoyarlos con sus medicamentos, por lo que empecé a enfocarme a ellos", relata.

Explica que se dio cuenta que al ser dados de alta no tenían un lugar donde recuperarse, así que se decidió a ofrecerles su casa.

"Pensé que una vez recuperados se iba a ir, pero eran tantos que llegué a tener hasta 60 personas en la casa, esto no disminuía sino que iba creciendo, entonces me sentía apretada con la familia y los enfermos".

La Samaritana comenta que además tenía que darles de comer y surtir las recetas médicas, por lo que decidió salir a la calle a pedir limosna y tocar el corazón de las personas.

"Me di cuenta que estábamos en una frontera bastante necesitada de apoyo para el migrante, en ese tiempo no había nadie que les tendiera la mano, se abusaba de ellos, quedaban tirados en las vías del tren sangrando y nadie los ayudaba, decían las personas: 'déjenlos que se mueran son migrantes, no sé qué vienen hacer aquí'", recuerda con tristeza.

Olga Sánchez recuerda con una sonrisa de nostalgia que al poco tiempo una persona le prestó una casa que se ubicaba a una cuadra de las vías del ferrocarril para que pudiera abrir un albergue, al que llamó "Jesús el Buen Pastor del Pobre y el Migrante".

"Me la prestaron por tres años, pero ahí estuve casi siete hasta que nos corrieron", dice Olga, quien como siempre viste de manera sencilla una blusa y falda larga de color blanca.

Sin la ayuda de nadie, Olga Sánchez continuaba con su visita a los enfermos en el hospital llevándoles palabras de aliento, además de realizar la curación de los migrantes amputados o lesionados y conseguir los recursos para la manutención del albergue.

 'LA BESTIA' LES COMÍA LOS MIEMBROS "Teníamos muchas carencias, a veces no teníamos ni para comer. Yo miraba a la gente que se arrastraba en el piso porque no teníamos sillas de ruedas, muletas y menos las prótesis de los migrantes, era difícil conseguir apoyo porque la gente no creía en lo que estaba sucediendo", cuenta.

Olga relata que la situación empeoraba y crecía el número de migrantes que caían del tren. "'La Bestia' les comía sus miembros, les mataba las ganas de vivir y terminaba con ese sueño de una vida mejor".

-¿Cómo encontraba a los migrantes que perdían sus extremidades?

-Muy mal sicológica y emocionalmente, para ellos estar amputados de alguna parte de su cuerpo es traumático, no quieren vivir. Vi a varios que querían ahorcarse.

"Yo les tenía que dar confianza, les decía que no estaban solos luchando, ellos sentían que los acompañaba en su dolor, les impulsaba a la vida, les hacía ver que eran útiles aún sin una parte de su cuerpo".

Entrevistada en una pequeña sala del albergue, Olga Sánchez señala que también le tocó ver morir a mujeres migrantes, entre ellas a una niña de 14 años, quien sufrió abuso sexual por parte de varios hombres.

"En aquel tiempo habían muchas mujeres violadas y nunca denunciaban. Las autoridades en vez de ayudarlas siempre les decían que ellas tenían la culpa de lo que les pasaba por salirse de su país de origen", señala Olga Sánchez.

-¿A qué problemas se enfrentó por denunciar los abusos contra migrantes y por apoyarlos?

-Fui acusada de ser traficante de personas. Siempre me querían llevar presa, algunas veces hasta se metieron al albergue a quererme sacar, también balearon la casa.

"No me dejaban trabajar, decían que estaba contra la ley. Empezábamos a sentir mucha presión y soportar también el maltrato del hospital que anteriormente no querían recibir a los migrantes y si ingresaban los dejaban que murieran".

-¿En los últimos 20 años se ha avanzado con el respeto a los derechos de los migrantes?

-Se ha avanzado en el sentido de que ahora existe mayor libertad de expresión y se puede denunciar, anteriormente las agresiones no se daban a conocer, no se sabía nada del maltrato que daba la autoridad a los migrantes.

"Se habla del racismo que hay contra los migrantes en Estados Unidos, sin embargo, aquí en México también es fuerte la discriminación contra ellos, las personas no se sensibilizan, se olvidan que son seres humanos".

Para la fundadora del albergue "Jesús el Buen Pastor del Pobre y el Migrante", el fenómeno de la Mara Salvatrucha en esta frontera sur fue algo que detonó en una violencia inusual en contra de los migrantes y la población civil de esta localidad.

Olga explica que muchos de los indocumentados que viajaban a bordo del ferrocarril -que antes de 2005 en que el huracán Stan destruyera los puentes y las vías férreas- circulaba de Ciudad Hidalgo, localidad fronteriza con Guatemala, hasta el municipio de Arriaga, que limita con Oaxaca, eran arrojados del tren en movimiento y abusaban sexualmente de las mujeres.

Recuerda que también los lesionaban a machetazos o los mataban al oponerse a ser asaltados, lo que un tiempo ocasionó que el número de migrantes amputados, lesionados y asesinados se incrementara de manera considerable.

Sin embargo, Sánchez Martínez considera que el castigo de los "sin papeles" se duplicó cuando el crimen organizado tomó el control de algunos puntos por donde transita esta población que su búsqueda por llegar a Estados Unidos.

"Anteriormente se atendía a mujeres violadas y algunos macheteados por la Mara Salvatrucha, pero ahora hay más odio y maldad contra los migrantes, los torturan y matan de forma brutal", dice Sánchez Martínez.

 PREMIAN LABOR El trabajo de Olga ha sido destacado con el Premio Nacional de Derechos Humanos en 2004 por la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH); en 2008 también recibió el reconocimiento del Dalai Lama en San Francisco, California; fue distinguida con una de las Mujeres de Valor por el senado de Guanajuato, la Comisión Federal de Electricidad, gobiernos de Centroamérica y alcaldías de esta localidad galardonaron su labor a favor de los migrantes.

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