La nueva pareja de mamá o papá
Cuando una pareja se separa, es probable que en dado momento tanto él como ella establezcan nuevas relaciones amorosas, situación que sin duda trae un impacto a la vida de sus hijos, aunque éste variará según las circunstancias y el manejo que se le dé a tal evento.
El cada vez mayor número de divorcios hace más frecuente la experiencia de los hijos criados en una situación diferente a la esperada en una ‘familia tradicional’. Estadísticamente se ha comprobado que la cifra de familias compuestas por los dos padres originales va en disminución, y podemos vislumbrar una tendencia en la cual la familia tradicional será menos común en el futuro de lo que ha sido generaciones atrás.
En el mismo contexto, también es evidente que los matrimonios que más se separan hoy en día suelen ser integrados por adultos jóvenes, por ello de haber hijos éstos suelen ser aún pequeños cuando sus papás deciden separarse.
Es igualmente habitual que tras el divorcio uno o ambos comiencen a salir con otras personas y eventualmente establezcan una relación de pareja, introduciendo a un tercero (o un cuarto, si los dos lo hacen) a la dinámica vital de sus descendientes. Esto por supuesto influirá en ellos, de forma positiva o negativa según se den las circunstancias.
La crianza de los hijos es una labor que idealmente se realiza en una familia íntegra y funcional. Los padres requieren construirle un ambiente en el cual puedan desarrollar lo mejor de sí mismos. Su papel es acompañarlos, aceptarlos y apoyarlos con afecto incondicional.
El papel de ambos progenitores es igual de importante; nunca será igual sentir la falta de alguno de ellos durante el crecimiento que tener sus presencias intactas. Así, con la separación surgen varios cuestionamientos, por ejemplo: ¿cómo afectará su vida la llegada de una nueva pareja de cualquiera de los padres?
Responder a esta pregunta es muy complejo porque implica múltiples variables, entre ellas la etapa en la que se encuentren los vástagos pues no es lo mismo si son pequeños o adolescentes. Otro factor relevante es la manera en que los progenitores se separaron; es muy distinto si la causa es un divorcio o un fallecimiento. En el primer caso tiene mucho que ver cómo se dio la disolución del vínculo (con tranquilidad o en medio de discusiones). Mientras que en el segundo, el entorno que haya rodeado la pérdida y el proceso de duelo serán determinantes.
“TE PRESENTO A MI PAREJA”
Al hablar de la llegada de una nueva pareja no nos referimos necesariamente a que él o ella se casen, puede tratarse de un noviazgo aunque con la seriedad suficiente como para introducir a esa persona a una dinámica de convivencia con los hijos.
Ante dicha situación, un impacto negativo puede presentarse en los jovencitos cuando hay un proceso mal integrado en los padres, de forma tal que al convivir reflejen continuamente una actitud depresiva u hostil. Si al chico lo ponen en medio del conflicto y lo utilizan como arma para atacarse mutuamente, en definitiva generarán un desgaste emocional en él. Las reacciones más frecuentes son la disminución en el rendimiento escolar y baja de autoestima, dificultades sociales y problemas de conducta, depresión, ansiedad, temores y más. Todo se complica porque estas características no son pasajeras, pueden permanecer toda la vida, afectando por ejemplo su concepto de compromiso y la manera en que establecerán sus propios lazos amorosos durante la adultez.
En definitiva el divorcio hace a los hijos más vulnerables a las condiciones cambiantes y a las dificultades emocionales que implica la dinámica familiar. Pero si sus progenitores mantienen un nexo amistoso y sano tras separarse, la aparición de una nueva pareja en el escenario puede ser útil. De ahí la importancia de que quienes se divorcian entiendan los procesos de cambio por los que atraviesan y los superen.
En el mismo tenor, si el chico manifiesta rechazo o sufrimiento ante la idea de que papá o mamá tengan un compañero distinto, es necesario buscar asesoría de un especialista que ayude tanto al infante como a sus padres a entender las circunstancias que ahora se viven.
EMPATÍA Y RESPETO
Cuando los papás logran una relación empática con su hijo él se sentirá entendido, lo cual es un requerimiento vital para generarle una sensación saludable de sí mismo. En forma instintiva los pequeños buscan ser validados para comprender su sentido de identidad. A esto contribuyen sustancialmente los padres. Pero igualmente las respectivas parejas de estos pueden brindar un valioso respaldo durante el crecimiento de los mismos, si establecen con ellos un trato cordial, respetuoso y que refuerce los patrones establecidos por sus progenitores. Desde luego para que eso ocurra es fundamental que padres e hijos tengan una comunicación clara y un vínculo armonioso, y que papá y mamá sean asimismo respetuosos y amables con el compañero de su ex.
Los jovencitos serán emocionalmente saludables en la medida que sus padres sean capaces de mantener su empatía, una comunicación abierta y confianza como ingredientes de la relación.
Tengamos presente que los niños y adolescentes pueden ser lastimados o al contrario, crecer emocionalmente sanos, tanto en una familia tradicional e intacta como en una donde intervengan terceros (los novios de los papás); todo dependerá de cómo sean criados, cuidados y orientados.
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