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La Pasión de Iztapalapa, un vestigio de teatro de masas

La Pasión de Iztapalapa, un vestigio de teatro de masas

La Pasión de Iztapalapa, un vestigio de teatro de masas

EL UNIVERSAL

 MÉXICO, DF.- Dicen que la fe mueve montañas, pero este 2011, como desde hace 168 años, la devoción religiosa sólo transformará al Cerro de la Estrella en el monte del Calvario (Jerusalén) donde, hace casi dos mil años, crucificaron a Jesús de Nazaret.

Movidas por esa fe, más de dos millones de personas asisten a la representación de la Pasión de Cristo en Iztapalapa y otras participan como actores en este montaje que, para algunos investigadores, es un ejemplo del teatro de masas.

Así lo considera el investigador teatral Édgar Ceballos, quien define a este tipo de teatro como una representación didáctica que tiene el objetivo de recrear algún suceso histórico o que se ve envuelta en un aura celebratoria.

La importancia histórica y cultural de este tipo de representaciones se debe a que permitieron el avance del cristianismo en la Europa medieval y, más tarde, en la Nueva España. "La Iglesia utilizaba estas representaciones para enseñar a la gente que Cristo se sacrificó por ellos, que fue crucificado, muerto y sepultado", refiere el dramaturgo.

De esta manera renace el teatro religioso, que los antiguos griegos ya habían practicado antes de la conquista de los romanos. "En todas los religiones es común la existencia de un coro que canta en tercera persona lo que le ha sucedido a su divinidad. El teatro griego nace cuando un miembro de ese coro se aparta del él y empieza a narrar en primera persona, como si fuera Dios".

Posteriormente, continúa Ceballos, cuando a algún monje se le ocurre narrar en primera persona lo que le sucede a Cristo mientras el coro canta, nace el teatro religioso, que debido a su éxito entre la gente del pueblo tuvo que salir de las iglesias y ser llevado a las calles. Así, esas representaciones se convertirían en teatro de masas.

Más tarde, esas mismas representaciones serían usadas por los misioneros franciscanos para catequizar a los indígenas del Nuevo Mundo.

"Cómo enseñarle la religión a los indígenas, cómo decirles que Dios es el salvador a quienes no entendían castellano. Las representaciones fueron una forma de hacerlo. En ellas participaban cientos de indígenas y de españoles. La Pasión de Cristo en Iztapalapa es un resultado tardío de esas antiguas representaciones", apunta el dramaturgo.

 EL INFIERNO Y EL PARAÍSO EN LA TIERRA El director de la Escuela Nacional de Arte Teatral del Centro Nacional de las Artes, Gilberto Guerrero Vázquez, explica que el concepto de teatro de masas empezó a manejarse a principios del siglo XX, pero que, como fenómeno, su origen se remonta a la Edad Media en algunas ciudades europeas.

"La Iglesia es muy importante en esa parte del teatro. Debido a que todas las misas eran en latín y a que la mayor parte de la población (más de 90%) era analfabeta, el teatro se convirtió en un instrumento de evangelización, es decir, se utilizó para transmitir mensajes religiosos", dice.

En la Nueva España, esas representaciones masivas se llevaban a cabo en fechas religiosas. En los atrios de las iglesias se ponían tablados enormes, lo que habla de una particular concepción del espacio, no es una concepción clásica, indica el dramaturgo. "Hay muchas concepciones teatrales del espacio, pero, esencialmente, se puede hablar de dos, de la clásica, que establece: este lugar es este lugar, y de la concepción medieval, para la que un tablado puede ser cualquier lugar: el mundo, el infierno o el paraíso", añade.

Entre esos grandes tablados que se construían para las escenificaciones, se movía un gran número de actores no actores, gente del pueblo para la que era una distinción participar en estos acontecimientos, y que para los actores principales de Iztapalapa sigue siendo motivo de orgullo.

Leticia Vizcaína Calderón, quien personificará a la Virgen María este año, se siente afortunada con su papel. Dice que su devoción y la de sus compañeros es la característica de sus actuaciones: "No somos actores, pero, como lo hacemos de corazón, con fe, nos salen las palabras, los gestos, los ademanes; lo hacemos como lo sentimos".

Pese a que no se trata de actores profesionales, ellos se someten a una preparación física y espiritual que comienza desde enero.

Los miembros del Comité Organizador de la Semana Santa en Iztapalapa son quienes dirigen a quienes participan en la representación y tanto Leticia como Gilberto (Jesús) confían en sus conocimientos, no tanto por ser unos profesionales de la actuación, sino por la experiencia que han acumulado con el paso de los años.

 NO ES UN ESPECTÁCULO Para la investigadora del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información Teatral Rodolfo Usigli, Patricia Ruiz, la representación en Iztapalapa no es propiamente un ejemplo de teatro de masas. "Por su sentido religioso, esa representación corresponde mejor a un 'autosacramental'".

Además, aunque se trata de un hecho escénico, no puede hablarse de un hecho teatral, comenta.

La investigadora, quien se basa en un artículo de Elizabeth Cámara García, titulado "Teatro mexicano de masas: Efrén Orozco Rosales y Ángel Salas", publicado en Homenaje a una vida en la danza (Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de la Danza José Limón, 2010) explica que el teatro de masas en México se refiere más bien a los montajes puestos desde finales de los años 20 hasta poco más de los años 50 del siglo pasado, en los que personajes de la vida cultural del México posrevolucionario intentaron rescatar hechos históricos del país como el pasado prehispánico, la Conquista, la Independencia y la Revolución.

Según se explica en el artículo, estos teatros de masas -impulsados por el dramaturgo Efrén Orozco Rosales, apoyado por el músico Ángel Salas- eran parte de las misiones culturales de José Vasconcelos entre 1922 y 1925.

Otras características de este teatro es la escenificación en espacios públicos; la participación de hasta 800 personas en escena, entre actores, bailarines y coros; la asistencia de hasta 70 mil personas y los precios populares.

Algunas representaciones son Liberación (1929), Tierra y Libertad (1933), Creación del Quinto Sol (1935) y El Mensajero del Sol, Tonacatecutli (1941).

Para Gilberto Morales Pedraza, quien personificará a Jesús de Nazaret, la Pasión de Cristo en Iztapalapa no es una obra teatral, pues no tiene lugar en un espacio cerrado y no hay funciones en horarios predeterminados: "Esto no es teatro, es una representación. Nosotros actuamos conforme a lo que sentimos en nuestro corazón", dice.

Para la 168 representación de la Pasión de Cristo en esa demarcación se destinó un presupuesto de entre 70 y 80 mil pesos, según el presidente del Comité Organizador que da continuidad a esta tradición, Tito Domínguez.

Los recursos provienen de las cuotas voluntarias solicitadas a los nazarenos y los 500 pesos que se les pide a los integrantes de la asociación civil que han conformado los organizadores.

Con esos fondos se construyen los escenarios en los que se realiza la representación, mientras que el gasto en los vestuarios lo hacen los propios actores, cuyos parlamentos son extraídos principalmente del libro "El mártir del Gólgota" del escritor español del siglo XVIII, Enrique Pérez Escrich.

Precisamente la carencia de un guión o un texto dramático es otro de los elementos por el que la investigadora Patricia Ruiz sostiene que la representación de la Pasión de Cristo en Iztapalapa no es teatro de masas.

4500

 ACTORES

Participan en la representación de Cristo en Iztapalapa.

80

 MIL PESOS

Es aproximadamente la inversión de este año para la representación.

167

 REPRESENTACIONES

Se han llevado de

Este acontecimiento

En la delegación Iztalapapa.

Un fenómeno real

Sea considerada o no un ejemplo de teatros de masas, la representación de la Pasión de Cristo en Iztapalapa, que se busca sea declarada patrimonio Intangible de la Humanidad, crea una gran conmoción tanto en los actores como en los espectadores.

Movido por su fervor religioso, hoy, bajo los intensos rayos de sol de Semana Santa, Gilberto Morales representará a Cristo y para hacerlo tendrá que soportar el peso de una cruz de más de 90 kilos a lo largo de un recorrido mayor a dos kilómetros.

Pero la magia de esta representación puede hallarse en algunas actitudes de los espectadores, quienes entran en un estado de comunión tan grande con los actores de la Pasión que se emocionan cuando ven pasar a "Cristo". Le piden, incluso, que haga el milagro de curar a niños enfermos.

Posiblemente pocas representaciones teatrales en el mundo han logrado una conmoción tal en los espectadores.

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