Aun cuando algunos de los 114 adultos mayores que actualmente habitan la Casa del Anciano Doctor Manuel Silva, recuerdan sus mejores años como contadores, secretarias, comerciantes o sencillamente integrantes de una familia, la Nochebuena no deja de ser esa fecha en la que la nostalgia se festeja con música, tamales, regalos y un delicioso ponche de frutas.
"A estas altura lo único que le pedimos a Santa es salud, que es lo que más nos falta (ríe), porque lo demás ya lo tenemos acá, amistad, comida y bendiciones", dice la señora Teresa mientras ríe con sus compañeras.
El pasado sábado 24 de diciembre, cuando los 114 integrantes de la Casa del Anciano festejaron una Nochebuena más, muchos dijeron celebrar como si fuera la última.
El cabello cano que lucen la mayoría, les ha dejado muchas enseñanzas, entre ellas: que la Nochebuena y Navidad son fechas para estar contentos, y con un particular reflejo, le cierran la puerta a la tristeza, toman del baúl de los recuerdos las imágenes de los hijos, nietos, amigos y las tradiciones que mantuvieron vivas durante años y, encierran por salud el recuerdo de familias ausentes, amigos que han partido y las personas que ya no están.
Desde hace 15 años Julieta Rojas pasa Nochebuena, Navidad y Año Nuevo con los habitantes de la Casa del Anciano, trabaja y vive en este espacio al igual que la Congregación de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, fundadoras e impulsoras de la casa.
Julieta comenta que la mayoría de los adultos mayores con el paso de los años se adapta a la casa y estas fechas las toman como un día más, sin embargo para quienes recién llegaron es difícil no ser golpeados por la nostalgia de la familia.
LA VOZ DE LA EXPERIENCIA
Desde hace dos años María Teresa ingresó a la Casa del Anciano, está es su segunda Nochebuena y está contenta, feliz y muy satisfecha de haber encontrado amigas y compañeras con las que comparte todos los días de su vida como si fuera el último. En un ambiente de fiesta permanente que la llevó a ponerse más bonita que de costumbre, para recibir una vez más la llegada del Niño Dios.
Doña María en cambio en su carta a Santa pidió una silla de ruedas nueva, de esas que salen en la tele, eléctrica y con controles. "Yo quiero una silla con control, no como ésta que me controla a mí (ríe), para que se acuerde de mí Santa, que me debe muchas navidades".
Entre la enorme lista de regalos que salieron de la Casa del Anciano también se encuentra medicina y objetos para la salud, con los que sus remitentes ya hacen constantes bromas.
Entre árboles de Navidad, luces y un gran nacimiento, los 114 adultos mayores tuvieron un convivio desde muy temprana hora de la mañana. Se prepararon para recibir la Nochebuena y luego disfrutaron de una posada en la que además los clásicos navideños como "Arbolito de Navidad", se escucharon discretamente.
"Lo más importantes es compartir, uno extraña la familia y los amigos, pero en la comunidad se hacen vínculos muy importantes con nuevos amigos, personas que también escuchan y tienen historias que contar, eso es algo muy valioso a nuestra edad", reflexiona don Sergio mientras disfruta al igual que sus compañeros de su fiesta navideña.
Un día en el que no hubo espacio para las lágrimas ni la tristeza, muchos habitantes de la casa se retiraron a dormir temprano, a las 7 de la noche; eso sí con su bolo bajo el brazo.
Otros prefirieron acudir a misa y algunos simplemente recordar con la mirada perdida en la televisión, o contando a su vecino las hazañas que hace años realizaron en un día como este, 24 de diciembre.
COMPARTIR TAMBIÉN ES REGALAR Desde hace tres años la señora Carmen Ávila acude voluntariamente a la Casa del Anciano en Nochebuena. Lleva regalos, comida, bolos y se encarga de que los habitantes de la casa tengan una noche llena de sonrisas.
Este año, además de venir con sus amigas, la señora Ávila contagió de ganas a más integrantes de su familia para que al igual que ella regalaran algo de tiempo para los "ancianitos", como ella los llama de cariño. "Este año les trajimos tamalitos, churros, chocolate y un surtido bolo de chocolates y dulces, claro siempre nos fijamos que sean dulces que ellos puedan comer. Este año quise venir con mis hijos para que ellos vieran lo que significa compartir, creo que esto les puede ayudar a valorar más lo que tienen. Si la Navidad significa compartir, creo que hacemos bien viniendo con los ancianitos, creo que me conmueve algo en especial porque yo perdí ya a mi madre y por eso me gusta estar con las personas mayores".
Como una perfecta cuadrilla de hormigas trabajadoras, la hermana de doña Carmen se instala en la cocina con su hija, mientras que su hijo, sus nietas y su sobrina, como hábiles meseros llenan de tamales, chocolate y bolos las mesas de los habitantes de la Casa del Anciano, quienes dejan de propina una bendición y una sonrisa.
Minutos antes todos le daban las gracias cuando doña Carmen rifó regalos a los adultos mayores que contaron chistes, cantaron y hasta bailaron en una dinámica de integración.
Felipe, contador público de 27 años e hijo de Carmen Ávila, reconoce que al principio no le gustó mucho la idea de asistir a la casa, pero una vez que llegó se dio cuenta de que el mejor regalo es "dar", y que seguramente horas más tarde, cuando se encontró cenando en esta casa, pudo festejar con una profunda levedad la satisfacción de haber compartido.
114
ADULTOS
Mayores habitan la Casa del Anciano Dr. Samuel Silva.
CARMEN ÁVILA Voluntaria
Celebran. Un cálido ambiente de fiesta se vivió esta Nochebuena en la Casa del Anciano Doctor Samuel Silva.