"Que de nuevo es un timbre de gloria, el nacer y sentirse español."
Himno de Riego
La segunda república española marcó la vida no sólo de España sino del mundo. Su proclamación, el 14 de abril de 1931, hoy hace 80 años, abrió un breve episodio de democracia en una España que acababa de emerger de una dictadura y que había vivido bajo regímenes autoritarios buena parte de su historia. El frenesí revolucionario de algunos, sin embargo, confrontó a la sociedad y llevó a un levantamiento militar en 1936 que devastó al país. En abril de 1939, apenas ocho años después de su nacimiento, moría la segunda república, aunque su influencia cultural se siente todavía hoy en países como México.
España vivió de 1923 a 1930 la dictadura de Miguel Primo de Rivera, de 1923 a 1930. El régimen terminó por caer y abrir paso a un sistema democrático. Los partidos republicanos obtuvieron el triunfo en unas elecciones municipales que se celebraron el 12 de abril de 1931. El resultado fue considerado como un rechazo del pueblo español no ya a los partidos conservadores sino a la misma monarquía encabezada por el rey Alfonso XIII, quien buscó el camino del exilio. En un ambiente de celebración fue proclamada la república el 14 de abril.
Los partidos republicanos tenían, sin embargo, diferencias muy fuertes y pronto sus disputas empezaron a envenenar la vida del país. Además, distintos grupos radicales -comunistas, trotskistas, anarquistas- aprovecharon el fin de la monarquía para impulsar agendas, como la expropiación de tierras, minas e industrias, y el hostigamiento de monjas y sacerdotes, que dividieron profundamente a la sociedad, que quizá había rechazado la monarquía, pero no para entregar sus libertades a algún comisario político.
El 17 de julio de 1936 se inició una sublevación militar en Melilla, enclave español del norte de África. El general Francisco Franco habría de convertirse en líder del movimiento. El país quedó dividido en zonas republicanas y "nacionalistas", nombre que se daban los sublevados, pero también muchas familias se dividieron en lo interno por discrepancias políticas.
Gran Bretaña y Francia decretaron una política de neutralidad, que supuestamente debían respetar los demás países, pero la Alemania nazi y la Italia fascista apoyaron abiertamente a Franco. La Unión Soviética respaldó a la república, lo cual, sin embargo, les dio a los comunistas una influencia indebida en el dividido gobierno. México también ayudó a la república, pero era poco lo que podía aportar al esfuerzo bélico.
La república fue derrotada en julio de 1939, tanto por la rebelión como por las divisiones internas que hicieron que a veces comunistas, socialistas, trotskistas y anarquistas estuvieran más interesados en acabarse unos a otros que en derrotar al franquismo. En la guerra murieron más de un millón de españoles y el país quedó empobrecido mucho tiempo. Tuvieron que pasar 36 años para que España recuperara la democracia. Esto sólo ocurrió tras la muerte de Franco en 1975.
A la distancia, el recuerdo de los sueños de libertad surgidos con el advenimiento de la república deben contrastarse con los daños generados por la intolerancia. Es común que le adjudiquemos todas las faltas a la sublevación fascista. Pero si los gobiernos republicanos del '31 al '36 hubieran sido más tolerantes ante quienes pensaban diferente, como los católicos, y más respetuosos de los derechos de los demás, habría sido más difícil una revuelta o ésta no habría generado ningún apoyo popular. Décadas después, de hecho, el golpe de Antonio Tejero del 23 de febrero de 1981 estuvo condenado al fracaso por falta de respaldo popular en una democracia más abierta.
Un monumento de más de 2,500 millones de pesos y un nuevo punto de atracción para bloqueos y manifestaciones en el Paseo de la Reforma. Eso es el nuevo edificio del Senado, que nos recuerda que en México los políticos se preocupan por ellos mismos, pero no por los ciudadanos.
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