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La transfiguración

Addenda

GERMÁN FROTO Y MADARIAGA

Seguramente muchos fuimos los que nos asombramos de escuchar hablar al "nuevo" Andrés Manuel López Obrador, pues tal parece que sufrió una transfiguración.

De aquel político bravucón, lebrón, echado para adelante, que perdió por soberbia la elección presidencial pasada, sólo parecen quedara destellos. Ahora es un hombre casi mesiánico.

Habla del amor y del cristianismo, sin fanatismos. De ese fincado en la comprensión y en el perdón.

Parecería que Andrés Manuel tuvo su propia transformación, tras su correspondiente contrición, en un nuevo huerto de los olivos.

Leyendo el nuevo libro de Enrique Krauze: "Redentores (ideas y poder en América Latina)", que me regalara mi amigo Ricardo, tengo la impresión de que Andrés Manuel está imitando a Ernesto Guevara, el famoso Ché.

Porque el Ché trataba de emular a Cristo, aunque parezca mentira.

Krauze dice de él en ese libro: "Murió por su creencia en una sociedad justa, por la igualdad de los hombres y el fin de la opresión".

Por eso, también, el poeta y guerrillero salvadoreño, Roque Dalton, dice en una de sus poemas: "El Ché Cristo / fue hecho prisionero / Después de concluir su sermón de la montaña / Por rangers bolivianos y judíos / Comandados por jefes yankees-romanos".

También sorprende que el poeta preferido del Ché fuera León Felipe y su poema preferido el que éste le hizo a Cristo.

Pero volvamos a Andrés Manuel. Hoy se muestra como un hombre amoroso, que propugna el amor como único camino para que México se recupere. Y puede no estará equivocado, lo que nos hace falta es amor, pero que lo diga él resulta extraño.

Porque en otro tiempo pugnó por la violencia como único camino para que las cosas cambiaran. También el Ché pensaba que el camino de las armas era la única vía de solución.

Contra lo que digan, el nuestro no es un país inmerso en una guerra civil. Es una nación que busca transformarse por la vía democrática. Y él sabe que esa es la única por la que debe transitar.

Está bien que pugne por el amor, pero no que nos quiera vender la idea de que es un "hombre nuevo", como ese hombre que buscaba encontrar el mismo Ché.

Conviene recordar, como se lo dijeran en alguna ocasión a Jaime Sabines, militantes del PRD: "Acuérdate Jaime, que los amorosos son del PRD".

Pero olvida Andrés Manuel que: "Los amorosos callan/ El amor es el silencio más fino...Los amorosos son los que abandonan, son los que cambian, los que olvidan, su corazón les dice que nunca han de encontrar, no encuentran, buscan".

Y Andrés Manuel está ahora buscando, buscando la forma de convencer al electorado libre de que ha cambiado y que no es un peligro para México.

No sabemos si lo logrará, lo que sí es seguro es que nos dará mucho de qué hablar su nuevo comportamiento.

Cuando menos algo es seguro: Ya se dio cuenta que por el camino que andaba no se llega a Los Pinos.

Ahí se llega por el del convencimiento ciudadano. Sin estridencias, con un plan bien estructurado y una efectiva y viable oferta política.

Sí, se llega por la vía del amor, pero por la vía del amor a México.

Por lo demás: "Hasta que nos volvamos a encontrar, que Dios te guarde en la palma de Su mano".

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