Las revelaciones de don Luis Aguirre Lang, Presidente del Consejo Nacional de la Industria Maquiladora y Manufacturera de Exportación (CNIMME) han sido muy oportunas en estos tiempos en que buscamos, por todos los medios a nuestro alcance, reponer las pérdidas de la recesión, compensar la caída de nuestro principal mercado extranjero y capear los efectos de las imprevisibles variaciones monetarias.
Las declaraciones del ingeniero Aguirre son en el sentido de que la proveeduría mexicana hacia la industria maquiladora de exportación "sigue siendo pequeña" a pesar de que esta industria lleva más de cincuenta años gozando de beneficios fiscales y administrativos.
Nacida con el objeto de servir de puente de transición de la actividad rural hacia la industrial, se suponía que las maquiladoras capacitarían a la mano de obra expulsada del agro preparándola para luego ser empleada por nuestros empresarios en plantas manufactureras con desarrollos propios. No se trataba de alterar ese concepto de transición.
Los hechos resultaron distintos. Las maquiladoras se multiplicaron atrayendo inversiones de fuera que aprovechaban la baratura de los salarios mexicanos y nuestra posición geográfica. Muchas se instalaron en las zonas fronterizas del norte, algunas más hacia el interior del país.
Desde el inicio del programa el gobierno promovió el que ses incorporasen más insumos mexicanos en las operaciones. Al efecto se celebraron ferias y se montaron exhibiciones de lo que requerían las armadoras motivando a nuestros industriales a proveer insumos nacionales a esa actividad. Los resultados a lo largo de los años fueron siempre magros.
Actualmente hay más de tres mil maquiladoras y empresas que tienen por vocación la exportación. Están incluidas en el grupo las automotrices, las de equipos electrónicos, del vestido y más recientemente, la aeronáutica. El contenido nacional de sus productos, como en el sector automotor, llega en el mejor de los casos a 30%.
En la inmensa mayoría de las maquiladoras, a penas se superan porcentajes de un solo dígito; podría estimarse un promedio del 15% de integración mexicana.
Es el momento de dar un nuevo impulso a los esfuerzos hasta ahora infructuosos del gobierno por aumentar la integración de piezas y componentes en las industria mexicana, no sólo la de ensamble.
Ahora se revela la coyuntura que la globalización abre al acentuar el intercambio internacional de insumos y componentes entre un número creciente de empresas que, distribuidas por todo el orbe, tienen precisamente la finalidad la de armar y ensamblar y no la de fabricar totalmente los productos en un solo sitio.
El alto contenido extranjero de toda nuestra producción manufacturera, que una vez más se confirma con un promedio de 70%, se convierte inesperadamente en una nueva y amplia vía de desarrollo, no para artículos hechos íntegramente en México, sino para miles de componentes que fabriquemos para exportar a todas las maquiladoras dispersas por el planeta.
La creación de empleos que urge para dar ocupación a los millones de "ninis" que esperan perspectivas mejores que las actuales tiene que hacerse abriendo nuevos cauces como éste. Es el momento de actuar.
Los acuerdos de complementación económica con varios países aún pendientes de ser aprobados por el Senado deben ser instrumentos que usemos para exportar y no para franquear el acceso a nuestro mercado incrementando nuestro déficit externo.
La industria maquiladora recibe, pues, un aliento imprevisto debido a las nuevas estructuras del comercio internacional. Es muy importante, empero, cuidar esta oportunidad diseñando legislación que haga obligatorio preferir los insumos y los componentes que fabriquemos a los de importación. De no hacerlo, seguiremos viendo cómo los artículos que podríamos hacer aquí continuarán siendo sustituidos por los producidos por manos extranjeras.
Espero que, ahora sí, sepamos aprovechar la nueva oportunidad que bien podría ser la última para despertar a la industria nacional.
juliofelipefaesler@yahoo.com