Los máximos dirigentes de la Unión Europea (UE) se reúnen hoy en Washington con el presidente Barak Obama.
Un encuentro en el que con toda seguridad escucharán del mandatario estadounidense fuertes críticas a su gestión por lo que en su opinión ha sido una lenta y débil reacción de Europa ante una crisis que no sólo amenaza la estabilidad del viejo continente y del Euro, sino la estabilidad financiera internacional y el crecimiento económico mundial.
El presidente del Consejo Europeo, el belga Herman Van Rompuy; el presidente de la Comisión Europea, el portugués José Manuel Durao Barroso, y la Alta representante para la política exterior, la británica Catherine Ashton intentarán mostrar al mandatario estadounidense una imagen de unidad y un compromiso de que van a actuar de forma rápida y decidida para atajar la crisis y devolver la confianza a los mercados. Algo difícil de creer teniendo en cuenta que hoy mismo un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) afirma que la Europa de los 17 países que utilizan el Euro está ya en plena recesión (prevé una caída del PIB del 1% este trimestre y del 0,4% en el primero de 2012) y advierte que si no se toman medidas políticas "contundentes" para atajar la crisis en la Eurozona, las consecuencias pueden ser "devastadoras" para la economía mundial. Y con otro informe de la agencia de calificación de riesgos Moody's, de que una intensificación de la crisis de deuda en la zona euro pone en riesgo el rating de todos los países de la Unión Europea (UE).
La cumbre entre Obama y los europeos llega además después de que Europa haya vivido una de las semanas más complicadas de los últimos años en la que hasta Alemania, locomotora de la Unión Europea, fracasara parcialmente en la venta de 6 mil millones de euros de su deuda soberana. A lo que se une el que varios países se encuentren con serias dificultades, como Grecia, Irlanda y Portugal, que están recibiendo la ayuda conjunta de la UE y el Fondo Monetario Internacional para cumplir con las restricciones presupuestarias; e Italia y España, con sus primas de riesgo (la diferencia entre el bono nacional a diez años y el alemán al mismo plazo) por las nubes.
Y mientras en la Casa Blanca los mandatarios europeos son "regañados", en Europa la canciller alemana Angela Merkel y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, seguirán esta semana sus conversaciones "secretas" sobre un nuevo Pacto de Estabilidad que no necesitaría la aprobación por unanimidad de los socios de la UE sino que se materializaría por acuerdos entre países. Es decir, les permitiría actuar con rapidez y evitar los bloqueos de países particulares.
Este Pacto de Estabilidad allanaría el camino para que el Banco Central Europeo (BCE) compre deuda de forma masiva. Es decir, emita los llamados eurobonos. Una opción que la canciller alemana se había negado hasta ahora.
El acuerdo obligaría a los firmantes a mantener un estricto control de los déficit nacionales y a que se diera vía libre a la supervisión presupuestaria supranacional. Así demostrarán su determinación para atajar el problema de la deuda rápida. A cambio, los firmantes contarían con la ayuda permanente del BCE que, manteniendo su independencia pero dispuesto a apoyar a los países comprometidos con la consolidación fiscal, actuaría de forma contundente en los mercados de deuda para mantener bajos los tipos de interés de sus bonos soberanos.
Alemania y Francia no están dispuestos a esperar a lograr la unanimidad de todos los países de la UE ante el nerviosismo instalado en los mercados y los crecientes problemas de países como España e Italia, y también Francia y Alemania, para colocar sus bonos. Y con este acuerdo se podrían anular las reticencias de algunos países a comprometerse más efectivamente con la consolidación fiscal y con la integración fiscal europea. Lo que es necesario en opinión de Merkel y de Sarkozy.
En los próximos días París y Berlín podrían ir desvelando el plan que será presentado en la cumbre del día 9 de diciembre durante el Consejo Europeo que se va a celebrar en Bruselas.
Pero antes, este martes los ministros de Economía de la Eurozona se reunirán para trata de avanzar en la configuración de un Fondo de Rescate Europeo y sobre su funcionamiento. Tras el dinero que se ha entregado a los países rescatados quedan disponibles aproximadamente 250 mil millones de euros, una cantidad insuficiente en el caso de que sea necesaria prestar ayuda financiera a España e Italia o a los grandes bancos europeos. Por lo que durante la reunión y ante la falta de interés de los inversionistas internacionales, se planteará la posibilidad de que el Fondo Monetario Internacional (FMI), que ya financia un tercio de los rescates, aumente su participación para salvar a una Europa que parece incapaz de salir de la crisis.