¿Se le antoja conseguir un ‘juguete nuevo’ para su casa u oficina? Posiblemente le contaron que las pantallas de plasma son buenas porque emiten menos radiación, y ya decidió gastar su ahorro de dos años en una.
La tecnología debería mejorar la calidad de vida y satisfacer nuestras necesidades con un mínimo esfuerzo; sin embargo permitimos que nos estrese, confunda e incluso empobrezca, porque continuamente nos sentimos casi obligados a renovar toda clase de dispositivos.
Según el Diccionario de la Real Academia Española, la tecnología es el conjunto de teorías y técnicas que permiten el aprovechamiento práctico del conocimiento científico. Para entenderlo basta con mirar a nuestro alrededor: teléfonos, computadoras, televisores, electrodomésticos, autos, videojuegos, reproductores de música e incluso alimentos, ropa y cosméticos, son el resultado de sofisticadas ciencias aplicadas. En los últimos 20 años del siglo XX y en lo que va del actual, los cambios se han dado con tal velocidad que apenas nos da tiempo de familiarizarnos con algo cuando ya salió ‘lo nuevo’.
Cualquier tecnología surge de una necesidad o de la visión de unas cuantas mentes privilegiadas que van más allá de lo que percibimos o imaginamos los seres comunes y silvestres. Así los teléfonos se crearon para acortar distancias, las computadoras para hacer operaciones a mayor velocidad que el cerebro humano; la televisión, el cine y las cámaras fotográficas buscaron congelar escenas a fin de verlas una y otra vez, etcétera. Sin embargo siempre habrá alguien a quien dichos aparatos le parecerán lentos, ineficaces o meramente feos. Esto en realidad pocas veces lo deciden los usuarios, pues la avaricia de dinero y reconocimiento por parte de los fabricantes juega un papel determinante en la vida que tiene un artefacto. No obstante, éste no es el único factor que interviene.
VANIDAD Y ESTATUS
A finales de los noventa circuló un chiste en Internet en el que se simulaba una conversación entre el entonces director corporativo de la Chevrolet y Bill Gates. Según el cuento Bill se burlaba de la lentitud con la que han evolucionado los vehículos en comparación con las computadoras y el software, a lo que el sensato líder de la industria automovilística respondía sarcásticamente que nunca en su vida vería un auto detenerse a mitad del camino, enviando una pantalla azul sin más mensaje que: Falla generalizada por favor baje del auto y vuelva a subir.
Definitivamente la broma tiene tintes profundos si recordamos cómo hemos sufrido en lo referente al equipo de cómputo con las versiones de Windows, sobre todo las primeras y alguna que otra intermedia como el Windows ME o el Vista, que es de lo peor que nos ha caído. Esto refleja una alocada carrera para sacar algo ‘fresco’ que vender, porque admitámoslo: aunque sea pirata (muy reprobable por cierto) la tecnología cuesta y solemos caer por ignorancia o vanidad en el juego de correr por el último gadget, a menudo para sentirnos importantes y sólo en escasas ocasiones porque realmente precisamos jubilar al aparatito en cuestión. Los mercadólogos saben cómo jugar con nosotros.
¿QUÉ HACER?
Según diferentes puntos de vista, la vida de toda tecnología presenta una curva exponencial en la que se detectan al menos cuatro fases, que son la idea o concepción, la puesta en marcha, la madurez y el declive que llevará a la obsolescencia. Con base en ello, hay varios elementos a evaluar a la hora de adquirir, desechar o renovar pertenencias tecnológicas.
Cuándo desechar
Si ya no consigue refacciones o personal calificado que le dé asesoría; si el utensilio se encuentra en perfecto estado pero ya no ‘soporta’ cierto software que requiere, o la calidad de la imagen o resolución están notoriamente por debajo del estándar; entonces es tiempo de migrar a una tecnología innovadora.
Cuándo comprar
¿Se le antoja conseguir un ‘juguete nuevo’ para su casa u oficina? Por ejemplo, posiblemente le contaron que las pantallas de plasma son buenas porque emiten menos radiación, y ya decidió gastar su ahorro de dos años en una. Pero antes de pagar por éste u otro artículo, la pregunta obligada es: ¿cuál es el beneficio que obtendrá? Si la respuesta es llamar la atención, o quitarse el aburrimiento de su antiguo aparato o simplemente ganar en estética, le recomendamos pensarlo detenidamente. Tal vez haya mejores cosas en las que pueda invertir su valioso dinero. Si en cambio el dispositivo le proporcionará una ganancia en tiempo, comodidad, o funciones que realmente marcarán una diferencia positiva en su existencia cotidiana o bien mejorará su salud, entonces adelante.
Cuándo renovar
Tratándose de implementos tecnológicos, siempre habrá un sustituto al acecho. Antes de reemplazar alguno hágase la misma pregunta del párrafo anterior y tome en cuenta además el estado físico y funcional de su actual aparato, además del tiempo que lleva en el mercado. A continuación le damos una guía para los artefactos más comunes.
-Cámaras y televisores. La tecnología 3D está inundando el mundo, al menos en publicidad. Pero si usted ya posee una buena cámara de al menos ocho megapixeles y una pantalla que le ofrece una imagen nítida -o quizá de tipo full HD-, le sugerimos conservarlas un par de años más en lo que la novísima alternativa madura y a usted le queda claro con cuánta frecuencia quiere exponer su ojos a los posibles efectos de saturación visual.
-Celulares. Son una mini computadora y asistente personal con muchísimas herramientas; pero sólo adquiera la última novedad de BlackBerry o iPhone si está dispuesto a invertir un tiempo considerable en configurarla y estudiarla. Si únicamente emplea este instrumento para hablar y enviar mensajes, su LG o Nokia del año pasado pueden durarle hasta un año más.
-Computadoras. En realidad aquí fue donde empezó el desorden del consumismo en tecnología y es que los fabricantes de software -llámese de aplicaciones ejecutivas, domésticas o de entretenimiento- comenzaron a lanzar continuamente productos que cada vez demandaban mayor cantidad de memoria RAM, procesadores más veloces y discos duros más grandes. Cualquier computadora personal o portátil puede serle útil en un periodo de tres a cinco años, si le da un buen trato y mantenimiento cada seis meses. Recuerde que antes de sustituir su equipo puede comprarle memoria o almacenamiento para extender su vida. Si la computadora es su principal herramienta de trabajo y la usa más de cuatro horas al día, es conveniente evaluar su renovación preferiblemente a los tres años para evitar sustos de último momento cuando un día la máquina decida no encender más o provocarle decenas de retrasos por descomposturas frecuentes y atención de soporte técnico asfixiante.
-Tabletas. Si se mueve mucho de lugar y necesita estar permanentemente conectado a Internet pero una laptop es demasiado pesada y un smartphone muy pequeño, entonces las tabletas son para usted. Por ahora es prematuro dar un tiempo de vida aproximado.
-Reproductores de música. Son caballitos de batalla, llevamos el iPod a todas partes, se cae, se moja, se golpea, y cada día aparece una canción nueva que queremos incluir sin renunciar a las otras 5,000 que nos gustan... Lo dejamos a su elección, según su nivel de afición a este bello arte.
-Reproductores de video. La tecnología de alta definición que ofrece el blu-ray no ha resultado como se esperaba, pues si bien acabó con el HD-DVD, el formato no logra posicionarse como favorito y corre el riesgo de desaparecer. En realidad todos los formatos físicos están en la cuerda floja pues cada día es más común bajar películas de la red; vaya con pies de plomo antes de gastar en este rubro.
¿Y LAS CONSOLAS?
Siempre llegará el día en que salga al mercado una consola de videojuegos que promete brindar mejor calidad y mayor diversión que cualquier antecesora. Es entonces que surge la disyuntiva: salir volando a comprar esa maravilla tecnológica o esperar un tiempo a que baje de precio.
Hay que saber escoger el mejor momento para adquirir uno de estos aparatos. Así, resulta fundamental entender su ciclo de vida, que comienza cuando son lanzados oficialmente por la compañía que los respalda y termina cuando la misma anuncia que ya no va a darles soporte ni a desarrollar juegos para ellos, porque va a enfocar sus recursos en su siguiente producto o quizá por no haber obtenido los resultados que esperaban -como ocurrió con la Dreamcast de Sega.
Históricamente se observa que en un lapso de un año o año y medio, una consola alcanza la madurez adecuada para deducir hasta cierto grado su futuro. Un indicador suele ser la variedad de software disponible en su catálogo. Si ésta es amplia, significa que las casas desarrolladoras ven buen potencial económico y de distribución en ese modelo. Por el contrario, si no ofrecen el juego de moda, puede ser un síntoma de que el dispositivo va camino a la decadencia. Si aún no compra uno y piensa hacerlo, considere que Xbox 360 y Playstation 3 están en la mejor parte de su ciclo de vida y sus precios casi llegan a lo más bajo que podrán alcanzar. El Wii se encuentra en condiciones similares, aunque se rumora en el medio que su sucesor no tarda en aparecer.
¡NO LO OLVIDE!
Recuerde: la mejor etapa para adquirir o renovar tecnología es la madurez, cuando el artículo es estable y sus alcances están bien definidos, además de que se cuenta con distribución, refacciones y soporte técnico suficiente para garantizar nuestra satisfacción. Ser muy novedosos y comprar gadgets en sus etapas iniciales es una moneda al aire que puede quitarnos la sonrisa y dejarnos el bolsillo vacío.