Cuando timbró el silbatazo final, Armando Navarrete lo escuchaba todo… los abucheos, los gritos, los reclamos: “¡Queremos a Memo Ochoa!”.
Con el enfermizo Carlos Reinoso desesperado —de brazos cruzados sobre la línea de cal—, y los apenas 20 mil fanáticos adoloridos de tanto morderse las uñas, el América tropieza 1-2 en el mismísimo Estadio Azteca frente a los heridos Estudiantes-Tecos, que vinieron a plantarse a la capital para cosechar sus primeros puntos en el certamen y, de pasadita, exhibir la ausencia de trabajo de las Águilas.
Desesperado por el “moderno” sistema “TEB” que arma “El Chelís” Sánchez Solá (todos en bola), el América desaprovecha tres descuidos que le ofrece el rival y luego apela a la molesta paciencia que exigen los técnicos a sus jugadores, con la que consigue desesperar a su propia afición, a disgusto por la falta de claridad exhibida ante la lenta zaga zapopana, catalogada así por Vicente Sánchez al inicio de la semana, pero a la que no habrían logrado abrir, de no ser a la “ayudadita” de su ex defensa, Mario Pérez, frente a la desubicación del moreno Christian Benítez, quien quizá vuelva a tachar de “loco” al silbante, por no otorgarle el autogol de anoche, con todo y que el ecuatoriano ni siquiera tocó el esférico.
Antes, las Águilas habían tenido más atributos para poner a trabajar la pizarra, mas la mala puntería de Chucho le hizo vivir una mala pasada. En el minuto 7 Édgar Castillo catapulta a Vicente Sánchez, quien devuelve al Gringo para que ambos triangulen con Benítez, aunque éste desperdiciaría la acción.
Reinoso ajusta a línea de tres, empeñado en pelearle la media cancha a los zapopanos, aunque con ello prive a sus fanáticos del futbol espectáculo.
Y en dos acciones a balón parado da la vuelta al marcador. Al 60 tolera el empate, gracias a la anticipación de Zamogilny, quien le gana el salto a Valenzuela en tiro de esquina. Diez minutos después, en el cobro de un tiro libre, Sambueza le demuestra a su técnico que debe jugar de inicio y lanza un disparo bombeado que deja quieto a Navarrete, luego de superar la barrera.
Apenas en la tercera fecha del Apertura 2011, las calamidades se le juntan al Maestro, porque su equipo se descompone y el pueblo amarillo ya está cansado de promesas y espejitos…