Las auroras son los coloridos y silenciosos emisarios de la actividad de nuestra estrella más cercana.
En libros y revistas o tal vez en el cine, todos hemos visto imágenes de paisajes agrestes, casi siempre nevados, donde el cielo parece incendiarse o bien ondulan en él velos de colores, cambiantes y danzantes. Son las auroras, fenómenos que ocurren en la alta atmósfera terrestre y que por siglos han despertado fascinación.
Violentos procesos nucleares donde átomos de hidrógeno son fusionados por la presión para formar helio, liberan cantidades inimaginables de energía; en un segundo se puede generar suficiente radiación para proveer de electricidad a todo Estados Unidos por 100 años. A 150 millones de kilómetros de distancia parecemos estar a salvo.
Las auroras son los coloridos y silenciosos emisarios de la actividad de nuestra estrella más cercana. Son causadas por la interacción de las partículas del viento solar con nuestra atmósfera; para comprenderlo primero hay que entender el campo magnético terrestre. Éste se genera en el núcleo del planeta y crea arcos que se desplazan de polo norte al sur y se alejan miles de kilómetros de la superficie. Si pudiéramos verlo, observaríamos que la Tierra estaría en el centro de una ‘dona’; ahora, pensemos que ésta flota sobre un río de fuerte corriente, en cuya dirección la citada ‘dona’ se alarga y se estira. Esta es una analogía muy sencilla de la interacción del viento solar con nuestra magnetosfera.
El viento solar es emitido en todas direcciones; al chocar con el campo magnético de la Tierra es desviado y nos protege. Pero cuando es más fuerte, algunas partículas pueden seguir las líneas magnéticas y se desplazan por ellas hasta topar con la atmósfera alta de nuestro planeta, haciéndolo por los polos; es entonces que tenemos una aurora.
Y es que las partículas en cuestión son protones y electrones, e interaccionan con el nitrógeno y el oxígeno, principales componentes de la parte alta de la atmósfera. Al estar cargadas de energía excitan los átomos, provocando que casi inmediatamente liberen luz, cada uno en el color que puede hacerlo según el elemento correspondiente. Es por ello que las auroras normalmente son verdes o amarillas (oxígeno) o rojizas y anaranjadas (nitrógeno).
OBRA DEL SOL
Cuando las auroras se dan en el Polo Norte les llamamos boreales y si se presentan en el Polo Sur, australes. Sin embargo, en ocasiones excepcionales han sido vistas en latitudes como la Ciudad de México. Para que se vean en dimensiones más ecuatoriales, es necesario que el Sol este más activo.
El Sol tiene un ciclo más o menos regular de 11 años, en el cual pasa de un mínimo a un máximo. Para nosotros a simple vista no es más que una esfera amarilla que no cambia de tamaño; no obstante en su superficie podemos detectar algunas modificaciones como las manchas solares, regiones oscuras que señalan un decremento en la temperatura: si la superficie del Astro Rey tiene 6,000 grados, la de la marca alcanza ¡sólo 5,400!
Cada 11 años el Sol muestra una importante cantidad de manchas que aparecen y desaparecen casi todas muy cerca de los polos; resulta que estamos presenciando movimientos magnéticos pues las manchas son la parte visual de algunos de estos arcos. Es así que la proliferación de las sombras indica que la actividad magnética solar también es mucho mayor.
Cuando observamos el Sol en longitudes de onda como la banda de hidrógeno ionizado, el astro parece muy diferente; en el mínimo se ve una estrella con pocas llamaradas, pero en el máximo es todo un espectáculo pirotécnico, donde el gas de las manchas se desplaza miles de kilómetros en los arcos magnéticos, y algunas veces éstos se rompen mandando al espacio todo el material que estaba recorriéndolo, es entonces cuando tenemos una expulsión de masa, y ahí es donde la relación del ciclo solar involucra a las auroras, ya que a mayor actividad en el Sol, más auroras.
Es interesante señalar que en 1859 se produjo la más grande tormenta solar de la era moderna (o por lo menos que tengamos registro). En Estados Unidos ocurrió un suceso muy extraño que registraron un par de operadores de telégrafo cuando la orientación de la línea telegráfica que había sido desconectada de sus baterías coincidió con una onda magnética de la tormenta y se cargó con energía. Los trabajadores estaban fascinados por la fuerza y claridad que tenían los pulsos de los instrumentos. Si ocurriese algo por el estilo el día de hoy, miles de centrales eléctricas quedarían inservibles por sobrecargar los sistemas con enormes cantidades de energía. De hecho, si nos tomase desprevenidos sería el fin de nuestra era de tecnología y nos llevaría quizá 10 años volver a la normalidad.
Pero no nos estresemos, la posibilidad de que una tormenta magnética nos pegue de lleno son mínimas, y poco a poco la humanidad ha comenzado a prepararse para estar lista en caso de una eventualidad. Por lo pronto, lo mejor que podemos hacer es admirar estos fenómenos atmosféricos. Cabe recalcar que las auroras en sí no son de ninguna manera peligrosas, como comentábamos al inicio sólo nos indican de manera directa la actividad solar.
LAS MEJORES VISTAS
Lugares como el norte de Canadá son ideales para ver las auroras boreales. En el hemisferio sur la Patagonia argentina posee las mismas características respecto a las australes, aunque cuando el Astro Rey está en su máximo también podemos verlas en el norte de Estados Unidos, sin que ello represente riesgo alguno para nuestras telecomunicaciones ni sistemas de energía.
Es increíble cómo nos estamos haciendo parte del entorno, incluso fuera del planeta. El sitio web www.spaceweather.com -que se actualiza diariamente- nos muestra cómo está el Sol actualmente, cuántas manchas tiene, el índice de radiación que recibe nuestro planeta y hasta si hay alguna erupción en curso de colisión con la Tierra; y por supuesto, nos indica los sitios y momentos idóneos para contemplar auroras. Usted puede suscribirse de manera gratuita y recibir por correo electrónico alertas que le anunciarán dónde presenciarlas. Vale decir que las que gozan de mayor ‘popularidad’ -hay un gran flujo turístico para conocerlas- son las boreales, que pueden admirarse en ciertas regiones de Alaska, Canadá, Groenlandia, Islandia, Finlandia, Noruega y Liberia, regularmente entre octubre y marzo, luciendo con mayor intensidad en los meses más fríos.
En 2013 el Sol llegará al máximo punto en su ciclo de actividad, estemos al pendiente para admirar este fenómeno natural. Correo-e: eduardo@planetariumtorreon.com