Las aventuras de Belle and Sebastian
Conciliando influencias pasadas y modernas, el grupo escocés Belle and Sebastian ha reinventado el género del pop rock. Sus canciones guardan un sello inconfundible gracias a la atinada fusión de innovadoras letras y melodías integrales que sin dejar su estilo de lado siempre logran sorprender.
“Estaba sorprendido porque fui feliz al menos por un día, en 1975. En 1995 pasé todo un día intrigado por un sueño. Me dejaron de molestar un rato cuando mi hermano confesó que era gay. Se puso de pie con su novio el marinero y lo dijo frente a todos en la boda de mi hermana”. Este breve texto podría ser el perfecto inicio de una novela o un retorcido cuento. Tiene un tono llano, confesional y algo cínico, pero cargado de contenido. Es, de hecho, la primera estrofa de la primera canción (The State I Am) del primer disco de Belle and Sebastian, una banda escocesa que vino a complementar el amplio panorama del pop indie, género que emplea la estructura convencional del pop y el rock y la transforma explorando contenidos ajenos al glamour comercial.
Es posible encontrar ejemplos de lo anterior desde los años sesenta en propuestas como la de The Velvet Underground, que presentaba melodías en apariencia comunes pero con letras que aludían al aislamiento o el uso de drogas. La lista de agrupaciones indie es inmensa y abarca desde proyectos musicales sumamente exitosos como Arcade Fire hasta aquéllas que sin ser globales tienen una base de fans incondicionales y un rotundo éxito entre la crítica, como el grupo Yo La Tengo. Fue en esa tierra donde echó raíces Belle and Sebastian, un producto de la mente del músico Stuart Murdoch, quien tomó el nombre del la agrupación de una vieja adaptación a televisión de anime japonés homónimo, en la que se narran las aventuras del pequeño Sebastian, un niño huérfano y su mejor amigo Belle, un noble perro falsamente acusado de un crimen. Juntos vagan por el mundo viviendo aventuras jocosas y tristes a la manera de Remi.
La raíz del ‘bautizo’ dice mucho del conjunto en vista de su origen infantil, dulce y trágico a la vez. Cabe mencionar que Murdoch es un sujeto bastante peculiar: sufrió fatiga crónica durante siete años, es alérgico al alcohol, cristiano convencido, vegetariano y aficionado al atletismo. En 1996, como parte de su tarea en la asignatura de Negocios Musicales del Stow College de Glasgow, grabó durante tres días (junto a Stuart David) el primer set de canciones de Belle and Sebastian, las cuales serían publicadas por el sello Electric Honey en el disco Tigermilk. El tiraje inicial fue de 1,000 copias en vinilo y se convirtió en un clásico instantáneo. Hoy en día un ejemplar de la edición original puede rebasar las 4,000 libras en el mercado de coleccionistas.
CANCIONERO ADOLESCENTE
El estilo de Belle and Sebastian impactó desde el inicio con sus melodías pegajosas y su aire melancólico que no ofrecen algo nuevo, sino una mezcla de influencias del pasado cristalizadas en un sonido actual.
Su segunda entrega fue If You’re Feeling Sinister (1996), con arreglos más profesionales que el álbum predecesor pero conservando la frescura de su planteamiento y más aún, perfilando un concepto integral que incluye el diseño de portada (con fotos entre comunes y desconcertantes) y la inclusión de textos que amplían las historias de las líricas, dejando claras las dotes literarias de Murdoch.
Su tercer disco, The Boy With The Arab Strap (1998) hizo un uso extenso de los recursos del estudio de grabación para tejer canciones ricas en matices. Varios críticos ven aquí el punto más alto del grupo. Para la grabación de The Boy... la alineación de Belle and Sebastian quedó establecida con Murdoch (voz), Stuart David (bajo), Stevie Jackson (guitarra), Isobel Campbell (viola), Chris Geddes (teclados), Mike Cooke (trompeta), Richard Colburn (batería) y Sarah Martin (violín).
Vino después Fold Your Hands Child, You Walk Like A Peasant (2000), un experimento de atmósferas etéreas con instrumentos de cuerda que abre con I Fought In A War, la cual destaca entre las composiciones mejor logradas de la banda. Una aproximación más energética fue Dear Catastrophe Waitress (2003), que dejó a un lado la tristeza para plasmar piezas más rítmicas, tendencia que se consolidó con The Life Pursuit (2006) cuyo sencillo Funny Little Frog encuentra el equilibrio ideal entre la base nostálgica y el rock cadencioso. Su más reciente producción, Write About Love (2010), es una muestra de rock pop impecable.
En medio de esta discografía se pueden contar un buen número de singles, compilatorios y lados B, además del soundtrack de la película Storytelling de Todd Solondz (2002) y productos alternos como libros y cómics que son ávidamente atesorados por los seguidores del conjunto.
Para algunos, su música ha perdido la frescura de los primeros álbumes. Para otros la madurez de la agrupación es fuente de regocijo. La división entre críticos y fans es irreconciliable: de acuerdo a estos últimos Belle and Sebastian es una forma de vida, una manera de escuchar y sentir el mundo.
LO CURSI EXISTENCIAL
Los miembros del grupo (que básicamente mantiene la alineación del 98, restando la participación de Campbell y de David, y sumando la de Bobby Kildea), alejados de los lugares comunes de las estrellas de rock, siguen siendo de algún modo los entusiastas de ciertas bandas a las cuales homenajean con su música, y disfrutan de un éxito que no esperaban. “Hemos sido razonablemente exitosos en esto, al menos hasta el punto en que se ha convertido en nuestro empleo de tiempo completo”, ha declarado con satisfacción y franqueza Stuart Murdoch.
La única recomendación sensata para quien no conoce a Belle and Sebastian es invitarlo a explorar su vasta y muy variada producción. No se puede describir con precisión su sonido pero podríamos intentarlo con un tosco planteamiento. Convoquemos el recuerdo de Julissa, que a principios de los sesenta cantaba: “Quiero ser la consentida de mi profesor, quiero en sus brazos quedarme y graduarme en su corazón”. La tonada es bastante insulsa pero divertida y se pega en la memoria como un chicle. Ahora tratemos de mezclarla con alguna frase del filósofo existencialista Jean-Paul Sartre, digamos: “El hombre está siempre separado de su esencia por una nada!”. Podemos agregar algo de literatura beatnik, un poco de los Beatles, Donovan y Nick Drake, unos coros al estilo The Mamas And the Papas, un tanto de melancolía y aromas de los años setenta y al final tejemos el conjunto en colores mate y pastel, como una bufanda para la época de frío. El ejemplo resulta por demás forzado pero ilustra la magia de Belle and Sebastian que navega entre múltiples influencias de la forma más natural.
En el grupo encontramos tres variables estables: una, su incuestionable capacidad para ensamblar melodías finas y encantadoras. Dos, las ambiguas e inteligentes letras de Murdoch, que juguetean con el amor y la depresión y se tejen en armonía perfecta con la música. Y tres, la disposición permanente de la banda para experimentar y arriesgarse. Sí, tienen descalabros graves y baches en sus discos. Pero eso no les genera problema alguno. No temen a la crítica, hacen lo que les gusta con un placer contagioso. Y gracias a ello pueden jactarse de tener en su repertorio no una, sino varias obras maestras contemporáneas.
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