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Las cosas de nuestra política

Hora cero

ROBERTO OROZCO MELO

"El Universal" publicó el pasado miércoles 9 de noviembre el reporte de la encuesta de popularidad realizada para definir la candidatura presidencial. Jugaron en este proceso una dama y seis peones cuyos partidos políticos participan en el escrutinio.

En la entrega de resultados fue primera una dama, doña Josefina Vázquez Mota, del Partido Acción Nacional, quien catalizó el 44 por ciento de simpatizantes con derecho a voto; por el mismo partido entraron a la jugada dos caballeros del PAN: Santiago Creel Miranda y Ernesto Cordero Arroyo, que obtuvieron rendimientos con el 27 y el 13 por ciento del favor ciudadano.

En seguida están dos aspirantes del Partido de la Revolución Democrática: Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard Causabon, quienes recibieron el 37 y el 27 por ciento de la preferencia ciudadana, cifra suficiente para impulsar el triunfo de uno dos candidatos más, dejando a la chiquillada zurda las anotaciones mínimas a repartir entre el partido de la Revolución Democrática, el Partido del Trabajo y el llamado Movimiento Ciudadano, (antes Convergencia ciudadana). Habría que decir: en paralelo se hizo otra indagación telefónica entre suscriptores y lectores de "El Universal" con reacciones diversas repartibles a los partidos de la nueva hornada.

En la misma publicación, el citado medio electrónico e impreso, atribuyó la mayor votación en la susodicha consulta al precandidato Enrique Peña Nieto con el 67 por ciento nacional de simpatías, en tanto que el candidato del Partido Revolucionario Institucional, Manlio Fabio Beltrones Rivera, sólo alcanzó un 10 por ciento de las preferencias.

Pocos días después, Marcelo Ebrard y Andrés Manuel López Obrador hicieron una recuenta conjunta de sus votos: el actual regente capitalino renunció a seguir en compañía de AMLO la ruta hacia la candidatura presidencial, sólo que este procedimiento será sometido a toda la ciudadanía y sólo al voto de los perredistas, aunque esto pueda ser un último acto comprometido de antemano entre Andrés Manuel y Marcelo. Vista por fuera, la renuncia de Ebrard a seguir el juego de encuestas le podría acarrear más penas que alegrías.

López Obrador, por el contrario, llegará a la encuesta interna del PRD con un estimulante handicap a su favor; le va a servir de apoyo e impulso y hasta es probable que, dada la vieja alianza ideológica y los actuales resultados, AMLO pudiera abrir el camino a un financiamiento sin retorno de la tesorería del Distrito Federal. Quizá tanto y tan bueno, que hasta el propio Marcelo reabriría su propia ruta contando con el visto bueno del regente y de su Cámara de Diputados del Distrito Federal.

Cosas que tiene la política son éstas, podrá meditar AMLO ya dos veces candidato fallido a Presidente de la República.

Ocasionalmente la política retorna lo que ya cobró por adelantado. Habrá tiempo para que don Andrés y don Marcelo se reúnan nuevamente a felicitarse, o a lamentarse mutuamente; sin embargo es probable que la relevante postulación de Enrique Peña Nieto por el invencible PRI, torne la dulce miel del triunfo en el más amargo de los acíbares, y vuelvan así los presionados reclamos de la izquierda y las impacientes penalidades de automovilistas y transeúntes en el Paseo de la Reforma.

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