"Prefiero la compañía de los campesinos porque no han sido educados lo suficiente para razonar de forma incorrecta."
Michel de Montaigne
Una de las previsibles consecuencias del enfrentamiento en la Autopista del Sol del 12 de diciembre, que dejó un saldo de dos estudiantes muertos y varios heridos, será ceder ante las exigencias de los alumnos de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa que habían bloqueado la Autopista del Sol.
¿Cuáles son esas demandas? El aumento en el número de nuevos lugares en la escuela de 140 a 170, lo cual recuperaría espacios que se han perdido en los recortes de los últimos años; la reducción de la calificación mínima de ingreso de 8 a 7; y la seguridad de que los egresados tendrán plazas garantizadas de por vida en el sistema de instrucción pública.
Las exigencias de los normalistas de Ayotzinapa son típicas de los esfuerzos por mantener un sistema educativo corporativista en el que lo que importa es hacer de las plazas docentes un botín sin importar la calidad de la instrucción.
La reducción en el número de lugares en las normales rurales es consecuencia, en buena medida, de la disminución de la población infantil en zonas rurales de nuestro país. El campo mexicano está perdiendo población ante la falta de oportunidades económicas. Quienes se quedan en los ejidos son personas cada vez mayores.
Las escuelas normales rurales son una vieja invención cardenista que estuvo siempre más interesada en generar una militancia política que en producir una mejor instrucción para los niños de las zonas rurales. Las plazas docentes rurales se han otorgado de manera directa, sin concurso, a los egresados de estas instituciones para evitar que tengan que competir con otros aspirantes. Esto, además, evita la contaminación ideológica de maestros que no han recibido el adoctrinamiento de estas escuelas.
La labor de los graduados de las normales rurales ha sido política a lo largo de las décadas. Lucio Cabañas, quizá el egresado más famoso, recordaba: "Los de Ayotzinapa, los de la Escuela Normal Rural, nos metimos por todos los pueblitos y donde quiera anduvimos haciendo mítines." De hecho, la historia de militancia política de estas normales rurales, entre las que se contaba también El Mexe de Hidalgo, cerrada en 2008, está ampliamente registrada.
Los hechos del pasado 12 de diciembre, en los que dos estudiantes de Ayotzinapa perdieron la vida en un bloqueo de la autopista que cruza Chilpancingo, obligarán políticamente a las autoridades a aceptar las exigencias de los normalistas. Los 30 lugares adicionales en la escuela, la baja en la calificación y las plazas docentes automáticas representan un costo relativamente pequeño en comparación con el del homicidio de los dos manifestantes en Chilpancingo.
Pero, ¿un bajo costo para quién? Para el gobernador Ángel Aguirre, por supuesto. Para los mexicanos, sobre todo para los niños de zonas rurales, el costo de ceder a estas exigencias es gigantesco. Los contribuyentes tendrán que seguir pagando los costos de un sistema que financia becas y plazas docentes sin preocuparse por la calidad educativa. Los niños deberán seguir recibiendo una instrucción deficiente que los mantendrá encadenados a la pobreza.
Estamos viviendo una gran tragedia humana con dos vertientes. La primera surge de la absurda decisión de disparar en contra de un grupo de manifestantes que a lo mucho arrojaban piedras a la Policía. La segunda es que se está fortaleciendo el perverso sistema que recurre a manifestaciones y bloqueos de vías de comunicación para mantener un sistema educativo público tan deficiente que perpetúa la marginación de los más pobres.
Hoy empiezan las posadas y con ellas las vacaciones navideñas para millones de niños y muchos de sus padres. Lo absurdo es que el domingo dan comienzo las precampañas electorales presidenciales, como si la nación realmente pudiera concentrarse en una contienda electoral en un momento de asueto.
¿PRECAMPAÑAS?
www.sergiosarmiento.com