Qué fue de la idea de enderezar el rumbo del PRI encarrilando las diversas fuerzas políticas que como un río desbordado arrastraba lo que encontraba a su paso llevando basura y lodo al ambiente democrático, con tal fuerza que amenazaba con destruir lo poco que se había conseguido desde que el sonorense Plutarco Elías Calles decidió la creación de un partido que pusiera fin a las disputas que, acabado el proceso Revolucionario, se dieron dentro de los grupos encabezados por diversos caudillos, que se dieron a la tarea de provocar reyertas cada vez que había cambio de autoridades. Para todos habría una tajada del pastel siempre y cuando encausaran sus anhelos de participar en procesos electorales dentro de un organismo que pronto caería en el dedazo, consistente en que quien actuaba como titular del Poder Ejecutivo decidía quiénes figurarían no sólo como gobernadores de las entidades federativas, sino que además daría su visto, bueno mediante un palomazo, a los nombres que se enlistaban que ocuparían un escaño en el senado o una curul en la cámara de diputados. El desiderátum era que en plena ebullición política dejaba a su sucesor sentado en la silla principal del Palacio de Moctezuma, entregándole potestad, a la vez, de ser el centro de las ambiciones políticas que se movían a su alrededor.
Eso no cambió con el paso de los años si no hasta el arribo de dos personas que no provenían del partido tricolor. A partir de entonces los gobernadores de las entidades federativas, libres, buscaron y obtuvieron su autonomía política fundando una organización dirigida a crear las condiciones para subir a la palestra a alguno de los suyos. Como la práctica hace al maestro, convirtieron sus ínsulas en feudos, que era la práctica de la nobleza de Europa occidental durante la alta edad media con un sistema contractual de relaciones políticas y militares. Luego se daría el espectáculo, a mi modo de ver las cosas, de los mandatarios estatales que sin querer darse cuenta de que carecían de elementos a salvo de cualquier crítica decidieron darle contras al partido que había postulado su candidato acordando per se el designar a uno de los suyos, recayendo en Arturo Montiel Rojas, gobernador del Estado de México, al que con posterioridad le sacaron ciertos trapos sucios, lo que bastó para que se desinflara. El pretendiente designado por el tricolor se vio a salvo de sus perseguidores más, sin embargo, perdió frente al actual titular del Poder Ejecutivo.
Al final llegamos al momento en que el grupo Atlacomulco, hace su aparición. Trae consigo a su estrella refulgente, Enrique Peña Nieto anunciándose la creación de una estructura paralela al PRI, con el nombre de Expresión Política Nacional, con el fin de imponerse como el candidato inevitable e invencible. Hizo uso de la palabra quien a si mismo se considera como el candidato único y de unidad, en un evento de inicio de campaña. Fue en un acto celebrado en la Casa de Gobierno de Toluca. Entre la asistencia, invitados a un desayuno, lo más granado del priismo actual. No pasó lista de presente el senador Manlio Fabio Beltrones, quien señaló: "Dentro del PRI, habemos muchos que esperaríamos que no se reeditaran viejas prácticas en un partido nuevo ... Esas viejas prácticas que no deben reeditarse vendrían a ser mensajes equivocados hacia el electorado de un PRI que no ha aprendido la lección, por eso estaremos muy atentos a que algunos eventos que pudieran confundirse con el tapadismo, la vieja cargada o lo que podrían ser los candidatos únicos que huelen a naftalina en un closet, no aparezcan en el PRI".
La verdad es que no hay hasta el momento quien le ponga un alto al sobrino del anterior gobernador mexiquense Arturo Montiel Rojas. Hace y deshace, forma lo que llamó una estructura que tiene toda la apariencia de ser otro partido político, solo que nada más de él, dando la impresión de que con PRI o sin PRI, el seguirá viento en popa. Muchos de los que desayunaron a costillas del gobierno mexiquense se afiliaron a la nueva organización; se dice que presumieron su carnet, pensando en distribuir 3 millones de credenciales. Entretanto el PRI se duerme en sus laureles permitiendo se le salgan del huacal sin chistar. Ya hay dos corrientes perfectamente definidas. Los que hablan de un candidato único y los que pugnan por definir un programa de gobierno y luego el proceso para discutir quién será el candidato. Eso ya se dio en el pasado con otros protagonistas. En ese entones como presidente del PRI fungía el prestigioso politólogo, jurista, historiador y académico, Jesús Reyes Heroles, en tanto el Presidente de México, lo era Luis Echevarría Álvarez. El maestro Reyes Heroles propugnaba por discutir y aprobar un programa, previa decisión de quien seria el candidato. La política es cañona y mientras el Presidente del PRI presidía una reunión con priistas, en la calle se daba la noticia de que el candidato, por "decisión" de los tres sectores, era José López Portillo. En fin, decía don Jesús: en política se debe aprender a lavarse las manos en agua sucia.