Con todo lo noble que es, nuestro idioma se presta para “tanta jactancia y tanta presumedencia” como decía mi Tía Hortensia, haciendo gala de su elocuencia, con no poca sapiencia y a pesar de su ignorancia de la cual tenía plena conciencia.
Yo coincido con la tía porque es realmente muy molesto soportar a esa gente naca que se la pasa haciendo ostentación precisamente de lo que más carece. Sucede mucho con el idioma. Hay gente que quiere presumir de que sabe mucho o que habla con mucha propiedad y utiliza el lenguaje rebuscado con fines exclusivamente “apantallantes”.
El caso clásico es el del vaso de agua que pide usted en un restaurante. “Me trae por favor un vaso de agua” y el mesero le corrige señalando “¿Un vaso CON agua?, con todo gusto, señor” y se retira orgullosísimo de sus conocimientos lingüísticos porque según él, el vaso es de vidrio y no de agua. Después el sujeto le ofrece una taza de café o un plato de frutas y se queda tan tranquilo, sin darse cuenta que está cayendo en el mismo supuesto error.
En lingüística existen los llamados “tropos”, figuras gramaticales que nos permiten usar el “sentido figurado” diciendo el continente por el contenido, el autor por la obra o una parte por el todo.
Cuando digo que estoy leyendo a García Márquez se entiende perfectamente que lo que estoy leyendo es un libro que el Gabo escribió. O cuando mencionan a un señor que tiene cinco mil cabezas de ganado, ya sé que tiene las reses enteras, nadie va a pensar que tiene las puras cabezas. Esa forma de decirlo es perfectamente válida.
Al corregir a quien usa esas expresiones estamos cayendo en el vicio del “pedantismo”, que es una forma de presumir de que sabemos hablar muy bien.
“Señorita, venía a preguntarle…” y la mujer interrumpe grosera: “¿Venía o viene”
“Doctor, quería saber si…” “¿Quería o quiere?”
Pues yo quería decirle, estimado lector, que la próxima vez que alguien le trate de corregir el uso de estas expresiones, usted contraataque diciéndole “¿Qué le pasa, señorita? Estoy usando un copretérito de intención”. La tipa se quedará muy “calladita” porque no sabrá qué diablos es eso.
¿Y qué es? me preguntará ahora usted. En una conjugación verbal existe el pretérito que es el pasado, por ejemplo del verbo correr, yo corrí. Pero hay otra forma de pasado que es relativa: Yo corría, mientras tú mirabas. Ése es el copretérito: corría de correr y miraba de mirar.
El copretérito de intención es entonces el uso de ese tiempo verbal, marcando una intención de hacer algo que no sé si se va a realizar, como es el caso de “Señorita, venía a decirle que no me ande corrigiendo lo que no debe porque eso quiere decir que es usted una persona pedante… y conste que eso de pedante no quiere decir que ande usted enferma del estómago porque luego me va a salir conque son gases del oficio…” ¡Para nada!
PREGUNTA DEL PÚBLICO:
¿Qué significa la palabra guato? me pregunta Sandra Aguirre de Saltillo, pero no me da más explicaciones.
RESPUESTA:
Me imagino que se refiere a la expresión que se oye principalmente entre gente de pueblo que dice “traías mucho guato con esto o con aquello”. Guato es un barbarismo. La palabra correcta es boato que viene del latín boatus y significa alboroto o griterío.
Frase desesperada para terminar: ¡Lo único más insoportable que un niño precoz es… su mamá! ¿Cómo dijo? ¡LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA!