No hay pero que valga. Así se dice comúnmente porque es una expresión pre fabricada: No hay pero que valga… Aunque le diré que yo conozco algunos peros que están muy molestos porque sí valen ¡y mucho!
Pero nos vamos a casar ¿eh? dice la chica ingenua tratando de condicionar los avances libidinosos de su novio…
Está bien, vamos, pero yo invito… que se le dice a un amigo al ir a comer a un restaurante, y bien podría traducirse como: Espero que no me dejes pagar porque no traigo ni un clavo…
Pero si apenas nos acabamos de conocer… Otra frase justificante que generalmente se dice sin mucho convencimiento…
Todos esos peros y muchos más que hay tienen un gran valor y sin embargo seguimos diciendo que no hay pero que valga…
En expresiones así, dejamos establecido algo que no es cierto ¿por qué? Pues porque es una expresión que ya tenemos grabada, es una frase prefabricada.
En otros casos utilizamos conceptos que ni siquiera conocemos: son gajes del oficio ¿y qué son los gajes? Le preguntamos a 20 personas y 20 mexicanos nos dieron dos únicas respuestas: 10 contestaron no sé y los otros 10 exclamaron no tengo la menor idea. Entonces ya nos resignamos a no obtener respuesta y exclamamos ¡ni modo, son gajes del oficio!
De todas maneras no podíamos quedarnos con la duda por toda la eternidad, y tomando en cuenta que las dudas no son buenas, que hacen daño, que dan penas, recurrimos al diccionario y encontramos que los gajes eran ciertos pagos que a manera de salario daba el príncipe a sus soldados.
En realidad aquel significado resultó ser lo que menos me hubiera podido imaginar. Gajes siempre me sonó a gajos, como los de la naranja y aunque sabía que no era lo mismo, casi tenía la secreta seguridad de que había alguna relación semántica entre ambas palabras pero ya veo que no fue así. Relación semántica es una relación entre el significado de una palabra y otra.
Los gajes eran salarios, pero nosotros aplicamos el término como sinónimo de molestias, tropiezos o riesgos propios de la ocupación, oficio o profesión que uno tenga.
Hay moros en la costa es otra de esas expresiones que usamos cuando está presente alguien que no queremos que se entere de lo que estamos hablando. La expresión viene desde la España antigua, cuando los piratas moros hacían de las suyas, excursionando por las costas del Mar Mediterráneo, saqueando y robando todo lo que encontraban a su paso.
Entonces los españoles, que estaban hartos de que les llegaran por sorpresa, construyeron en sus costas unas torres desde donde hacían vigilancia constante y cuando veían venir a los moros, gritaban hasta ponerse morados: ¡hay moroooos en la costaaaaa! ¡hay morooos en la costaaaa! y empezaba el “sálvese quien pueda” “las mujeres y los niños primero! O las voces de alarma que fueran, pero el hecho es que lo importante era ponerse a salvo porque los famosos moros no respetaban ni aunque trajera usted su credencial del INSEN (Instituto Nacional de la Senectud) vigente y con fotografía..
PREGUNTA DEL PÚBLICO:
¿Cómo se abrevia la palabra profesor o profesora? nos pregunta Ma. de la Luz Galindo que tiene la fortuna de vivir en el bello puerto de Acapulco.
RESPUESTA:
Para las abreviaturas no hay reglas. Los diccionarios a veces hacen recomendaciones pero no hay reglas. La recomendación principal es que usted abrevie una palabra con la menor cantidad de letras posible, siempre que no sea fácilmente confundible con otra. Entonces prof. le sirve perfectamente para abreviar profesor o profesora, pero si a este último quiere agregarle una a al final, nadie se va a enojar por eso.
Al retirarme le dejo una frase de Omalley… ¡Ya ve usted cómo era Omalley de hablador y jactancioso! El hecho es que dijo: El matrimonio es como una de esas comidas en las que la sopa está mejor que el postre. ¿Cómo dijo? ¡LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA!
