La inteligencia es una cualidad que se atribuye con demasiada generosidad a las cosas y con los avances tecnológicos que nos invaden por todos lados ya hay, en algunas ciudades como mi querido Monterrey, hasta semáforos a los que se les llama inteligentes aunque lo único que “saben” es cambiar la señal de sus luces según el flujo vehicular, y eso porque así los programaron.
Lo menciono porque llamarles inteligentes a los semáforos nada más por eso me parece exagerado, sobre todo si se compara esa facultad con todas las que debe tener un agente de tránsito para hacer su trabajo, por ejemplo en un viernes lluvioso a la hora de la salida de los trabajos cuando las calles están inundadas de agua y de vehículos manejados por conductores desesperados por llegar a casa.
Primero hay que definir con toda claridad qué es ser “inteligente”. Nos vamos de voladísima al diccionario etimológico para investigar la raíz de la palabra. Inteligente es aquel ser que está dotado de la capacidad de entender. El ser inteligente entiende, reflexiona y razona.
Mire usted, señor agente, le pido por favor que razone y reflexione. El semáforo está en luz roja y eso es una orden para que me detenga y lo hago y lo obedezco. Pero si veo que no hay carros circulando por la otra calle, no tiene caso que me espere a que cambie la luz.
Si no es hora de entrada o salida de clases o si estamos en temporada de vacaciones, no tengo por qué pasar a 30 kilómetros por hora aunque sea zona escolar. Tampoco a 150, pero a 50 como yo venía, está bien, ¿no cree?
Aplique usted su inteligencia, señor agente. O si no, déjeme hablar con el semáforo que si como dicen es realmente inteligente, aplicará la lógica y me sabrá entender.
Además fíjese: el semáforo no me pide que le dé para sus aguas ni siquiera que le dé para sus luces y si es tan inteligente como se presume, menos propondrá “algún arreglo” entre él y yo, porque como buen semáforo inteligente entiende que la mordida es corrupción y en este país ya estamos de corrupción hasta los apéndices auriculares, es decir, hasta las orejas.
Todo ser inteligente percibe, entiende, aplica el criterio y escoge entre varias opciones la mejor, la más adecuada, la más acertada. Sea usted más inteligente que el más inteligente de los semáforos señor agente. Sea usted lo suficientemente inteligente para saber qué es lo que hay qué hacer, porque imagínese lo que significaría ser superado por un semáforo, y que resulte que el aparato tiene un IQ más alto que usted… ¡Qué horror!
Escríbale a Don Juan Recaredo: La dirección de su correo electrónico es donjuanrecaredo@gmail.com
PREGUNTA DEL PÚBLICO:
¿Por qué el Himno Nacional dice “Y retiemble en SUS CENTROS la Tierra? pregunta Sarita Moncayo de Guadalajara. Hasta donde yo sé, la Tierra como todo cuerpo esférico tiene sólo un centro.
RESPUESTA:
En algunos casos, por motivos poéticos o por hacer énfasis en algún motivo, se usa el plural para sustantivos que son normalmente singulares. Por eso a veces decimos “los cielos” en lugar del cielo, “los dineros” en lugar del dinero o “las espaldas” en lugar de la espalda.
Frase a propósito para terminar: El hombre, haciendo gala de toda su inteligencia, ha inventado la estupidez. ¿Cómo dijo? ¡LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA!