“El casado casa quiere…”, dice el sabio refrán y fíjese usted que, etimológicamente, o sea, de acuerdo con la raíz de las palabras, hay una relación entre la palabra casa y los que deciden unirse en matrimonio hasta que el divorcio los separe.
El vocablo casa en latín se refiere a una choza, una pequeña morada para vivir y que es morada aunque no sea de ese color. El verbo casar viene de la idea de que “Ay, gordo… necesitamos una casa propia”, porque ese es el punto de partida para tener una familia: tener una casa. ¿Cómo vamos a formar una familia si no tenemos dónde ponerla?
La palabra casino tiene la misma raíz, sólo que en este caso viene del italiano. Casino, para los paisanos de Sofía Loren, es un diminutivo de casa, porque así se designaba primero a cualquier casa de recreo, que luego pasó a ser un centro de diversiones con juegos de azar: ruleta, bacará, póquer y todo lo que usted quiera. ¡Hagan sus apuestas, señores..!
Una casa pequeña es también una caseta, una casilla, y si la multiplicamos puede llegar a ser un casillero, una serie de casillas y hasta la casulla que es una vestidura que se coloca el sacerdote católico sobre todas las demás (vestiduras), para oficiar la misa.
Y ya que tenemos al padre vestido hasta con la casulla vamos a pedirle que case a una pareja que va a contraer matrimonio. Es curioso que el matrimonio se “contraiga” y eso me hace pensar que quizá esté considerado como una enfermedad contagiosa.
“Matrimonio y mortaja del cielo bajan”, dice otro sabio refrán indicando que así como todos algún día nos tenemos qué morir, también algún día, tal vez el más inesperado, nos vamos a casar.
Pues en el caso de mi tía Sinalefa falló el refrán. Ella nunca pudo casarse por más que le puso moneditas a San Antonio y la imagen la colocó como si estuviera haciendo yoga “con las patitas pa’rriba” como decía ella.
A mi Tía nunca se le hizo disfrutar las mieles del himeneo o sea que no pudo agenciarse un cónyuge… ¡Ni modo! Por eso, cuando va a comer a un restaurante siempre pide arroz… Y cuando el mesero le pregunta ¿cómo quiere su arroz, ella con un profundo suspiro contesta: ¡Aventado!
La palabra matrimonio se origina en el vocablo latino mater, que es madre y no porque valga muy poco, al contrario, porque se supone que al casarse, la mujer ya puede ser madre y eso es lo que más desea en la vida.
De acuerdo con esa lógica, si la mujer contrae matrimonio y el matrimonio es para poder ser madre, entonces nosotros los hombres deberíamos contraer patrimonio que se deriva de pater, padre en latín.
Pero no. El patrimonio sólo lo logran quienes se casan con una viuda rica. ¡Esos sí que agarran patrimonio!
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PREGUNTA DEL PÚBLICO:
¿Cuál es la forma correcta de escribir la palabra carroussel? ¿Ésa o carrussel? pregunta Lourdes Pérez Gómez de San Luis Potosí.
RESPUESTA:
Ninguna de las dos. La palabra ya está aceptada en español y debe escribirse carrusel con una sola S ya que en nuestro idioma no existe la doble S. En cuanto al diptongo OU, al españolizar la palabra debe convertirse en U. Lo mismo debe hacerse con su nombre (el nombre de usted Lourdes). La forma correcta académicamente es Lurdes aunque mucha gente quiere seguir conservando el OU y como es un nombre propio, se le respeta.
Frase racional, pero pesimista para terminar, a propósito de “enchiladas”: El amor y la razón son cómo dos viajeros que nunca se hospedan en el mismo hotel. Cuando uno llega, el otro se va. ¿Cómo dijo? ¡LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA!