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LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA

Los que ya se nos adelantaron

JUAN RECAREDO

Un comentario sobre los muertos o sobre las palabras que se relacionan con la muerte, podría pensarse que es fúnebre y que todo mundo le sacaría la vuelta para no leerlo.

Sin embargo nosotros, los mexicanos, parece que le tenemos tanto pavor a la calaca, que hasta nos reímos (nerviosamente) de ella y luego andamos presumiendo de que “a mí las calacas nomás me pelan los dientes”.

¿Qué es un cadáver? Pues el cuerpo de la persona que murió. Literalmente, la palabra cadáver significa “el que cayó”: el que cayó muerto, sin vida o exánime que quiere decir que se le salió el alma. Entonces la expresión popular “cáete cadáver” podría ser considerada como redundancia o pleonasmo.

El nombre del cementerio parece indicar que se le llama así porque tiene mucho cemento, es decir, muchas tumbas hechas con ese material, pero no.

La palabra cementerio se relaciona idiomáticamente con dormitorio y proviene del griego koiman que es acostarse.

Luego, según algunos reporteros, la gente que va el día de los muertos al cementerio va a “convivir” con los difuntitos, aunque en realidad los visitantes irán a “convivir”, pero los residentes lo único que podrán hacer es “conmorir”.

¿Cuál es la diferencia entre un difunto y un occiso? El difunto es el que dejó de fungir, o sea el que ya cumplió, se entiende como que pagó una deuda, mientras que el occiso es el que fue muerto con violencia. Occiso viene del latín occidire que es matar. El que se murió porque alguien se ocupó de “darle chicharrón”, Como aquel que murió de 30 puñaladas en la espalda y luego la policía sospechaba que fuera suicidio.

El epitafio es la inscripción que se pone sobre una tumba, pero antes era un discurso que se decía ahí, frente a la tumba misma y a veces consistía en una larga perorata llena de frases hechas como cuando parece aludir a la viuda al advertir al difuntito que ha dejado un hueco muy difícil de llenar y ve uno que la viuda está de buen ver y mejor tocar.

Es famoso también el epitafio, breve y muy conciso del hipocondríaco que es el que se enferma de todo y sufre mucho porque nadie le cree sus males. Nada más mandó poner en su tumba tres palabras muy cortas ¿No que no?

El mausoleo que es el monumento que se construye sobre la tumba, es llamado así en honor de Mausolus, rey de Grecia porque cuando murió, su esposa Artemisa se gastó todo lo que tenía y algo más, en hacerle una tumba ostentosísima, tanto que llegó a ser declarada como una de las 7 maravillas del mundo antiguo.

Para terminar, recuerdo la frase que había (o hay) en un bar de Tampico: “Aquí se está mejor que enfrente”… y lo que está enfrente, es un cementerio.

Escríbale a Don Juan Recaredo: La dirección de su correo electrónico es

donjuanrecar do@gmail.com

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PREGUNTA DEL PÚBLICO:

Don Santiago Ramírez de Toluca me pide que le diga a mis lectores que no digan “Déme por favor un vaso de agua”, porque el vaso es de vidrio.

RESPUESTA:

Permítame aclararle que es perfectamente válido y está aceptado decir “un vaso de agua”. Ya en alguna ocasión anterior hemos comentado que hay ciertas figuras gramaticales que nos permiten decir las cosas en sentido figurado. También decimos que un señor tiene mil cabezas de ganado a pesar de que sabemos que tiene las reses enteras. Esas figuras se llaman tropos.

Para el final final, una inscripción que me dijeron que había en un panteón de Toluca: “En este panteón sólo se reciben muertos que vivan en el Estado de México” ¿Cómo dijo? LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA.

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