Los competidores maratonistas van haciendo un esfuerzo sobrehumano… En su mente hierve la historia de aquel hombre que corrió 42.195 kms de Maratón a Atenas, solamente para ir a avisarle al pueblo que habían ganado la batalla contra los persas. Llegó, gritó ¡griegos uno, persas cero!, y ahí mismo cayó muerto, agotado por el tremendo esfuerzo realizado.
Esa historia alienta poderosamente a los deportistas, no porque quieran caerse muertos al fin de la competencia, sino porque la hazaña es un ejemplo vivo de la determinación que se puede tener cuando hay en la mente un ideal qué conseguir y se va en busca de él, con toda el alma puesta en lograrlo.
No quisiera ser aguafiestas pero me he encontrado cierta información que contradice sustancialmente la hazaña maratónica de aquel muchacho que por cierto se llamaba Filípides.
Cuando el barón de Coubertin resucitó las olimpiadas en 1896, los organizadores se fijaron en la leyenda griega, pero según el investigador español Peter Villanueva, la historia es falsa y no se ajusta en nada a lo que relataba Heródoto.
En primer lugar, Filípides no corrió después de la batalla sino antes, por lo tanto, obviamente no iba de reportero a anunciar el triunfo de su equipo, sino que fue enviado a pedir refuerzos, cosa que justifica un poco más el sacrificio. Mi querido Fili, acabas de ser designado por una computadora para echarte la carrera hasta aquella ciudad, para que les digas que vienen los persas y que vienen gruesos. Diles que si no nos echan la mano, los persas nos van a dar en todo lo que se llama torre.
Ahora, no recorrió 40 kilómetros, ni tampoco los 42.195 que se dice con una supuesta precisión muy obsesiva. Para acabar pronto Filípides no fue a Atenas. La realidad es que lo enviaron a Esparta, que estaba a 240 kilómetros de Maratón y se tardó dos días en recorrer la enorme distancia. Llegó, anunció por el sonido local “ahí vienen los persas” y cayó.
Además hay otras cosas: la carrera de Maratón nunca se corrió en las olimpiadas antiguas sino solamente a partir de que las reinventó Coubertin y se estableció de 40 kilómetros porque se calculó, a ojo de buen cubero que esa era la distancia que había entre Atenas y Maratón.
Sólo que en las olimpiadas de 1908 en Londres, el príncipe de Gales, a quien le tocó inaugurarlas (a las olimpiadas) tenía mucha flojera y decidió dar la salida, no desde el punto que se había previsto, sino desde los jardines del castillo de Windsor.
A los organizadores no les quedó entonces más remedio que medir la distancia entre los jardines y el punto previsto para el arranque y agregársela a los 40 kilómetros reglamentarios, lo cual dio el total de 42.195 kms que se ha venido manejando hasta la fecha.
Escríbale a Don Juan Recaredo: La dirección de su correo electrónico es donjuanrecaredo@gmail.com
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PREGUNTA DEL PÚBLICO:
Juan Pablo Delgado Rodríguez, de 19 años, me escribe desde Irapuato y pregunta: ¿cuál es la forma correcta de decir la palabra escalofríos o escalosfríos?
RESPUESTA:
En primer lugar, La Real Academia Española señala como sinónimos las palabras ESCALOFRÍO y CALOSFRÍO como una sensación de frío, repentina y violenta, que generalmente precede a un ataque de fiebre. O sea que se puede usar de las dos maneras, aunque entre nosotros es más usual ESCALOFRÍO.
Descripción para terminar: Cerdo: animal que a veces se comporta como algunas personas… ¿cómo dijo? ¡LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA!