La FIFA se fundó en París. En el romántico y soñador año de 1904. Eran los tiempos en que se luchaba en el campo de batalla, cuerpo a cuerpo, con un fusil en el que la bayoneta se hacía necesaria para ensartar al contrario, teniéndolo enfrente, mirándolo a los ojos, con las mandíbulas apretadas, terminando el duelo bruscamente, tiñendo el césped de sangre.
Qué tiempos aquéllos, se fueron sin decirnos adiós. Hoy modernos aviones han cambiado las estrategias, bombas inteligentes son dejadas caer con tal precisión, que destruyen un pueblo entero si así les place a los señores beligerantes, sin darnos cuenta de los estragos que le causan a los seres humanos. A Dios gracias, en su lugar nos dejaron el fútbol. El juego de once contra once se ha convertido en un campo en el que quien da más patadas, es el que gana. Es cierto, he de reconocer que hay un árbitro, la malo es que la mayoría de las veces o es un invidente o está descerebrado, marca un penalti donde no lo hay y en un faul que ve todo el mundo, él se hace el disimulado.
Ese juego que enloquece a grandes multitudes le da salida a las pasiones de una nación que retiene el aliento cuando "El Chicharito" se acerca a la portería contraria llevando el balón a punto de anotar. La inseguridad, los asesinatos a plena luz del día, los robos con violencia, ¡Bah!, ésos pasan a un segundo orden, lo importante es que meta el gol. El balompié es en esta época el juego por excelencia.
Siete países fundaron la FIFA: Bélgica, Dinamarca, España, Francia, Holanda, Suecia y Suiza. Desde entonces han pasado muchas cosas, cambiado algunas reglas, se estableció el juego limpio, el llamado Fair Play, (la realidad es que con el paso del tiempo se ha impuesto el juego sucio). Los europeos fueron los primeros en efectuar juegos con gran rectitud y un espíritu de nobleza, sin embargo poco a poco fueron perdiendo la esencia deportiva. Del pase usted, no faltaba más, usted primero, había la necesidad de conseguir la victoria a cualquier costo, pues además de los ingresos que producían los aficionados que pagaban su boleto, había el importante renglón de lo que la mercadotecnia genera, en expresión de uno de los directivos, "carretadas de dinero" por concepto de publicidad.
Agréguele lo que deja la venta de cerveza que es un ingreso colosal, el pago por los letreros en los uniformes de los jugadores, el pago de anuncios comerciales por televisión, que provoca que los juegos se conviertan en verdaderos campos de batalla en los que la lealtad y la honestidad se quedan en la grama pisoteados por todos, tanto abajo como arriba de las gradas. El juego de futbol resulta un atractivo para las grandes masas, que ven en los atletas que sudan las camisetas, su propia imagen en que se convierten en los guerreros del pasado, donde la creatividad derrota el tedio y la victoria es de todos.
La FIFA (Federación Internacional de Futbol Asociación) se fundó en París en el año de 1904, que nadie me podrá negar que eran los años del romanticismo, cuando se creía que la Luna era de queso y las hojas de las margaritas dirían si aquella dama nos correspondería.
Podría decirse que el dinero en exceso envilece. Los empresarios pronto se dieron cuenta que tenían un filón de oro en sus manos. Ellos serían los dueños de los jugadores que los venderían a su antojo. Hubo un tiempo en que los de pantalón corto pretendieron crear sindicatos que defendieran los intereses de los jugadores que los dueños de los equipos, con diversas argucias o sin ellas, pulverizaron los esfuerzos en ese sentido. No obstante, las bonificaciones en los traspasos y los sueldos subieron de tal forma que no se volvió a hablar del asunto.
En los últimos días anteriores se habló de corrupción consistente en sobornos de países interesados tanto para obtener la sede como la presidencia de la FIFA que provocó una tormenta en un vaso de agua que se encargó de apaciguar el ahora reelecto presidente Joseph Blatter, quien había dicho: "No estamos en crisis. Tenemos unas cuantas dificultades y esas dificultades serán resueltas en el seno de esta familia".
