Un día de éstos, apurado por explicarme sobre la violencia que día a día sacude nuestros cimientos sociales, navegando por la red, de pronto me encontré con un tesoro que deseo compartir con los lectores de este diario, si a bien me lo toman. Un pequeño texto de una grandiosidad nada pequeña. Lo entregó Gandhi, poco antes de morir, a su nieto. Se supone que no estaba enterado que sería asesinado poco después. Me llamó la atención por estamos inmersos en una época donde impera la violencia. Una violencia que amenaza con destruir o ya destruyó las bases de una convivencia pacífica. Hace poco estuve de visita en una ciudad fronteriza que se ha caracterizado por la violencia extrema. Todo fue descender de la nave que me llevó a ese paraje inhóspito, para darme cuenta que ahí se respira el miedo. Mil ojos iban detrás de mí siguiéndome los pasos o eso me imaginaba. La sala de espera estaba vacía, mas, sin embargo, estaba rodeado de seres que esperaban un descuido, en cualquier momento esperaba oír el tableteo de las armas. Estaba alucinando, pero no podía substraerme al influjo del medio ambiente. Era más fuerte que yo, en fin.
Ya instalado, acudí a una librería y lo primero que encontré fue un libro biográfico, ¿Qué sabía yo de Gandhi? Hay o había una estatua por el Paseo de la Reforma, allá por donde se halla el Auditorio que lo muestra con su nariz ancha, montada por unos anteojos con vidrios circulares, de poca estatura, sumamente delgado y no obstante su fragilidad física, hemos de saber que luchó denodadamente por la liberación de su país, abogando por el perfeccionamiento espiritual del hombre. Se envolvía en una sábana blanca, un dothi, calzando sandalias que usaban los antiguos mahatma alrededor del año 2000 a, de C. llevaba un vida de asceta. Aún recuerdo la película sobre su vida donde lo encarnó el actor Ben Kensley, filmada en 1982; no traía guardias pues los ingleses no le quitaban el sueño, no obstante que dormía siempre con una vela encendida, porque temía a la obscuridad. ¿Quién era ese hombrecillo de férrea voluntad, que venció caminando, sosteniéndose en un báculo, hasta liberar a su país del yugo europeo? Aún en nuestros días la figura de Gandhi continúa despertando fascinación. Se le suele asociar con la resistencia pacífica y la no-violencia. Logró sin quererlo un aura mítica a lo que ayudó su aspecto frágil y sereno, su sobria túnica blanca y sus ideales pacifistas.
Ya casi al final de su vida, que fue interrumpida por la pistola de un hindú nacionalista, en un escrito que dejó a su nieto menciona las raíces de la violencia, que hizo consistir, en:1) riqueza sin trabajo, 2) placer sin conciencia, 3) conocimiento sin carácter, 4) comercio sin moral, 5) ciencia sin humanidad, 6) adoración sin sacrificio y 7) políticos sin principios. De acuerdo con esto son siete las raíces. Sépase que el número 7 y el 13 son cabalísticos. El 13 tiene su origen en que a la Última Cena asistieron 13 comensales y uno de ellos después moriría crucificado. Son muchos los casos donde en una numeración seriada, se brincan del 12 al catorce en cualquier edificio. En tanto el número 7 nos habla de los pecados capitales y las virtudes que los combaten que son: Soberbia, ante el deseo de alto honor y gloria; Avaricia, ante el deseo de acaparar riquezas; Lujuria, ante el apetito sexual; Ira, ante un daño o dificultad; Gula, ante la comida y bebida; Envidia, resiente las cualidades, bienes o logros de otro porque reducen nuestra autoestima; y Pereza, del desgano por obrar en el trabajo o por responder a los bienes espirituales.
Debemos de tomar en cuenta que el término "capital" no se refiere a la magnitud del pecado sino a que da origen a muchos otros pecados. Un vicio capital es aquel que tiene un fin excesivamente deseable de manera tal que en su deseo, un hombre comete muchos pecados todos los cuales son originados en aquel vicio como su fuente principal. Los vicios del ser humano pueden ser catalogados, según las virtudes a las que se oponen. Éstas son: Humildad, reconocer que de nosotros mismos sólo tenemos la nada y el pecado; Generosidad, dar con gusto de lo propio a los pobres y lo que necesiten; Castidad, logra el dominio de los apetitos sensuales; Paciencia, sufrir con paz y serenidad todas las adversidades; Templanza, moderación en el comer y en el beber; Caridad, desear y hacer siempre el bien al prójimo; y, Diligencia, prontitud de ánimo para obrar el bien. Se dice, que el 7 y el 13 son números cabalísticos, pero ¿qué es la cábala? Existe la teórica que nos dice que es el pozo de todas las tradiciones místicas. En tanto la cábala práctica persigue la curación de un enfermo, la expulsión de un demonio, mediante la invocación o escritura del nombre (Adonay) o ciertos pasajes o palabras de la Biblia en tablillas que se cuelgan en el cuello del paciente. Bien, eso leí al peregrinar por este lado de la frontera. ¿A quién se le ocurre a usted que podríamos exorcizar, alejándole al demonio que hoy por hoy es amo y señor de sus atrocidades? Le pondría una tablilla que dijera: Legión, sal de sus cuerpos y retírate sin hacer más daños.