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Las recompensas de un buen ánimo

UN ÁNIMO TRISTE Y ABATIDO ENTORPECE LAS FUNCIONES FISIOLÓGICAS DEL CUERPO

POR JACINTO FAYA VIESCA

Muy probablemente nada ayuda más al éxito en la vida y a la felicidad de una persona, que gozar de una buena disposición del ánimo, como también, nada hace más infeliz a una persona y con mayor seguridad la conduce a una existencia de fracasos, que padecer de una mala disposición del ánimo.

Una buena disposición del ánimo facilita la relación armónica y afectuosa con las personas, al igual que padecer de una mala disposición del ánimo dificulta las relaciones con los demás. ¿Y siendo ambas disposiciones del ánimo tan excepcionalmente importantes para bien o para mal, cuál es la razón de no trabajar por la primera y por extinguir la segunda? Simplemente, porque no se nos ha dicho c→ → omo hacerlo.

Una buena disposición del ánimo impacta en las funciones fisiológicas y mecánicas de nuestro cuerpo: nos sentimos ligeros, nos levantamos y sentamos con facilidad, sentimos gusto por el movimiento corporal, nuestros desplazamientos físicos denotan energía. En cambio, si nos encontramos en una mala disposición del ánimo, nuestro cuerpo lo sentimos pesado, no hay ligereza ni soltura en nuestros movimientos físicos, se nos impone una fuerte rigidez; sentimos incomodidad con nuestras reacciones físicas.

Nuestra mala disposición del ánimo se manifiesta en una languidez de nuestro espíritu. "La pereza, que es una languidez del alma, constituye un manantial inagotable del tedio", escribió Fenelón.

La mala disposición del ánimo irremediablemente nos conduce al mal humor, la irritabilidad, y a una visión pesimista de la vida y del mundo. Sobre esto, Goethe escribió una reflexión apropiada al caso: "Sucede con el mal humor lo que con la pereza. Hay una especie de pereza a la cual propende nuestro cuerpo, lo que no impide que trabajemos con ardor y encontremos un verdadero placer en la actividad si conseguimos una vez hacernos superiores a esa propensión" (la propensión al mal humor).

La buena disposición de nuestro ánimo es hermana de la jovialidad, entendida como alegría y una apacibilidad de nuestro ánimo. Estamos joviales cuando vemos que nuestro mundo interior encaja con el mundo exterior, cuando no necesitamos de nada extraordinario para sentir elevado nuestro corazón. Nuestra jovialidad es como un imán que atrae hacia nosotros a muchas personas.

La mala disposición de ánimo es hermana de la tristeza y hermano del pesimismo. De hecho, cuando una persona padece ya de una crónica mala disposición de ánimo, al saludarla con la mano o con un abrazo, sentimos que nuestra energía se vacía. Y en cambio, cuando saludamos a una persona con una buena disposición de ánimo, conservamos nuestra energía, o bien, la incrementamos.

Es absolutamente cierto, que un ánimo triste y abatido entorpece las funciones fisiológicas del cuerpo, y es cierto también, que la actividad física ligera modifica increíblemente para bien, el ánimo abatido de una persona.

La persona triste y pesimista tiene estropeada la visión de sí misma y del mundo. Por lo general, se mete en su concha y no quiere salir de ella. El mundo le parece difícil y siente que no embona en él. Todo lo ve negro, complicado, y no se siente capaz de hacer lo que quiere. Se esconde en la resignación y renuncia a los placeres de la vida, los que le parecen inalcanzables. Uno de los rasgos dominantes de estas personas, consiste en que se sienten depositarias el dolor, como si fueran las únicas que sufrieran en el mundo; por ello, no son solidarias con nadie, pues nada tienen para compartir, y sí en cambio, sienten que son los demás quienes deben acudir en su ayuda.

La persona jovial se siente con ganas para hacer las cosas, y goza de la íntima seguridad de que puede lograr muchos objetivos que se proponga. En cambio, quien padece de un ánimo triste y pesimista, siente en su interior que no puede hacer lo que quiere. Por esto, no le dan ganas de actuar ni de vivir plenamente. La gana es el deseo, la propensión y la inclinación hacia una cosa. Hacemos algo con ganas cuando actuamos con diligencia y esfuerzo. Y la desgana es todo lo contrario. La persona jovial tiene ganas para muchas cosas, y la persona con desgana, carece de apetito por la vida, y por ello, no quiere salir de su concha.

No es fácil que una persona con mala disposición de su ánimo pueda dejar la tristeza y el pesimismo como forma de vida. Pero no es cierto, tampoco, que éstas personas en muy corto tiempo no puedan lograr extinguir esta perniciosa disposición de su ánimo. Por lo general, la persona triste y pesimista no se ha dado cuenta que sus males radican, fundamentalmente, en tres equivocadas distorsiones: a) creen, que son incompetentes por naturaleza y que no pueden hacer lo que quieren; b) que el mundo que los rodea no les puede proporcionar lo que necesitan, pues su mundo lo ven raquítico y pobre; y c) que su futuro nada tiene que ofrecerles. Estas tres suposiciones, son falsas, por supuesto.

El escritor Maeterelinck, escribió: "Cada vez que perdemos ánimo, perdemos muchos días de nuestra vida". Todo estado de ánimo triste, desalentado, nos impide pensar con claridad y lanzarnos a la acción. Afortunadamente, la ciencia médica ha descubierto que nuestros estados de ánimo bajos, en la gran mayoría de los casos, se deben a una falta de energía física, y a la acumulación de la fatiga, así como a una sustancia química producida por el cansancio, sustancia llamada "cortisol". En relación directa a este tema, Robert E. Thayer, profesor de Psicología en la Universidad del Estado de California en Long Beach, Estados Unidos, escribió un libro ya traducido al español con el nombre, "El origen de los estados de ánimo cotidianos", de la Editorial Paidós.

Thayer aporta pruebas científicas contundentes, en el sentido de que una caminata un poco rápida, de cinco a diez minutos, da resultados sorprendentes: esta caminata, elimina el "cortisol" de nuestra sangre, llena a nuestras células de energía y acaba con la fatiga, desapareciendo los estados de ánimo depresivos y produciendo estados de ánimo alegres y dispuestos a la acción y a la eficacia.

¡El gran escritor norteamericano, Emerson, escribió: "Ninguna empresa (Emerson se refiere a empresa como un logro, proyecto, etc.) se ha llevado a cabo sin ánimo ni entusiasmo"!

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