Ernesto Cordero
Cuando Ernesto Cordero fue designado secretario de Hacienda el 9 de diciembre de 2009, muchas cejas se levantaron en los círculos financieros nacionales e internacionales. A pesar de que tenía una licenciatura en actuaría y una maestría en economía de la institución de la cual están surgiendo a últimas fechas los altos funcionarios del ramo económico, el ITAM, y de que había ocupado la subsecretaría de Egresos durante poco más de un año, se le veía como un extraño al grupo compacto que ha tenido el control de las finanzas públicas del país desde los años noventa. Esa es una de las razones por las que se piensa, mantuvo al equipo de trabajo que había colaborado con su predecesor, Agustín Carstens. Las finanzas son, muchas veces, una cuestión de confianza.
Ese equipo ha empezado a desintegrarse. Primero fue la salida de Alejandro Werner el 17 de agosto de 2010. El envío de dos subsecretarios, Dionisio Pérez-Jácome Friscione y José Antonio Meade, a las carteras de Comunicaciones y Transportes y Energía ha obligado ahora a Cordero (o quizá le ha dado la oportunidad) a hacer cambios en la secretaría. Debemos suponer que los nuevos subsecretarios son ya producto de sus decisiones, independientemente de que hayan tenido que ser aceptados por el presidente y de que algunos tendrán que ser ratificados por el Congreso de la Unión.
Los designados no llegan a sus nuevas responsabilidades con un perfil tan alto como el de sus predecesores, aunque tampoco son nombramientos que parezcan fuera de lugar. Gerardo Rodríguez Regordosa, quien se hará cargo de la subsecretaría de Hacienda, tiene una licenciatura en economía por la Universidad de las Américas de Puebla y una maestría de Stanford. Venía de ser jefe de la unidad de crédito público, puesto eminentemente técnico. El nuevo subsecretario de Ingresos, Carlos Montaño, con licenciatura en economía del ITAM y maestría en políticas públicas de Harvard, ocupaba la jefatura de la unidad de inversiones.
Cordero no sólo ha designado a sucesores para los subsecretarios y sucesores para los sucesores, sino que además ha cambiado de coordinador de asesores y de administrador de Aduanas. Parece haber conformado así un equipo propio.
Le ha tocado la suerte al secretario de vivir un momento de razonable estabilidad económica e incluso de crecimiento. Al contrario que su predecesor Carstens, a quien el catarrito se le convirtió en influenza porcina en 2009, Cordero ha encabezado la Secretaría de Hacienda en un año de recuperación que al parecer se extenderá a 2011. Ni la crisis de 2009 ni el rebote actual son, por supuesto, resultado de las políticas económicas gubernamentales, las cuales no han variado de forma significativa. Sin embargo, la prudencia fiscal, que no data de ahora sino de varios años o incluso décadas, ha evitado una situación de crisis prolongada como la que está afectando a Grecia, Irlanda o Portugal.
Cordero ha buscado bromear ante los cuestionamientos al bajo perfil público de sus nuevos pupilos. Hacienda tiene "más reservas que los Pumas", dijo tras dar a conocer los nombramientos el 10 de enero. Y quizá sea cierto. Hacienda es una de las instituciones del país con un equipo más sólido y profesional.
Sin embargo, no podemos cerrar los ojos ante el hecho de que una de las razones de que los Pumas de la UNAM han tenido tantos problemas en los últimos años es la facilidad con la que han dejado ir a sus titulares para reemplazarlos con jóvenes reservas... que a veces funcionan y a veces no. Esperemos que éste no sea el caso con el nuevo equipo de Hacienda.
La erupción de violencia que ha tenido lugar en Guerrero en los últimos meses ha coincidido con un intenso proceso electoral. La gran pregunta es qué tanta relación ha habido entre un fenómeno y otro y qué tanto influirá la sangre en la decisión de los votantes del próximo 30 de enero.
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