Un auténtico "paradón" de postal. De justicia para un ansiado regreso y de un merecido homenaje para una despedida que no podía esperar más. Ronaldinho se acercaba peligrosamente para lanzar el potente disparo. Oswaldo esperaba atento y cuando mentalmente pudo calcular la trayectoria del esférico, sin dudar se lanzó con todo el cuerpo hacia el poste izquierdo para atajar el balón sin problema.
¡Oswaldo, Oswaldo, Oswaldo! Treinta mil almas coreando el nombre del portero santista, que con el de anoche llegaba a su partido número 100, el del impostergable adiós y frente al Brasil de Ronaldinho.
"San Oswaldo" volvía con más brillo que nunca. Era su noche y nada se la iba a amargar. Su regreso a la Selección Mexicana, convocado por primera vez por "Chepo" de la Torre. Su partido número cien. Su despedida. En su casa. Con su gente y su afición.
Y aunque el arquero tricolor pudo contener esa peligrosa llegada, Ronaldinho parecía dispuesto a agüitarle la despedida y el del Flamengo lo logró unos minutos más tarde, cuando en cobro directo Sánchez no pudo hacer nada frente al potente disparo, bien colocado en el mismo ángulo izquierdo. En menos de tres minutos los brasileños dieron la remontada, esta vez a través de Marcelo, quien dejó al homenajeado sin posibilidad alguna para impedir ver horadada su portería por segunda ocasión.
Pero lo dicho, nada iba a amargarle la despedida al portero de Santos Laguna, quien en medio de una estruendosa ovación de su gente salió de cambio por Alfredo Talavera, al minuto 89 de juego. Volteando hacia la tribuna de plateas, donde se encontraba su familia, visiblemente conmovido Oswaldo agitó las manos haciendo la señal del adiós, al mismo tiempo que inclinaba la cabeza para agradecer el afecto que desde el partido número uno le demostró la afición.
Saltó en el once inicial, como en sus mejores años con el Tricolor. Media hora antes de que iniciara el encuentro fue el primero en aparecer para gozo de los laguneros que, aunque acostumbrados a verlo "calentar" previo a los partidos de Santos, le aplaudió como si fuera la primera vez que veían a una figura de su nivel. Seguido de Alfredo Talavera, Sánchez empezó a correr a lo largo y ancho del área chica sur, no sin antes saludar al exarquero Jorge Campos, quien esperaba un enlace con la televisora para la que trabaja.
Luego regresó al vestidor para ponerse la casaca tricolor y salir portándola orgullosamente por última vez. Saludó respetuosamente a sus contrincantes, cantó con más fuerza que nunca el Himno Nacional Mexicano y sonrió con más emoción para la fotografía del recuerdo.
Entonces aparecieron en el terreno de juego su esposa y sus tres hijas, acompañadas del presidente de Santos Laguna, Alejandro Irarragorri, así como por representantes de la Federación Mexicana de Futbol. Le entregaron una placa de reconocimiento por su trayectoria con la Selección Mexicana, mientras sus niñas vestían la camiseta nacional con el número 100 y la gente coreaba sin cesar su nombre. Un momento emotivo, para enchinarse la piel, casi a punto de las lágrimas, pero que con templanza Oswaldo supo enfrentar, y con la cabeza fría plantarse en los tres palos que conoce y domina a la perfección. Neomar le daría el primer susto en los primeros minutos de juego, al enviar un potente disparo que, sin embargo, pasó muy por encima de la portería norte. Y aunque en la primera mitad Brasil no demostró esa temida delantera que pone a temblar a cualquier portero alrededor del mundo, Sánchez siempre estuvo atento cuando se le requería, como al minuto 29 en que pudo contener un peligroso embate de Marcelo a primer palo.
Sabía que los cariocas podían arruinarle la fiesta en cualquier momento, pero trataba de contagiar su seguridad a sus compañeros, alentándolos a colocarse mejor a la defensiva y seguir insistiendo en la delantera. Se adelantaba de ser necesario, pero también achicaba su área cuando no le quedaba de otra.
Para el segundo tiempo regresó dispuesto a que su portería se fuera en ceros, pero Ronaldinho, el del Flamengo, se había marcado sus propias metas y la historia sería otra. Sí, una vez más México se quedaba en el "ya merito", pero Oswaldo a lo largo de 13 años con la Selección Nacional y con el partido de anoche demostraba que su entrega va mucho más allá.
Así se cerraba un capítulo para la Selección Mexicana, marcado por la pasión, el liderazgo, la disciplina y seriedad de un portero seguro de sí mismo y capaz de infundir esa confianza en el resto de su equipo. Para Oswaldo era el momento de dar vuelta a la página de su vida en la que parece todavía quedan unas páginas más sobre el terreno de juego y con Santos Laguna.
El coro de la tribuna de ‘Oswaldo, Oswaldo..’ enmarcó la breve ceremonia en que el arquero Sánchez dijo adiós a la Selección Mexicana de Futbol. Ahí también estuvo Héctor González Iñárritu, director general de Selecciones Nacionales, además de otros personajes cercanos al futbolista.
