Una de las desventajas para la competitividad, detectada entre los mexicanos, en términos de competencia globalizada, es el rezago en educación; no sólo se refiere a la cantidad de estudiantes, sino a la calidad de la enseñanza.
Desde el año 2006, se ha aplicado la Encuesta Nacional de Lectura, herramienta para evaluar, hacer diagnóstico y definir acciones favorecedoras a nuestro avance como nación, apoyándonos en los programas de educación aplicados por la SEP.
Las evidencias muestran que estamos avanzando; sin embargo, la velocidad es tan lenta que nos mantiene a la zaga, comparados con otros países.
A la pregunta de ¿qué hacer para enfrentar el subdesarrollo? -o vías de desarrollo, si usted es muy quisquilloso- la respuesta siempre ha sido la misma: educar.
En México, tratamos de hacer nuestra tarea; sin embargo, el principal objetivo ha sido superar las estadísticas nacionales; dar cifras de mayor cobertura, aunque la calidad no sea la conveniente.
Al menos los estados federales están trabajando, aunque muchos de ellos siguen con bajos niveles de aprovechamiento y graves problemas para cambiar de rumbo, entre otros, la difícil relación con sindicatos y los compromisos que atienden.
Según la Revista de Educación y Cultura, "az", en México, se leen 2.9 libros al año; en Brasil 3.3; Portugal 8.7; España 7.5; y Alemania 12. Diferencia contundente.
El 12.7% de los mexicanos nunca ha leído un libro y muchos de los encuestados declaran es "por falta de tiempo"; en cambio, también se asienta que 41% del tiempo libre lo utilizamos en ver televisión, principalmente la más nociva de todas, la transmitida por vía aérea, de menor calidad, pero al alcance de las mayorías.
En 2006, se aplicó por primera vez la Encuesta Nacional de Lectura y el 69.9% ratificó no leer "por falta de tiempo", aunque el 30.4% dijo "no me gusta"; el 19.1% "prefiero otras actividades recreativas"; 15.8% "no veo bien"; 14.6% "los libros y revistas son caros"; 14.4% "leer es difícil y da pereza"; 13.2% "lo que tengo cerca no me interesa"; "no sé qué leer", 11.2%"; 6.9% "no tengo un lugar apropiado para hacerlo"; y 5.3% "ni mi familia o yo tenemos hábito".
En 2010, se aplicó la Encuesta Nacional de Hábitos, Prácticas y Consumos Culturales, y el 40% de los encuestados declaró que dedicaba más de 2 horas al día en ver televisión; 35% una y media; y 75% ver al menos una hora diaria.
En cuestiones de alfabetización también hemos avanzado ya que el siglo XX, prácticamente, lo dedicamos como nación a aprender a leer y a escribir.
Recuerde que hasta antes de la Revolución, para los mexicanos era un privilegio saber leer y escribir. Sólo algunos, de las clases socioeconómicamente altas, contaban con estudios de nivel superior.
En 1950, el 9.3% no sabía leer ni escribir, contabilizaron a 3 de 9.3 millones de niños en escuelas primarias, 37 mil estudiantes en bachillerato y 30 mil en licenciatura.
Para el año 2000, sólo 9.5% de personas, mayores a los 15 años, era analfabeta y la cobertura de primaria alcanzó el 95%, aunque a la secundaria sólo asistió el 85%.
Desgraciadamente la calidad fue deficiente, haciéndonos incompetentes.
Estos datos son importantes porque la lectura tiene correlación directa con la escolaridad, además de otros factores como: economía familiar, edad, género, ubicación geográfica de la persona y tamaño de la población en que se vive.
Consecuentemente, la lectura está relacionada con el desarrollo de las capacidades humanas y éstas tienen que ver con la cultura general que se adquiere individualmente.
Padres que leen tienen pláticas más productivas con sus hijos, mejores argumentos para educar y con su ejemplo estimulan a la lectura, deseo y gusto por adquirir educación formal.
Desafortunadamente, sólo los padres con recursos económicos medios y altos tienen libros en casa, siendo observados leyendo por sus hijos, fortaleciéndoles la inclinación por el hábito de la lectura.
Los niños que leen tienen ventajas competitivas para el aprendizaje; relacionan mejor lo leído con lo enseñado por maestros y tienen mayor comprensión de las lecturas; son más creativos e imaginativos y, por el ejercicio mental que hacen, son más retentivos de los mensajes recibidos en clase. Es cuestión de redes neuronales.
Las consecuencias la medimos en aprovechamiento académico y en competitividad.
En 2010, las encuestas revelaron que el 11%, lee novela y sólo el 3% ciencia o técnica; aunque el 9% lee historia, sólo el 3% consulta ecología, repercutiendo en atención y cuidados de higiene y salud.
El 68% no lee; el 15% sólo 1 libro; en el Reino Unido lee el 68%; 71% Francia; 59% España y 27% en México. Interesante: de los mexicanos que leen, sólo 11% compra libros y el 89% los obtiene gratuitamente.
Lo invito a trabajar en acortar esas distancias, objetivo a lograr en casa.
ydarwich@ual.mx