Incertidumbre. La liga Árabe llama a la calma tras la nueva crisis que enfrenta el Gobierno del Líbano por la renuncia de varios ministros. EFE
La caída del Gobierno dejó al Líbano sumido en la incertidumbre política, tras un año de relativa estabilidad, y el presidente inició el jueves el proceso de instalación de un nuevo ejecutivo.
El presidente Michel Suleiman pidió a Saad Hariri que continúe interinamente en el puesto, después que la renuncia el miércoles de varios ministros de Jezbolá y sus aliados provocó la caída del Gobierno.
La crisis fue el clímax de las tensiones acumuladas durante meses, mientras el tribunal de Naciones Unidas investiga el asesinato en 2005 del primer ministro Rafik Hariri, padre del actual mandatario. Se prevé que el tribunal presentará acusaciones contra miembros de Jezbolá y muchos temen un resurgimiento de la violencia que aquejó durante décadas a la pequeña nación.
El Gobierno de unidad libanés, que duró 14 meses, era una coalición de rivales enconados -un bloque pro-occidental encabezado por Hariri junto con Jezbolá, una milicia chií respaldada por Irán- que intentó estabilizar el país, pero en realidad estaba paralizado desde meses atrás debido a las disputas en torno al tribunal de la ONU.
Jezbolá, que cuenta con el apoyo de Siria e Irán y un arsenal abrumadoramente superior al del ejército nacional, sostiene que el tribunal con sede en Holanda es una farsa de Estados Unidos e Israel. Ha presionado a Hariri para que rechace sus fallos incluso antes de conocerlos, pero el primer ministro se ha negado a retirarle su cooperación al tribunal.