México está en vías de consolidar una tendencia positiva en la masificación de uso de tecnologías amigables al medio ambiente desde las casas; sin embargo arrastra consigo el problema recurrente de la baja calidad con la que se construyen millares de esos hogares.
La industria de la vivienda de México es uno de los sectores económicos más proactivos del continente.
Diversos esfuerzos se ejecutan en la búsqueda de hacer un uso más racional de recursos como la electricidad, el gas y el agua; más que incluso que la Comisión Federal de Electricidad, (CFE) y Petróleos Mexicanos (Pemex).
Diversos organismos internacionales, tanto pertenecientes a gobiernos como a la Iniciativa Privada le reconocen su liderazgo en el tema, así como en los esfuerzos de aprovechar la energía solar.
Reportes del Banco Interamericano de Desarrollo, de la Asociación Europea de la Industria Fotovoltáica (EPIA, por sus siglas en inglés), de la Cooperación Técnica Alemana (GTZ, por sus siglas en alemán), Cooperación Alemana para el Desarrollo (GIZ) y el gobierno de Canadá, entre muchos otros, no sólo avalan los esfuerzos en México, sino que hasta la apoyan con fondos para subsidiar la compra de diversos ecotecnológías como los calentadores solares de agua.
Sin embargo, las autoridades de esta industria todavía enfrentan el eterno lastre de la baja calidad en la construcción y materiales de estas viviendas, según se desprende de un informe de BBVA-Bancomer sobre la situación Inmobiliaria de México.