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Lo odiaron tanto que se volvieron como él

Historias de reportero

CARLOS LORET DE MOLA A.

En Trípoli no hay ciudadanos. Hay edificios, puentes, pasos a desnivel, torres altas frente al Mediterráneo, amplias explanadas, pero no hay gente. Sólo pasan esporádicamente rebeldes a bordo de pickups a las que han adaptado metralletas en la caja. Disparan de cuando en cuando. El silencio no es de un pueblo fantasma. Es de una ciudad fantasma. Las ráfagas el chillido de las llantas de los vehículos artillados es lo único que rompe la quietud atemorizante.

Es 25 de agosto de 2011. Los habitantes están escondidos en sus viviendas o huyeron hacia las montañas para que la guerra entre revolucionarios y Muammar Gaddafi no los mate. Arrinconados por los bombardeos de la OTAN y las incursiones por tierra del Consejo Nacional de Transición, los leales al dictador libio, incapaces de ganar en una lucha frente a frente, se han vuelto francotiradores, ocultos en casas y departamentos, de los que sólo asoman para disparar y matar, y guardarse de nuevo para que nadie los detecte.

Sin uniformes, sin formaciones militares, sin preparación, cientos de jóvenes de distintas profesiones y regiones de Libia sacaron del clóset alguna ropa que les pareció de soldado, se la pusieron y se fueron a la guerra contra la dictadura. Ya ganaron. Después de seis meses, acaba de caer Trípoli, la capital.

Rafael 'El Piojo' Ruiz, camarógrafo, se me acerca: "ya les dieron armas a todos, ahora cómo le van a hacer para quitárselas". Tiene razón. No hay garantías en la transición libia. No hay instituciones debajo de Gaddafi que asuman la dirección del país, como en Egipto donde a la caída de Mubarak quedó el Ejército avalado por los opositores. En Libia era Gaddafi y ya. Sus opositores son una liga de tribus con un solo objetivo común: que Muammar se vaya. Después, la ambigüedad.

Ese mismo día, del otro lado del mundo, un casino era incendiado matando a más de 50 personas. "Regrésate, lo de Monterrey es brutal". Era de noche en Trípoli cuando conseguimos un vehículo que nos sacara de ahí. En el camino, pensé que si capturaban vivo a Gaddafi -soñé quizá- regresaría a cubrir la noticia de su juicio. No sé si aquí o en La Haya (Holanda, donde está la Corte Penal Internacional), pero no creo que con toda la comunidad internacional apoyándoles en la rebelión -volvía a soñar- se avienten el tiro de ejecutarlo en linchamiento. Pero es tanto el odio que le tienen, dudaba.

Hace cuatro días, Gaddafi fue capturado vivo. Pero murió de un balazo en la cabeza. Las pruebas apuntan a que, sin juicio de por medio, sin defensa, de la manera más autoritaria y menos democrática y humanitaria posible, los rebeldes lo asesinaron. Y así se volvieron un poquito como él. Mal inicio.

SACIAMORBOS

La comunidad internacional reclama porque a Gaddafi le fue como a Osama bin Laden. Nomás que en Libia se filtró la imagen y lo hicieron unos revolucionarios. En Pakistán, según todos los testimonios hasta ahora divulgados, no se vio nada y se encargó la Marina de Estados Unidos, comandada por un Premio Nobel de la Paz.

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