Los alimentos del amor

Muchas personas aseguran que de la vista nace el amor, que no hay nada mejor que conquistar a un hombre que cocinándole deliciosos platillos por aquello de “panza llena, corazón contento” y a las mujeres, bonitas flores o costosos regalos.

A una mezcla de aromas, alimentos o artículos se les suelen llamar afrodisíacos, aquellos que aseguran despertarán o incitarán a que una relación resulte de lo más excitante. ¿Pero qué cualidades tienen los alimentos, aromas o artículos capaces de despertar ese lado sensual de las personas?, ¿dónde se encuentran?, ¿cuánto cuestan?, y ¿cuánto hay que ingerir?, serían las preguntas claves que quizá más de uno podrían formularse al escuchar la palabra afrodisíaco.

De acuerdo al sexólogo Silvestre Faya, “La palabra afrodisíaco deriva de Afrodita, nombre de la diosa griega a la que se le atribuyen los placeres eróticos. Los afrodisíacos son las sustancias o productos que, untados, ingeridos u olidos, provocan de manera casi mágica el deseo sexual. El varón que usa estos subterfugios o artimañas eróticas siente que tiene una ventaja sobre la mujer, y que va a provocar en ella -de manera artificial- un deseo sexual que no tiene o que, si lo tiene, éste sea mayor. Según las creencias populares, existen productos naturales que son afrodisíacos como: nuez moscada, huevos de caguama, yohimbina, mariscos, cuerno de rinoceronte. Algunos minerales como: zinc, litio, potasio. Preparaciones químicas como la famosa tinta china, tintura de mosca española, té de damiana. Y productos farmacéuticos como nitrato de amilo o complejos vitamínicos. Todos estos productos compiten entre sí ofreciendo conquistar a la mujer y llevarla a la cama mientras ella exige fogosamente ser tomada sexualmente”.

Aunque la lista de posibles afrodisíacos podría ser muy amplia y más de uno coincidiría en que los mariscos son uno de los alimentos mencionados, ninguno de ellos ha arrojado pruebas científicas de que ayuden a tener un mayor rendimiento sexual, que despierten el interés sexual en el hombre o la mujer o que fomente a tener relaciones más placenteras.

Ningún alimento, producto o aroma ha sido declarado científicamente efectivo para ello, un afrodisíaco, por lo que la diversidad de aromas utilizados en el encuentro sexual podrán resultar agradables, pero no garantizan una actividad sexual mayor y, los diferentes platillos que se consuman quedarán en un delicioso desayuno, comida o cena con un deleite para el paladar de los enamorados.

Feromonas y alcohol

Si los alimentos y aromas no influyen en el desempeño sexual, ¿qué pasa con las pócimas anunciadas con miles de feromonas para atraer al sexo opuesto?, la respuesta es sencilla, tampoco sirven, aclara el sexólogo.

“Las famosas feromonas tampoco son afrodisíacas, se trata de sustancias a las que se les atribuye, en los humanos, la misma capacidad que en los animales. Recordemos que los humanos tenemos sexo más por placer que para procreación, por ello nuestros encuentros no se rigen por un periodo de reproducción; no tenemos época de celo. Nosotros no seguimos a la mujer cuando está menstruando, la deseamos en todo tiempo y momento. Lo que distingue al hombre del animal en el terreno sexual es el placer que obtiene cuando tiene un contacto sexual”.

Por su parte, el alcohol, lejos de ayudar en un encuentro íntimo puede acabar con él, debido a los estragos que puede causar tanto en mujeres como en hombres. De acuerdo al sexológo Faya:

• El alcohol puede dificultar la respuesta sexual. Muchas parejas se quejan de que una vez que han empezado a beber, las cosas salen mal: en el hombre la erección puede perderse y la excitación en la mujer se hace más lenta o difícil.

• El alcohol puede asumir el control de la relación sexual ganándole en importancia. Tal vez un ‘trago’ antes del sexo afloje las tensiones, pero siempre se corre el riesgo de que se vuelva más relevante emborracharse que hacer el amor.

• El alcohol facilita los conflictos. Actúa como ‘abreacción’, es decir, libera los controles de la mente al impulso erótico y al agresivo, y así es más fácil caer en situaciones violentas, excesos o desviaciones sexuales, las cuales no se darían si la pareja estuviera sobria.

• El alcohol dificulta el establecimiento de límites. Bajo su influjo las cosas tienden a verse distorsionadas y es común que la falta de respeto o las exigencias salgan a flote. Ello provoca muchos resentimientos entre la pareja.

 

• Se vuelve más difícil si los dos beben. Las situaciones inconclusas, los negocios sin terminar, los rencores no resueltos, aflorarán por ambas vías quebrantando el propósito fundamental de la relación: amarse y disfrutarse.

• Cada encuentro íntimo dejará bellos recuerdos en ti y en tu pareja. Algunos espléndidos, otros no tanto, pero no se perderán en la memoria.

• La comunicación entre los amantes sin sustancias etílicas de por medio será franca y directa. Las sensaciones físicas y las emociones asociadas al placer no sufrirán distorsión si cada uno asume la responsabilidad de su participación en el acto íntimo.

• Si alguno queda inconforme o insatisfecho con su desempeño en la cama, podrá expresar su inquietud sabiendo que su contraparte está lucida y consciente.

• Los límites en el consumo de las bebidas alcohólicas son cuestión personal, pero los efectos de los excesos al beber afectan al individuo, a la pareja y a toda la familia.

Imágenes visuales y sensibilidad

De acuerdo con la nutrióloga Grisel Rivas, los alimentos picosos y de colores fuertes no poseen atributos afrodisiacos, pero al ingerirlos existe una mayor irrigación sanguínea lo que está estrechamente relacionado con la sensibilidad del cuerpo.

“Cuando se consumen alimentos de colores fuertes como la fresa, el color rojo intenso de esta fruta ya tiene una carga fuerte con el amor, la pasión, es entonces que esta fruta, así como alimentos que causen picor como las diversas variedades de chiles, incrementan la irrigación sanguínea en el cuerpo y eso vuelve más sensible a la piel y al contacto con otra persona. No quiere decir que al consumir los alimentos, estos proporcionen estas propiedades de excitación, sino que influyen sus propiedades”.

También existen algunos alimentos a los que se les asocia con un encuentro sexual placentero como lo son los mariscos, las fresas, los chocolates, la crema batida, etc., al pensar en ellos o al incluirlos en el encuentro, lo que provocan es una estimulación del pensamiento, la asociación o la creación de una imagen visual que lleva a pensar en una imagen observada en el televisor, alguna película, tomada de alguna revista, libro, etc., de donde el pensamiento toma una idea, la asocia y hace la relación con aquel pensamiento o imagen que alguna vez se tuvo frente.

Ninguna sustancia por sus propiedades provoca aumento en el deseo sexual. A decir del doctor Faya, “en el caso del varón que tiene sus niveles normales de la hormona sexual –llamada testosterona-, si ingiere alguna sustancia, no aumenta su deseo de manera desmedida, como se pretende con los afrodisíacos. No se vuelve un loco del sexo, al contrario, puede presentar complicaciones orgánicas o efectos indeseables que van desde lo sencillo como una indigestión o reacción alérgica, hasta algo más serio como acné o trastornos en el hígado”.

Es por ello que concluye que el máximo energizante sexual se encuentra en nuestro cerebro. Las miradas, caricias o besos llevan al acercamiento, al placer de la pareja.

A CELEBRAR

Aunque tal vez no sean afrodisíacos se puede preparar un buena cena con mariscos y así encender la pasión.

CAMARONES AL RON

Ingredientes:

20 camarones grandes

1 taza de ron negro

1 diente de ajo picado

Jugo de medio limón

3 cucharas de mantequilla

1 chorro de vinagre de vino

Perejil picado

Sal y pimienta

Preparación:

1. Pelar los camarones y apartarlos. (es más fácil pelarlos si los remojas en agua)

2. Fundir la mantequilla, añadir el perejil, el jugo de limón, el ajo, la sal y la pimienta, luego incorporar el ron, y calentar y probar hasta que esté en sazón perfecta.

3. Añadir los camarones y saltearlos brevemente, para rociar con salsa.

FUENTE: Cocina afrodisíaca