"La esperanza es un joven y pródigo heredero, y la experiencia su banquero."
Charles Caleb Colton
Acapulco, Guerrero.- Me ha tocado asistir a convenciones bancarias en que la propia supervivencia de la banca estaba en riesgo. En otras la euforia era incontenible y llevaba a expansiones del crédito que al final concluían en tragedia. Hoy encuentro un optimismo cauto, que espero no se convierta en exuberancia irracional.
Si en 2009 el panorama se veía sombrío, por la crisis económica que se agudizaría poco después con la epidemia de influenza, hoy los banqueros mexicanos sienten que lograron escapar de la crisis financiera internacional con pocos daños, especialmente cuando se consideran los desplomes bancarios en Estados Unidos, la Gran Bretaña, Irlanda, Islandia, Grecia, Irlanda, Portugal y España.
En México subió el índice de morosidad durante la crisis. La cartera vencida, que alcanzaba el 2.1 por ciento de la cartera total en 2006, ascendió a 3.3 por ciento en 2008 y 2009. En un momento, incluso, se alcanzó un nivel de 4.1 por ciento. Esto era bajo en comparación con el desastre de 1997, cuando se llegó a un máximo de 28.1, pero preocupaba que pudiera haber un mayor deterioro. En 2010, sin embargo, el índice de morosidad cayó nuevamente a 2.6.
La crisis no impidió que continuara la expansión de cuando menos ciertos servicios e indicadores bancarios. El crédito al sector privado se mantuvo estable en 2009 y 2010, pero la cartera de crédito vigente subió. El mayor aumento se dio en las pequeñas y medianas empresas: después de una contracción de 1 por ciento en 2009, éstas tuvieron un incremento de 19 por ciento en 2010. De hecho, el crédito a las empresas, que representaba el 4.6 por ciento del Producto Interno Bruto en 2005, alcanzó el 7.4 por ciento en 2010.
Los indicadores de bancarización en México han subido de forma importante. En 2003 había 25 millones de clientes en la banca; en noviembre de 2010 la cifra superaba ya los 43 millones. El número de tarjetas de crédito ha pasado de 8 millones en 2002 a 22 millones en 2010. Las tarjetas de débito, que en 2002 eran 32 millones, superan hoy los 72 millones. Hoy casi todas las nóminas se pagan ya a través de bancos y se cobran con tarjeta.
El número de bancos ha aumentado de 23 en 1996 a 42 en 2011. El mercado, además, se ha diversificado. La concentración de la cartera de consumo en los tres bancos de mayor tamaño ha pasado de 72.5 a 65.1 por ciento entre 2002 y 2010. La reciente fusión de Banorte con IXE, por otra parte, ha hecho que por primera vez en mucho tiempo el tercer banco del país sea de propiedad nacional.
La competencia ha permitido una reducción de los precios de los servicios bancarios. La tasa promedio de adquisición de un automóvil, que era de 26.8 por ciento en 2000, bajó a 12.6 por ciento en 2010. El costo del crédito hipotecario descendió de 14.1 por ciento en 2004 a 12.3 por ciento en 2010. También la tasa de interés de las tarjetas de crédito, una fuente constante de queja, ha bajado, aunque los costos oscilan entre 18 por ciento del banco más barato a 88 por ciento del más caro.
Los banqueros, por supuesto, nunca serán populares. Ésa es, me parece, una marca inevitable de su profesión. La banca mexicana, sin embargo, ha sabido superar mejor que otras muchas los problemas generados por la crisis financiera de 2008-2009.
Si consideramos la gravedad de la contracción de la economía mexicana en 2009, de 6.5 por ciento, lo sorprendente es que no estemos hablando en estos momentos de un nuevo rescate de los bancos. La queja hoy es que son demasiado rentables. La verdad es que yo prefiero que nos preocupemos de este problema que el de conseguir dinero para rescatarlos.
El 9 de marzo de 2009 el tipo de cambio al mayoreo se ubicó en 15.49 pesos por dólar. Ayer estaba en 11.82. Estamos hablando de una revaluación de casi 24 por ciento en poco más de dos años.
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